Se asienta la cabecera municipal de
Morales en una de las inclinaciones amenas que descienden desde la planicie de
Popayán hacia la turística represa de Salvajina.
En tiempos recientes hubo cerca al casco urbano unos bellos rincones
naturales a los que acudían los pobladores a recoger aguas de excelente calidad,
que consideraban más saludables y puras que las conducidas por el acueducto.
El jigua, La peña, El chorro del
Cura y la chorrera de Bolaños eran quizá las fuentes mas nombradas, entre muchas otras más alejadas y caudalosas
que constituían los baños lugareños.
Con el paso de los años y los dudosos
avances del urbanismo vino a quedar el pueblo sin esos recursos hídricos,
porque la tala de bosques hizo que unos se secaran y otros sucumbieran entre
basuras, excretas y residuos sólidos abandonados en predios y vías públicas.
Para colmo de males, administraciones
municipales carentes de cualquier información sobre la importancia que hoy
tienen la preservación del medio ambiente,
la protección de fauna y flora para la debida guarda del equilibrio
ecológico, y las cautelas requeridas para luchar contra los
devastadores efectos del cambio climático, se empeñaron en construir y alargar la vida de insalubres depósitos fecales
que apestan el ambiente a lo largo de todo el casco urbano, sin atender
siquiera fallos de tutela que ordenan cegar y erradicar algunos de esos
pestilentes almacenamientos.
Consecuencia obligatoria de
semejante despropósito sanitario es que las dos pequeñas quebradas que bordean
el pueblo, nacida la occidental en la cercana vereda Matarredonda, y la oriental dentro del propio perímetro
urbano, estén convertidas en indiscutibles focos de infección que afectan
ambiente y salubridad públicas. Eso sin tener en cuenta que otro caudal cercano
recibe alta carga contaminante del botadero de basuras peor ubicado que pueda
imaginarse en los municipios caucanos, pues está en la parte alta de la
población y obviamente sus residuos químicos letales irrigan toda la cuenca
aledaña, en donde afloran pequeños
acuíferos envenenados por la inadecuada
ubicación del basurero.
No se observan en Morales unas políticas corporativas encaminadas a proteger el medio
ambiente y la salubridad pública, lo que hace entender que en ese lugar es
letra muerta lo que la Constitución Nacional consagra sobre dichos temas de
interés social, y que se necesita inmediata intervención de la Corporación
Regional del Cauca.
Queda todavía un nacimiento rescatable,
a pocos metros de la carretera Morales - Piendamó, en el asiento de leve hondonada donde Matarredonda
se deslinda del barrio Bolívar, y aunque
de pequeño caudal constituye la única e inmejorable
fuente de hidrógeno para las pútridas aguas que asedian el costado occidental
del pueblo, pero sucede que en este
instante, hoy, está amenazado por la irracional construcción de una caseta
comercial, en plena zona pública, ubicada en lo alto de la cañada, junto al
asfalto, desde donde naturalmente por fuerza de gravedad rodarán hacia el nacedero
toda clase de desperdicios y excedentes plásticos, y los residuos renales e intestinales de la
clientela, que infestarán el bosque circundante
y las propias aguas de esa fuente.
Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 18-10.13