Necesitamos
que el presidente Santos afine, el país no soporta el ciego mensaje que los terroristas
lanzan por televisión, mientras barruntan
la posibilidad de continuar presionando los acuerdos, no la paz, con acciones
violentas. Dan ellos a entender que el delito es su mecanismo preferido para
lograr los propósitos del grupo, para ablandar al gobierno y buscar que los diálogos se prolonguen en el
indefinido marco del cese bilateral de hostilidades.
En ese sentido
puede interpretarse la intervención de alias "Alape", quien vino a
ejercer como cabecilla de la banda que secuestro al general. Ocurrida la liberación apareció el guerrillero
en las pantallas, esta vez no como negociador sino como secuestrador, diciendo,
más o menos, que el secuestro sirvió para demostrar que lo que sucede en Colombia,
es decir sus acciones violentas, sí afectan las conversaciones en Cuba.
Quieren
convencernos de que la tregua bilateral permitirá negociar sin interrupciones,
pero no dicen durante cuántos años harán política con las armas en la mano.
Nos
traen de amenaza en amenaza, hace pocos días fue "Timochenko" quien resaltó
la vulnerabilidad del general Alzate si no cesaban los operativos de la fuerza
pública en territorio chocoano.
Esos
mensajes deben valorarse en su contexto mafioso, conllevan una carga conminatoria:
si el gobierno no se ajusta al querer del grupo narcoterrorista seguirán los episodios
que generan dolor y desesperanza entre el pueblo y entre las élites.
Con la
liberación de secuestrados, publicitariamente pretenden presentarse como gestores
de paz, apóstoles de convivencia y emisarios de reconciliación, mientras olvidan
coetáneos atropellos agotados en López de Micay, Gorgona, Jamundí, Suarez, y
otros lugares donde la policía es blanco de ametrallamientos y ataques
dinamiteros, e intentan acallar el secuestro de un niño en Caldono.
No está
el palo para cucharas. El terrorismo de los últimos días, busca condicionar al
gobierno no solo para renegociar lo ya negociado y alargar el conflicto en que
se amparan los diálogos, sino para conseguir que nos olvidemos de su pasado y
les agradezcamos medio siglo de infamia.
Quieren
lograr rápido lo que siempre han buscado, no pagar condenas, no indemnizar a
sus víctimas, obtener graciosas curules
parlamentarias, blanquear su inmensa fortuna, y no entregar las armas.
Con el
eterno sofisma de la paz, que la hacen suya, quieren cambiarnos la lengua por
un alpargate y piden armisticio, institución del derecho internacional que no
pone fin al conflicto, y sólo es aplicable a confrontaciones armadas de
carácter internacional, guerra interestatal, sin que sea necesario entregar las
armas porque en cualquier momento se pueden reanudar los combates.
En ese
plan, después de las liberaciones, el primero en copar la pantalla chica fue
alias "Márquez", quien con sosegada palabrería curialesca y sin rubor
alguno reclamó la necesidad del armisticio, dizque porque suena incoherente
hablar de reconciliación mientras se atiza la guerra. Lo que no dijo es que son ellos los que le meten
combustible a la hoguera.
Ñapa.
Admirables palabras de Tabaré Vásquez al ganar las elecciones: "Necesito a
los uruguayos, pero no para que me sigan, sino para que me guíen."
Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 30.11.14