El despampanante fiero a la legitimidad
institucional colombiana, ocurrido en Conejo, bajo patrocinio del primer
obligado a guardar la Constitución, y que comienza a tomar visos anecdóticos,
porque algunos lo equiparan con la costumbre nacional de perorar en plaza pública bajo custodia y protección de
las fuerza oficiales, llama a serio replanteamiento del extendido coloquio
habanero.
Claro está que orinan fuera del mate quienes
igualan ejército y policía nacional con un piquete de armados irregulares. Una
cosa es bailar con quimbas, y otra con alpargatas.
Lo cierto es que a los señores del monte nada
les gusta, nada les sirve, y nada los convence. Mientras tanto el postulante a
Nobel se juega entero para aquerenciarlos y complacerlos. Obvio que ellos no se
dejan aquerenciar, todo lo contrario, están aquerenciando a las élites, por lo
menos así lo demuestran los cuchicheos de Santiago y Leyva con algunos uribistas
encanados.
Ellos, los bandoleros que tienen pendientes
con la justicia, por encima de todo intentan no pagar la deuda, y lo van a
conseguir. Pero además trabajan para implantar sus usos y costumbres. Aquí ya
no se fumigan los cultivos ilícitos, ni se controla el evidente tráfico de
precursores químicos para el procesamiento de narcóticos, ni se le hace
inteligencia y seguimiento a ningún patrón, y el narcotráfico hace su tránsito
a delito político.
"Gabino" camina como si ninguna captura lo esperara, y hasta
acude a celebraciones que uno no se explica, porque incomprensible resulta que
el grupo culpable de la muerte del padre Camilo, el ELN, ahora lo quiera subir
a los altares, después de forzarlo a morir como manso cordero. El testimonio lo da Jaime
Arenas Reyes en su histórica disección del grupo armado. El que quiera puede leer "La guerrilla por dentro", en dónde
queda claro que al Camilo guerrillero no
lo valoraron en su dimensión intelectual, "... y no pasó de ser un soldado
raso en las filas del ELN."
Pero para no dilatar tanto, y vista la clara intención
de refundar la patria mediante una Constituyente, que para allá van, vale
proponerle al pueblo, que siempre paga con
vidas y con plata, impulsar la fórmula del rasero: o todos en la cama, o todos
en el suelo. Resultaría más barata, más igualitaria, y menos ignominiosa.
El asunto es que en Cuba están fraguando unas
fórmulas retorcidas para lavar las fortunas de la cocaína; están ingeniando un
tribunal ad hoc, inconstitucional por cierto, para enjuiciar a todo el mundo; quieren
fraccionar el territorio nacional en
parcelas exclusivas para el crimen y los criminales; y desean legislar como egregios defensores de
la democracia, mientras la tal paz quedará
en vilo, porque muchas víctimas no soportarán el chocorazo de entrar a las
cárceles mientras sus victimarios salen de ellas.
Más ágil y menos traumático es liberar por
parejo a todos los presos, dejar barridas las cárceles, archivar todas las
investigaciones en curso, y arrancar de nuevo. Para eso sólo se necesita un
referendo con una única pregunta: ¿Nos fumamos el cacho de la paz?
Miguel Antonio Velasco
Cuevas
Popayán, 28.02.16