sábado, 24 de agosto de 2013

Menos pausa




 Al observador racional no lo pueden confundir los volantines y piruetas del gobierno Santos en su empeño de mostrarse bueno cuando es malo.

 No existe en la memoria colectiva un levantamiento social tan previsible, generalizado y  justificado, como el que ahora nos vuelve a sitiar.

 No hay en la reciente historia nacional una reacción tan simbólica contra la ineptitud, la imprevisión, la torpeza y la mediocridad que campean en la burocracia estatal.

 Sólo esa manada de ministros  prepotentes pero incapaces y descastados, que no tuvieron el olfato requerido ni el valor necesario para advertirle al ejecutivo lo que los colombianos veíamos venir, es la directa responsable del desmadre popular ahora malamente reprimido.

 Claro que pudieron actuar a tiempo y contrarrestar con generosidad las motivaciones campesinas para salir  a las carreteras a expresar  inconformidad y reclamar derechos,  pos supuesto que esos ministros, “colocados” por el  Presidente  para satisfacer apetitos del  partidismo y del terrorismo, desoyeron peticiones de auxilio y advertencias de parálisis general, que estaba cantada desde marzo y que todos los colombianos, menos el presidente, sabíamos que  ocurriría.

 Indigna que ahora, a fuerza de garrote y gases, a punta  de condicionamientos humillantes e inequitativos, se les diga a las multitudes agricultoras,  que fueron las que eligieron presidente a Santos, y que son las que ponen alimentos en la mesa de los poderosos, que no dialogarán con ellas mientras haya bloqueos, y en cambio, en La Habana, se fragüen sucias componendas electorales con una pandilla de facinerosos que asesinan al pueblo raso, a los militares y a los policías, mientras pronuncian discursos altisonantes sobre la paz, y hacen burla de los proyectos legislativos con que el ejecutivo pretende absolverlos, limpiarlos  y habilitarlos para que accedan al poder sin merecerlo.

 El ministro de agricultura se presenta de madrugada en Corabastos a decirle a los intermediarios que no se dejen infiltrar por los violentos, cuando  lo aconsejable habría sido reunirse  antes con los  cultivadores de comida para gestionarles subsidios o rebajas francas en el precio de los insumos agrícolas;  el ministro de minas esperó que sonara la dinamita y se derramara sangre inocente para ir a escuchar a los mineros antioqueños; el ignoto ministro del medio ambiente no se da por notificado frente a la depredación inclemente de selvas y parques naturales para plantar marihuana, coca y amapola;  el ministro de hacienda con ademán autoritario amonesta a los débiles para que no se atrevan a buscar recursos en las arcas del Estado,  mientras les concede exenciones a los  capitalistas insensibles, entre los que ya se cuentan los violentos con sus negras fortunas ilícitamente bien lavadas.

 Al gobierno hay que pedirle más acción y menos pausa en la búsqueda de soluciones económicas  para los campesinos humildes que son los que han mantenido a flote las  finanzas de este país,  y al mismo tiempo se le debe exigir mas acción y menos pausa para poner en su lugar  a los obesos lugartenientes de Timochenko,  ahora en pausa, porque no tienen afán de concluir acuerdos con la legitimidad.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, agosto de 2013

El buen adiós





“El tango es un pensamiento triste que se baila”
Enrique Santos Discépolo


Sereno anhelo salir de mis letargos,
tal vez inerte , confuso o distraído,
silente suelo beber  tragos amargos,
desiertos cruzo feliz a pasos largos,
como la sal a las olas voy prendido.

Entre las algas y espumas sostenido,
velero soñador, navío de encargos,
por garfios de pasiones voy herido,
raudo me acerco al puerto indefinido,
la luz final me quema con sus dardos.

A la ruleta me jugué y cobré peldaños,
en los deleites se saciaron mis sentidos,
por consejeros  busqué a los ermitaños,
nunca marché al compás de los rebaños,
los vinos que encontré quedan bebidos.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, agosto 24 de 2013