lunes, 15 de junio de 2015

La bolita




 No parece que "Timochenko" y su elenco negociador abriguen nobles intensiones de mantener los diálogos con Juan Manuel Santos y el equipo gubernamental. Los terribles atentados de los últimos días, encaminados a destruir costosa infraestructura productiva, no son buena señal de paz, pero sí conllevan claro mensaje de odio, insensibilidad social, brutal arrogancia, e inocultable aspiración de conquistar territorios.

 En dolorosos momentos de profunda polarización nacional, cuando subsisten y se incrementan enormes dudas sobre el qué y el cómo de la negociación, cuando el moderado optimismo no se volvió a mencionar por ninguna de las partes, ni siquiera por visibles defensores del proceso, densa neblina impide mirar con nitidez la tortuosa senda de los acuerdos.

 Reciente anuncio del máximo cabecilla terrorista, sobre su intensión de romper la confidencialidad de lo hablado y convenido con Santos, al tiempo que confirma fundadas sospechas populares sobre la existencia de concertaciones ocultas, deja claro que el Presidente  ha concedido ventajas que la sociedad no tolera. El tono amenazante del guerrillero permite dicha conclusión.

 El convulso panorama se aliña con otros significativos ingredientes que, sin ser raros, porque hacen parte de la degradación violenta, descubren siniestras facetas en la inmediata prolongación del conflicto. El derrame de petróleo crudo sobre fuentes y bosques, con deliberada intensión de arruinar tierras y gentes;  el aleve asesinato del coronel Alfredo Ruiz Clavijo y del patrullero Juan David  Marmolejo por cuadrilleros vestidos de civil; y el inhumano ensañamiento contra pobladores civiles en costas del Pacífico caucano y nariñense, son bestiales advertencias de que gruesos intereses económicos, el narcotráfico próximo a legalización, mas la explotación de ricos yacimientos petrolíferos y mineros, están por encima de cualquier entendimiento con el Estado de Derecho.

 La primitiva idea de "Tirofijo", orientada a  implantar repúblicas independientes en diferentes espacios estratégicos de Colombia, es propósito inamovible de sus perpetuadores. El proyecto de una "Caquetania" interior, sin puertos marítimos, fue sustituido por el de una zona independiente, mucho más amplia, más rica, y más promisoria. La nueva meta es un territorio libre, en pleno corazón de Suramérica, conectado con el Atlántico por el torrentoso Amazonas, y con bahía profunda y terminal petrolero sobre el Pacífico. A nada distinto puede conducir el permanente asedio sobre Tumaco y la frontera sur.

 A muy alto costo, que no sale del patrimonio del Presidente Santos, se consiguió que aceptaran la cómoda cátedra del buen vivir en deliciosas playas cubanas, pero cada día resulta menos comprensible el absurdo comportamiento de esos pedagogos que no paran de darle tiros de gracia a la endeble convivencia nacional, y con indiscutible mentalidad de burros le dan patadas a la mesa que los acoge.

 Estamos a tiempo de entender que los contertulios de Santos lo tienen entrampado en  pernicioso juego de timadores, mientras intentan alzarse con la mesa, con las apuestas y con la bolita.

 El Presidente no se juega ningún capital político, en esa materia ya echó sus restos y los perdió, ahora es Colombia la que corre el riesgo de perder una gruesa y larga tajada de territorio nacional.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 15.06.15