viernes, 18 de octubre de 2013

SOS por una fuente hídrica



Se asienta la cabecera municipal de Morales en una de las inclinaciones amenas que descienden desde la planicie de Popayán hacia la turística represa de Salvajina.

En tiempos recientes hubo  cerca al casco urbano unos bellos rincones naturales a los que acudían los pobladores a recoger aguas de excelente calidad,  que consideraban más saludables  y puras que las conducidas por el acueducto.

El jigua, La peña, El chorro del Cura y la chorrera de Bolaños eran quizá las fuentes mas nombradas,  entre muchas otras más alejadas y caudalosas que constituían los baños lugareños.

Con el paso de los años y los dudosos avances del urbanismo vino a quedar el pueblo sin esos recursos hídricos, porque la tala de bosques hizo que unos se secaran y otros sucumbieran entre basuras, excretas y residuos sólidos abandonados en predios y vías públicas.

Para colmo de males, administraciones municipales carentes de cualquier información sobre la importancia que hoy tienen la preservación del medio ambiente,  la protección de fauna y flora para la debida guarda del equilibrio ecológico, y  las cautelas  requeridas para luchar contra los devastadores efectos del cambio climático, se empeñaron en construir y  alargar la vida de insalubres depósitos fecales que apestan el ambiente a lo largo de todo el casco urbano, sin atender siquiera fallos de tutela que ordenan cegar y erradicar algunos de esos pestilentes almacenamientos.

Consecuencia obligatoria de semejante despropósito sanitario es que las dos pequeñas quebradas que bordean el pueblo, nacida la occidental en la cercana vereda Matarredonda,  y la oriental dentro del propio perímetro urbano, estén convertidas en indiscutibles focos de infección que afectan ambiente y salubridad públicas. Eso sin tener en cuenta que otro caudal cercano recibe alta carga contaminante del botadero de basuras peor ubicado que pueda imaginarse en los municipios caucanos, pues está en la parte alta de la población y obviamente sus residuos químicos letales irrigan toda la cuenca aledaña,  en donde afloran pequeños acuíferos envenenados por la  inadecuada ubicación del basurero.

No se observan  en Morales unas políticas  corporativas encaminadas a proteger el medio ambiente y la salubridad pública, lo que hace entender que en ese lugar es letra muerta lo que la Constitución Nacional consagra sobre dichos temas de interés social, y que se necesita inmediata intervención de la Corporación Regional del Cauca.

Queda todavía un nacimiento rescatable, a pocos metros de la carretera Morales - Piendamó,  en el asiento de leve hondonada donde Matarredonda se deslinda del barrio Bolívar,  y aunque de pequeño caudal constituye  la única e inmejorable fuente de hidrógeno para las pútridas aguas que asedian el costado occidental del pueblo,  pero sucede que en este instante, hoy, está amenazado por la irracional construcción de una caseta comercial, en plena zona pública, ubicada en lo alto de la cañada, junto al asfalto, desde donde naturalmente por fuerza de gravedad rodarán hacia el nacedero toda clase de desperdicios y excedentes plásticos,  y los residuos renales e intestinales de la clientela, que infestarán el  bosque circundante y las propias aguas de esa fuente.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 18-10.13