domingo, 31 de mayo de 2015

Crónica posible




 Con autóctona modorra mañanera, habituales contertulios de la Plaza de  Caldas reanudaron ese intermitente dialogo que los entierros, las procesiones o las lluvias solían interrumpir de tarde en tarde, y que diariamente suspendían cuando caía la noche.

 En el repaso con que arrancaban la jornada convinieron no darle largas al asunto y, como si un rayo les aportara energía, se pusieron en pié y comenzaron a gritar la consigna convenida.

 Creció el tumulto hasta copar los callejones. Muchos querían saber lo que pasaba y pocos entendían qué se buscaba.

 Mientras los promotores repetían la consigna, mucha gente llegaba y aquel grito insular se hizo masivo.

 Dicen los que lo vieron que allí nació la idea hecha realidad.

 "El grito que rompió el status", titularon los diarios metropolitanos muchos años después. Ese día, primero de enero de 2036, a las once de la mañana los medios impresos entregaron a la calle su segunda edición. Nadie se quedó sin leer la crónica que, a grandes trazos, recordó:

"Eran tiempos desastrosos. En directa referencia a lo sucedido en los albores de la República se hablaba de patria boba, símbolo inconcuso de desorganización generalizada. Muchos consideraban que esa era la mejor manera de referirse al statu quo imperante, aunque los mejor informados no se resignaban con tan blando calificativo y abiertamente sostenían que lo adecuado era hablar de Estado corrupto. Francamente todo estaba podrido. Las oficinas públicas eran guaridas, los funcionarios simples mandaderos de mafiosos, y los mafiosos presumidos mandatarios que, desde sus casas-cárceles, -perverso mecanismo ingeniado para disimular altísimos índices de impunidad-, guiaban el saqueo efectuado por testaferros a su servicio."
"Afortunadamente, entre semejante lodazal, en tan pestilente atmósfera, sobrevivían ciudadanos íntegros que buscaban mejores puertos para la nave en zozobra, y pusieron en marcha la genialidad de conformar un grupo que dirigiera pero remara, y en igualdad de esfuerzos, -virtuoso componente del propósito-, asumiera el compromiso de salvar y salvarse."
"Al grito de `Se busca´, comenzaron a promover la idea. Era una mañana de martes cuando captaron la atención de miles de comerciante callejeros, desempleados, profesionales, clérigos, burócratas, estudiantes, amas de casa y hasta turistas, a quienes en improvisada asamblea explicaron los objetivos de su búsqueda."
"Se busca, dijeron a los concurrentes, un grupo que olvide sus intereses individuales y se ponga al servicio de la sociedad. Un equipo diverso, multidisciplinario, eficiente, comprometido con el bien común, partidario del bienestar general. Una fuerza solidaria e impoluta que oriente y obedezca, que planifique y  ejecute, que diseñe y construya, que a largo plazo pero en marcha sostenida instituya un departamento y una ciudad capital modernos, funcionales, enmarcados en el respeto al medio ambiente, la defensa del patrimonio público y el rescate de la ética."
"Se busca, repitieron, gente de buena fe y tesonera voluntad que quiera trabajar por Popayán y el Cauca".
...
" La ciudad y el departamento, industrializados, prósperos, educados, saludables y seguros que hoy tenemos, son legado de esos quijotes que una mañana lejana imaginaron el futuro.  Ellos son la fuerza que nos rescató del naufragio."

 Amén.

Miguel Antonio Velasco Cueva

Popayán, 31.05.15

domingo, 24 de mayo de 2015

Legitimidad del bombardeo




 Si peligrosos narcotraficantes mantienen y ensanchan sus laboratorios y campamentos coqueros en territorios selváticos, y en actitud demencial degradan la biodiversidad mediante irregular explotación de metales preciosos y otras riquezas naturales colectivas, lo que resulta legítimo es atacarlos y desactivarlos.

 No nos podemos quedar quietos en el punto de partida, sin tangibles demostraciones de paz, ni en ingenua esperanza  de que ellos  atenúen sus violencias.

 Mucho menos cuando golpean la integridad personal de nuestros soldados y  buscan el resquebrajamiento moral de las fuerzas militares; ni cuando, para justificar atropellos, sindican de provocadores a los integrantes de tropas oficiales que vigilan y aseguran territorios en riesgo.

  que en actitud demencial degradan la viodiversidadbajo el espurio d, ni el terrorla poblaci que la negociacin la que nuestros nBajo falaces promesas de apaciguamiento; porque durante su embustera  tregua -21 veces violada-   no cesaron las emboscadas contra nuestras fuerzas armadas, ni desaparecieron los apremios violentos contra mujeres, menores, y  poblaciones campesinas inermes, ni se frenó  el terrorífico minado de escuelas y senderos rurales; cínicamente insisten en conseguir impunidad para los crímenes que agotan.

 Cuánta falta les hace el positivo impulso de la buena fe y el inefable sentido común.  En sus mentes alucinadas por espejismos de triunfo se achican los espacios para sosegadas reflexiones. Envalentonados por desbordante flujo de recursos financieros insisten en el anacrónico camino de las armas para tomarse  el poder, y displicentes cierran sus oídos al clamoroso pacifismo de la sociedad civil.

 Indiscutiblemente los enemigos de la paz son ellos. El Presidente, aún contra el querer popular, les hace concesiones graciosas; facilita sus desplazamientos internacionales; hace suspender procesos y órdenes de captura contra cabecillas implicados en crímenes de lesa humanidad; excluye de operaciones militares extensas regiones estratégicas, como la zona fronteriza del Catatumbo; desactiva la erradicación de cultivos ilícitos en todo el territorio nacional; les garantiza condenas generosamente blandas frente a la gravedad de sus ilicitudes; pero ellos se empecinan en transformar el Estado desde su cómoda estancia antillana, como si fueran el  poder constituyente, y prosiguen orondos en su accionar delictivo.

 Es claro que nuestras Fuerzas Armadas tienen el deber moral y la obligación constitucional de contrarrestar las delincuencias encaminadas a debilitar la supervivencia del Estado; para ello están instituidas y en eso consiste su misión.

 Ninguna organización, ningún grupo de presión, ningún estamento, por poderosos e influyentes que estos sean, pueden pretender que las fuerzas estatales se paralicen ante el crimen y el desacato a la ley, ni que el mando superior limite sus operaciones regulares a reducidos espacios geográficos no perturbados. Acogidos al Estado de Derecho, nos sometemos al imperio de la ley en todo el territorio nacional.

 Erran quienes consideran ilegítimo el bombardeo al campamento guerrillero en San Agustín, municipio de Guapi. Se equivocan los que atribuyen el operativo a exceso de fuerza estatal. Flaquean quienes califican la acción militar como ataque indebido y violatorio de derechos fundamentales a los alzados en armas.

 Colombia necesita defenderse del enemigo interno que quiere destruirla.

 Lo irónico es que los mismos bandidos, primero ellos, bombardearan a  nuestros soldados en reposo, y que por fuerza de su villanía, acusen ahora los bombardeos que el gobierno evitaba.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 23.05.15

domingo, 17 de mayo de 2015

Paz postiza




 No se sabía que alias "Timochenko", el capo mayor de la más rica y sanguinaria bandola narcoterrorista, tuviera rango de negociador en la lavandería habanera, ni que en gracia de sus baladronadas transitara en olor de impunidad.

 Y como no sabemos con quiénes es que realmente se negocia, ni cómo se negocia, ni lo que en el fondo se negocia, pues nos pasa lo que al buenazo que presta su carro: sospecha que le van a dar, pero no quiere imaginarse si por delante o por detrás.

 Una vez le pongan firmas al leonino convenio, tendremos oportunidad de comprobar que,  al flamante Estado de Derecho, vulgarmente le están dando por detrás.

 Si el coloquio se hubiera concentrado en los puntos inicialmente definidos, francamente podríamos llevar meses disfrutando la paz, que era el virtuoso objetivo, pero mafiosamente deformaron tal propósito  hasta travestirlo de incierto posconflicto, confuso y soporífero estado que nada ni nadie explica, al que sin conocerlo le confieren plena vigencia, para poder engañar incautos y darse el gusto de  dilapidar a satisfacción los recursos nacionales.

 El pestífero connubio de Santos y Montealegre  da vertiginosas zancadas hacia el totalitarismo tropical, que se nutre del trasnochado absolutismo superviviente en Cuba, con el que ya se tiraniza a Venezuela, y orondo hace cama en Colombia y en otros países de la región.

 Porque no se trata de simple y elemental connivencia de Presidente y Fiscal con propuestas reformistas de los combos ilegales, tradicionalmente integrados por criminales  herederos de "Tirofijo" y del "Cura Pérez", sino manifiesto y explicito propósito de instalarlos en el mando de esta patria adormecida y complaciente, en la que nada parece pasar aunque la pasen por las armas.

 Nunca se conoció, ni siquiera en tiempos de dictadura, que la muy desprestigiada justicia colombiana asumiera actitud chantajista para reducir  la  moral de los empresarios nacionales y forzarlos a reverenciar el futuro Establecimiento Subversivo, que es el que nos ofrecen, en el que regordetes camaradas, sin construir naciones ni redimir pueblos, dictarán novedosas normas, montarán oprobiosas sentencias y ejecutarán confiscatorias condenas,  para vengarse de quienes a mano limpia defienden sus emprendimientos industriales, sus instalaciones agrícolas y sus entables ganaderos.

 A quienes nos acusan de guerreristas, no les reclamamos nada distinto a gestos de  sinceridad, dignidad, honradez y respeto a la Constitución y leyes de la República,  porque consideramos imposible que la concordia nazca del infame sometimiento ante una pandilla antisocial.

Si la reciedumbre de carácter, aprendida o heredada de nuestros mayores, vino a convertirse en repugnantes absoluciones para quienes reclutan y esclavizan niños; en melifluas providencias judiciales que disimulan y hasta justifican brutales masacres terroristas; en suspensión de órdenes de captura e investigaciones penales contra cabecillas de la delincuencia transnacional; en abandono de métodos efectivos para disminuir el avance de cultivos ilícitos; y en permanente concesión de groseras prebendas para aquellos que redujeron el mapa nacional a ilimitado cementerio; pues no queda ninguna autoridad que pueda calificarnos como extremistas enemigos de la paz.

Esto está como para comprar pasaje. Líbrenos Dios de la paz que se avecina.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 17.05.15

domingo, 10 de mayo de 2015

Al conservatismo caucano




 El entramado del próximo debate electoral, que ya empieza a mostrar peligrosos tentáculos, exige juiciosas reflexiones e impone oportunas dinámicas ciudadanas que contribuyan a desarticular mangualas, en las que perverso direccionamiento de regalías y malsano alistamiento de maquinarias  apalancarán la burla de intereses colectivos.

 Es una coyuntura crítica, no exenta de presiones y amenazas en algunas localidades, que demanda orientación para quienes, por disciplina partidista, o  por vocación democrática,  quieran acudir a las urnas y participar libremente  en la toma de decisiones.

 Advierto que como en el pasado, así es en el presente y será en el futuro, pienso  y actúo conforme al ideario de igualdad, justicia y libertad, asumido desde la niñez y la juventud bajo la magnífica tutela de mi padre,  aguerrido dirigente de su tiempo con limpio liderazgo y francas dotes de solidaridad social, que alcanzó reconocimiento popular entre gentes de todos los partidos, y obtuvo apoyos necesarios para que se le eligiera como miembro del Directorio Departamental Conservador, Diputado a la Asamblea del Cauca en distintos períodos, e integrante de la mesa directiva de dicha corporación.

 En la sencilla calidad de militante raso del partido conservador colombiano escribo esta columna de opinión,  con espíritu y talante doctrinarios necesariamente inspirados en clásicos principios de derecha, que filosóficamente me impulsan a luchar por la prevalencia del bien común, promover el repudio a toda suerte de tiranías, defender los derechos fundamentales de los seres humanos, proclamar el imperio de la Constitución Nacional, enarbolar banderas de transparencia en el manejo de lo público, y combatir  frontalmente la corrupción administrativa, los cacicazgos, el nepotismo y toda expresión gubernamental que implique abusivo ejercicio del poder.

 En el sano ejercicio de derechos políticos  y cabal cumplimiento de deberes ciudadanos, me doy a la tarea y asumo la responsabilidad de convocar a las gentes de mi partido conservador, sin temor de romper la fidelidad a precisas convicciones ideológicas, para que se sumen al propósito de reconstruir y defender, en un marco de superiores intereses comunitarios y postulados democráticos, el profundo sentimiento de caucanidad y de pertenencia que hoy tanto necesitamos.

 Dentro de tal empeño brindo y pido respaldo electoral a Santiago Zambrano Simmonds,  joven ingeniero payanés de recto y brillante desempeño en el servicio público, en el ejercicio de su profesión, y en el oficio periodístico, actividades todas en las que probadamente se muestra respetuoso del orden institucional, conocedor de los problemas estructurales que aquejan al departamento, portador de mensajes solidarios e  incluyentes expresamente difundidos desde su columna de opinión, en la que permanentemente  defiende los recursos patrimoniales departamentales, que son los de las clases populares y de la sociedad caucana en general.

 Organizaciones sociales, grupos comunales, partidos políticos, y fundamentalmente etnias y sectores raciales diversos, han manifestado su compromiso de apoyo a esta opción de cambio y transición hacia mejores formas de gobierno,  que  permitirán el desarrollo y crecimiento del Cauca en manos de un joven honesto, académicamente formado para la gerencia de proyectos, la concertación de ideas encaminadas a fortalecer la integridad territorial y las actividades productivas.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 10.05.15