miércoles, 26 de octubre de 2011

La hora de la verdad



Claro que debemos participar,  el deber ciudadano es votar y elegir, pero no de cualquier manera, ni al primero que aparezca.

Muchas cosas se dijeron y pocas son realizables. Los candidatos nos prometieron todo, pero no consultaron  las limitadas competencias asignadas a los cargos  que se disputan.

Eso no es nuevo, siempre ha sido así, y por eso hemos transitado sin derroteros específicos que nos conduzcan a mejores espacios, deambulamos sin carta de navegación segura, sin metas concretas, sin cifras, sin cálculos, sin seriedad.

A la masa le meten cuentos,  nos meten cuentos porque todos somos masa, y unos pocos astutos, una parranda de avispados, engreídos y hasta insolentes, son los que resultan liderando redenciones y  apropiándose las banderas de nuestros ideales para hacer de ellos un caldo enfermizo, tóxico y casi mortífero.

¿Desde cuándo les es lícito a los ganosos de figuración y de regalías gritar tantas  frases   insubstanciales, y construir semejante parafernalia de consignas livianas con las que hipnotizan y subyugan?

Parece que desde siempre. El rápido vistazo a la historia nos presenta un cúmulo de frustraciones, doctrinas arrugadas, esperanzas muertas, latrocinios y fechorías impunes que dramáticamente aprendemos a olvidar.

En Colombia controlan la política quienes no deberían hacerlo, por eso suelen ganar las  elecciones quienes no merecen gobernarnos; esa es la dolorosa injusticia que arde sobre el altar de nuestra democracia.

Pero pensándolo bien, en esta oportunidad nadie ha ganado ni perdido, apenas estamos en el pulso, hasta ahora estamos midiendo fuerzas, aún estamos mirándonos a los ojos y conteniendo la respiración,  Estamos a tiempo para ganar.

Y a eso sí que nos debemos comprometer, en eso de ganar sí que tenemos que poner neuronas y corazón,  porque para el Cauca no es bueno volver a  perder ni abrir caminos para seguir perdiendo.

Debemos renunciar al pernicioso tanteo electorero que nos insinúan los traficantes de encuestas, y aplicarnos a la juiciosa  búsqueda de soluciones que erradiquen nuestros problemas comunes.

Si en política hemos terminado expuestos al aleatorio juego de oferta y demanda, pues pongamos la demanda social por encima de la oferta demagógica, rechacemos el engaño, repudiemos lo de siempre, la maquinaria, la venalidad, la imposición, los guiños, y  aseguremos la razonable satisfacción de nuestras necesidades colectivas.

Al gobernante capaz y probo lo encontramos si encendemos las luces del sano razonamiento y  las limpias intenciones.

No pongamos la conciencia en pública subasta,  eso nos condena al silencio. Lo ideal es el voto ético y acrisolado para poder preservar la autoridad moral que nos permita denunciar a quienes  intenten defraudarnos.

Descartemos a enredados repitientes que ya fueron probados y no dieron resultados, abramos puertas a nuevas generaciones inteligentes y bien estructuradas que piden pista con excelentes títulos y suficiente oficio. El Cauca necesita sepultar las mulas muertas que hacen intransitables los caminos de la modernidad. Hay jóvenes con el cariz necesario para airear los fétidos reencauches que la política tradicional propone.

Los verdes, en Santiago Zambrano Simmonds, tienen la figura fresca y la mejor personalidad para gobernar al Cauca.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán,  16.10.11