jueves, 22 de diciembre de 2011

El género confuso



Para dónde vaya la humanidad no lo sabemos. Históricamente nunca se sabe hacia donde se dirige. Va y viene, sube y baja, se invierte y se revierte sin perder su esencia, por lo que nunca deja de ser humanidad.

Pero aún así, siempre estaremos anhelando buena organización y excelente liderazgo para que subsista la solidaridad entre los pueblos, se preserven las buenas costumbres, se intensifique la protección del medio ambiente, y se haga conciencia universal sobre la procreación responsable.

Construir un mundo en el que valga la pena vivir es nuestra tarea inaplazable.

Por ahora, mientras nos pastorean hacia esa etapa fabulosa del Estado social y democrático de derecho,  ocupémonos de asuntos más tibios y más grises, pero menos fantásticos, porque de veras pertenecen a la agenda  tangible de estos tiempos reales.

El matrimonio de la Fiscal General  es un episodio tibio y gris, pero afortunadamente, porque tiene connotación familiar, encuadra en los lineamientos del derecho positivo y el derecho natural.

Lo que sí sorprende es la felicidad que embarga a la ministra australiana de Finanzas Penny Wong, quien acaba de tener su primera hija sin sufrir los dolores del parto;  ni más faltaba que toda una ministra tenga que parir en pleno sigloXXI; para eso está la resignada Sophie Allouache, su pareja lesbiana que no sólo satisface las aspiraciones paternales de la ministra, sino que le ahorra la incomoda tarea de amamantar la cría ante el concejo de ministros.

Otro suceso inopinado, ocurrido dentro de nuestro novelesco andamiaje normativo; que “ampara la familia como institución básica de la sociedad” (Art. 5º C.N.);  fue el  protagonizado por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, al  entregar en adopción a dos niños  para que tengan por mamá al periodista norteamericano Chandler Burr,  sin que el adoptante extranjero se moleste, porque, como en el caso de la ministra padre, él  resultó ser un periodista madre.

Entender estos asuntos de género confuso no resulta fácil para quienes aprendimos otros conceptos sobre familia y crianza, pero el mundo de ahora es así, y carentes de explicaciones biológicas, tendremos que comprender sus reveses a punta de jurisprudencia, se supone que jurisprudencia muy autorizada, porque como en los Altos Tribunales del planeta tierra también se cuecen habas, algunos colegiados gustan de movimientos en cualquier sentido, aunque en condiciones normales debieran hacerlo en uno único.

Si la reforma educativa que se avecina asume, de manera frontal e integral, los  espinosos temas de paternidad y maternidad responsables, no cómo situaciones incidentales de género, sino como funciones morales ineludibles, derivadas de la naturaleza humana, y encaminadas a la conservación de la especie, daremos un paso gigantesco en planificación familiar, y en la adopción temprana de métodos anticonceptivos que nos ahorren la afrentosa disputa política sobre la conveniencia o inconveniencia clínica del aborto.

Feliz navidad y venturoso año para todos, inclusive para  los de género confuso.

Coletilla: Ya una reina de belleza nos había advertido que “...hombre con hombre, mujer con mujer, del mismo modo en el sentido contrario... el mundo está evolucionando... ”.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 18.12.11

viernes, 9 de diciembre de 2011

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Las Farc han dejado de existir



Para muchos, afirmar escuetamente que las Farc no existen, podría significar  la simple exteriorización del deseo, pero, bien vistas las cosas, esa es una verdad tajante.

Siempre se nos dijo que en sus comienzos, reclamando la restitución de semovientes y aves de corral, alias Tirofijo pretendió reivindicar derechos y pertenencias que estéril confrontación partidista  les había arrebatado a  campesinos colombianos.

Y el largo aliento vital de Tirofijo, sembrando  dolor y odios en los campos colombianos, hizo que el mundo equiparara la longevidad del bandido a la permanencia y continuidad de su alzamiento.

Sin embargo, las acciones de facinerosos sumados a sus filas marcaron pautas y dejaron  huellas que desdibujan el prístino objetivo de una revolución popular.

El  grupo armado, definitivamente ajeno a las luchas sociales, se enriqueció con el producto del secuestro y la extorsión, a lo que sumó el control de mercados negros, no sólo de drogas ilícitas, sino de  oro, esmeraldas, uranio, y otros minerales irregularmente explotados en territorio colombiano y zonas fronterizas.

Dolorosamente algunos sectores, desheredados de la sociedad colombiana, confundían el negocio del secuestro con gestos de caridad guerrillera, que dizque buscaban quitar a los ricos para dar a los pobres, y multitudes creían que la guerrilla  erradicaría desigualdades, latrocinios y corruptelas.

Hasta cuando el pueblo colombiano comprendió los verdaderos propósitos delincuenciales y terroristas de esa banda armada que, respaldada por Cuba y la Unión Soviética, gestionaba su reconocimiento universal  como ejército insurgente.

Pretendieron venderle a la humanidad un Caballo de Troya, con arreos de alzamiento popular, en el que se ocultaba la amarga pesadilla de un imperio mafioso.

Lo que hoy hay allí no es un ejército del pueblo, ni eso tiene un  mando narcoguerrillero unificado,  una supuesta salida negociada  desactivaría algunos frentes delictivos, mientras otros harían tránsito a nuevas bandas criminales dispersas por la geografía nacional, como ya sucedió con el sometimiento de los carteles y el paramilitarismo.

El cobarde fusilamiento de secuestrados a manos de sus captores “trogloditas”, bien denominados así por el sobreviviente Luis Alberto Erazo, desenmascara para siempre a la organización mafiosa en que se transformó la cuadrilla de Tirofijo.

Los duros términos utilizados por alias Timochenko en su airado reclamo por la baja de alias Cano, traslucen las lamentables malformaciones ideológicas en que la barbarie criminal pretende atrincherarse,  para sustentar su engañosa prédica de las reivindicaciones sociales.

Algo más que “amenazante y brutal” resultó el propio Timochenko, quien “salvajemente”  mató a cuatro seres humanos, con “métodos notoriamente desproporcionados”, para señalarnos, al Presidente Santos, a todos los colombianos, y particularmente a quienes aún permanecen cautivos tras sus alambradas de púas, que nos dará “el mismo tratamiento”. Pero no nos dejaremos  amedrentar de ese modo Timochenko, no nos dejaremos amedrentar.

Coletilla: Apartes del citado reclamo  pueden consultarse en http://www.eltiempo.com/colombia/otraszonas/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-10799385.html

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 30.11.11

jueves, 24 de noviembre de 2011

Para poderles creer



Nada es fácil, ni siquiera lo que cuente con la venia de quienes tradicionalmente ponen y disponen.

Las complejidades del Cauca y Popayán, el desplazamiento forzado de campesinos, el abandono de tierras ganaderas, el auge de cultivos ilícitos, la minería ilegal financiada por bandas criminales, la indisciplina social, la profunda crisis de valores, la inveterada costumbre de amañar la contratación administrativa, el incremento del desempleo y el consecuente desbordamiento delincuencial en zonas urbanas y rurales, son capítulos densos para cualquier mandatario.

Cierto es que las intenciones se muestran sanas, y que la prédica electoral incluyó promesas de lucha anticorrupción, pero nada bueno puede anticiparse a la hora de las partijas burocráticas dentro de las administraciones que se avecinan.

Las atípicas alianzas ganadoras, por la disparidad de tendencias que aglutinan, son seguro semillero de contrariedades ideológicas y programáticas al momento de gobernar.

Conocimiento, talante, talento y prudencia en la negociación política, son las habilidades a mostrar por los nuevos ordenadores del gasto público, y verdaderos responsables del éxito o desbarajuste administrativo que su cuatrienio nos deje.

Al departamento le llega la irreversible desbandada guerrillera procedente del sur del Tolima y norte del Huila, en donde esos armados ilegales han perdido importantes asentamientos históricos.

La lucha guerrillera del futuro es por el control del Pacífico, en las planicies costaneras de la Cordillera Occidental, y por el dominio de los corredores estratégicos que comunican con la Cordillera Central.

Las bocanas del río Patía, el Napi, Saija, bajo Micay, el caudaloso Naya y todos los esteros selváticos que permiten navegación liviana, desde Tumaco en Nariño hasta Buenaventura en  el Valle, son los nuevos escenarios de la guerra en que se involucra al departamento del Cauca.

Guapi, López y Timbiquí, olvidados municipios del litoral caucano, son posiciones estratégicas para el trafico de estupefacientes en que ya están inmersos Argelia, El Tambo, Cajibío, Morales y Suárez, que a su vez limitan con los costaneros, y por donde existen desfiladeros hacia el interior del departamento y el país.

Dicho de otra manera, el Cañón de Las Hermosas será cambiado por casi todo el departamento del Cauca, puesto que desde las cimas de la Cordillera Central en el norte y centro del departamento, Tacueyó, Toribío, Jambaló, Mosoco, y desde las alturas del Macizo de Almaguer, soportaremos el embate violento de las Farc para mantener sus corredores hacia el Océano Pacífico.

Muy fino tendrán que hilar el Gobernador del Cauca y el Alcalde de Popayán, en la provisión de recursos logísticos, asistencia social, y facilitación de créditos blandos, especialmente al sector agropecuario, con el propósito de afianzar la sana productividad y fortalecer financieramente a los pobres y a los desempleados, para quitarles la humana tentación de vincularse a las milicias, a los combos de sicarios, o a los grupos de raspachines que, muy bien pagos, ya se resisten a recolectar café y a ejecutar lícitas faenas  del campo.

La clave de la prosperidad se funda en la inclusión de jóvenes marginados y no en    el reparto de prebendas que reclaman viejos empresarios electorales.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 16.11.11

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Paz y felicidad



La paz y la felicidad se parecen en que, una vez perdidas, nunca se regresa a ellas.

El mundo en su  caótica existencia, porque desde cuando era caos era mundo y nunca ha dejado de ser caos, ha ido y venido haciendo eses y erres en busca de imposibles que ilusionan y matan.

La Operación Odiseo inscribe a Colombia en lista de espera para volver a los esquivos terrenos de la paz feliz,  pero muchas eses y erres vamos a describir  antes de toparnos un mísero remedo de tan alto ideal.

Milan Kundera, auténtico filósofo de la vieja Bohemia, en el introito de su novela  “La ignorancia”, con suaves oleajes semióticos nos pasea por las etimologías griegas, y nos empuja hasta las playas de Ítaca  para mostrarnos a Odiseo como “el mayor aventurero y nostálgico de todos los tiempos”.

Pero en búsqueda de la esencia de las cosas, suprema tarea del filosofo, nos apabulla con su definición de nostalgia: “sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar”.

Por cuanto que nuestro Odiseo, como Ulises en La Odisea, encarnan al nostálgico aventurero de Kundera, largas luchas  y  cruentos sacrificios serán necesarios en tránsito hacia ese destino imposible, la felicidad de la paz.

Bueno sería poder sentarnos a decretar la pronta concreción de un sueño. Eso es el testamento de Bolívar, un bello sueño a cuya realización anhelaba  que  contribuyera su muerte.

El terrible itinerario de nuestros últimos quinientos años no da para bonitas previsiones. Tal parece que el infortunio de nuestros países, como el de los que inspiran a Kundera, “consiste en la ausencia total de esperanza”.

Desolador panorama, sí, pero no menos realista. Imposible olvidar que frente a viejas verdaderas democracias, de la nuestra se dice que no pasa de ser una joven democracia en formación.

No han transcurrido aún doscientos años desde el triunfo de nuestra rebeldía contra el coloniaje, y sangrientas confrontaciones intestinas han caracterizado nuestro devenir republicano. Nuestras guerras nacieron con la llegada de Colón, y la última de ellas, talvez más dolorosa que las otras, está en pleno desarrollo.

Acabamos de ganar una batalla, y no cualquier batalla, pero quedamos sin saber cuando terminará la guerra.

Bendita sea la Providencia que guía a nuestros soldados y les muestra caminos transitables para debilitar al enemigo. Honrados sean los valerosos militares que ahora hacen Patria a costa de su tranquilidad personal y  a expensas de la tranquilidad de sus familias. Los colombianos que aplaudimos sus victorias, que son nuestras, no tenemos con qué retribuirles el bien que hacen a la sociedad.

Mas  ¿cuál será la respuesta de los antisociales que pululan en campos y ciudades, ansiosos ellos de riqueza rápida, sedientos de figuración y poderío dentro de unas organizaciones marginales, carentes de frenos morales, y afianzadas en el ejercicio de la  barbarie?

Los días que nos esperan son difíciles, muníficas fundaciones internacionales que para todo se prestan ya deben estar pertrechando la zaga de milicianos, mortíferos herederos de una cuadrilla violenta y peligrosamente adolorida por la baja de su cabecilla insepulto.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 06.11.11

miércoles, 26 de octubre de 2011

La hora de la verdad



Claro que debemos participar,  el deber ciudadano es votar y elegir, pero no de cualquier manera, ni al primero que aparezca.

Muchas cosas se dijeron y pocas son realizables. Los candidatos nos prometieron todo, pero no consultaron  las limitadas competencias asignadas a los cargos  que se disputan.

Eso no es nuevo, siempre ha sido así, y por eso hemos transitado sin derroteros específicos que nos conduzcan a mejores espacios, deambulamos sin carta de navegación segura, sin metas concretas, sin cifras, sin cálculos, sin seriedad.

A la masa le meten cuentos,  nos meten cuentos porque todos somos masa, y unos pocos astutos, una parranda de avispados, engreídos y hasta insolentes, son los que resultan liderando redenciones y  apropiándose las banderas de nuestros ideales para hacer de ellos un caldo enfermizo, tóxico y casi mortífero.

¿Desde cuándo les es lícito a los ganosos de figuración y de regalías gritar tantas  frases   insubstanciales, y construir semejante parafernalia de consignas livianas con las que hipnotizan y subyugan?

Parece que desde siempre. El rápido vistazo a la historia nos presenta un cúmulo de frustraciones, doctrinas arrugadas, esperanzas muertas, latrocinios y fechorías impunes que dramáticamente aprendemos a olvidar.

En Colombia controlan la política quienes no deberían hacerlo, por eso suelen ganar las  elecciones quienes no merecen gobernarnos; esa es la dolorosa injusticia que arde sobre el altar de nuestra democracia.

Pero pensándolo bien, en esta oportunidad nadie ha ganado ni perdido, apenas estamos en el pulso, hasta ahora estamos midiendo fuerzas, aún estamos mirándonos a los ojos y conteniendo la respiración,  Estamos a tiempo para ganar.

Y a eso sí que nos debemos comprometer, en eso de ganar sí que tenemos que poner neuronas y corazón,  porque para el Cauca no es bueno volver a  perder ni abrir caminos para seguir perdiendo.

Debemos renunciar al pernicioso tanteo electorero que nos insinúan los traficantes de encuestas, y aplicarnos a la juiciosa  búsqueda de soluciones que erradiquen nuestros problemas comunes.

Si en política hemos terminado expuestos al aleatorio juego de oferta y demanda, pues pongamos la demanda social por encima de la oferta demagógica, rechacemos el engaño, repudiemos lo de siempre, la maquinaria, la venalidad, la imposición, los guiños, y  aseguremos la razonable satisfacción de nuestras necesidades colectivas.

Al gobernante capaz y probo lo encontramos si encendemos las luces del sano razonamiento y  las limpias intenciones.

No pongamos la conciencia en pública subasta,  eso nos condena al silencio. Lo ideal es el voto ético y acrisolado para poder preservar la autoridad moral que nos permita denunciar a quienes  intenten defraudarnos.

Descartemos a enredados repitientes que ya fueron probados y no dieron resultados, abramos puertas a nuevas generaciones inteligentes y bien estructuradas que piden pista con excelentes títulos y suficiente oficio. El Cauca necesita sepultar las mulas muertas que hacen intransitables los caminos de la modernidad. Hay jóvenes con el cariz necesario para airear los fétidos reencauches que la política tradicional propone.

Los verdes, en Santiago Zambrano Simmonds, tienen la figura fresca y la mejor personalidad para gobernar al Cauca.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán,  16.10.11

martes, 11 de octubre de 2011

Un siglo después



Hace un siglo en el poblado moralense, el 12 de octubre de 1911, nació Miguel Antonio Velasco Mera.

Ese jueves, fiesta de la raza y día del árbol, bajo el característico  techo de paja  que cubría las casas levantadas durante el siglo XIX, cerca a la capilla consagrada al culto del Patrono San Antonio de Padua, dentro de la franca sencillez y amorosa austeridad del hogar formado por Néstor Velasco y Romelia Mera,  llegó a la vida Miguel Antonio el segundo de sus hijos.

La casa paterna se asentaba en el fondo de la hondonada que durante la infancia conocimos con la bucólica denominación de Guaicoseco, a la vera derecha del camino nacional, sobre el trecho que desde la iglesia parroquial  conduce al “Colegio Francisco Antonio Rada”.

Al norte del pueblo, costado occidental del “Parque Los Fundadores”, en donde a mediados del siglo pasado existió el almacén de los Velasco Cuellar, allí  tuvo su sede comercial la familia Velasco Mera, que hasta la muerte de don Néstor se dedicaba a la venta de paños, sedas y adornos  importados, artículos adquiridos en el “Bazar Francés”, emblemática tienda del viejo Popayán, cuyo propietario Arquímedes Velasco era hermano de Néstor y tío de Miguel.

En muy temprana juventud, a la muerte del padre, Miguel Antonio se traslada a Cali, donde aprende mecanografía y contabilidad en las llamadas Escuelas de Comercio, y así logra vincularse a la vida de oficinista, inicialmente como escribiente de la alcaldía de Miranda, luego como fiel en una empresa azucarera que entonces comenzaba a florecer al sur del Valle del Cauca, y después como asistente contable del banco Agrícola Hipotecario, que para la época dirigía don Abel Cruz Santos.

Flechado por Cupido regresó a Morales,  en junio de 1938, para contraer matrimonio  con Margarita María Cuevas Velasco, hija de Samuel Cuevas y Josefina Velasco, y  en ese hogar formado por Miguel y Margarita,  nacimos Nilson, fallecido a tierna edad, Harold, Miguel, y Lucía Velasco Cuevas que sobrevivimos.

Desde ese tiempo agenció allí  sus negocios particulares, en compraventas de café,  carbón vegetal, maderas redondas y aserradas que transportaba hasta Cali  en los añorados Ferrocarriles  del Pacífico, y cuando el negocio maderero creció, fletaba embarcaciones marítimas  a cupo completo, con maderas aserradas que desde Salahonda, en la Costa del Pacífico nariñense, llegaban primero a Buenaventura, y luego se transbordaban a las planchas ferroviarias para subirlas a Cali.

Recorrió los caminos de la política con el orden y la honradez como ideales, sirvió a sus gentes, trabajó por el terruño y la comarca, en múltiples contiendas electorales abanderó la causa del partido conservador para integrar los concejos municipales de Morales y Timbío, y en dos oportunidades llegó a la Asamblea  Departamental del Cauca  y presidió su mesa directiva.

Miguel Antonio Velasco Mera, en el centenario de su natalicio, nos permite evocar tiempos idos, cuando el amor de hogar, el sentido de responsabilidad integral,   y los compromisos de solidaridad social, conformaban la estructura familiar que fundaba pueblos prósperos  y marcaba rumbos ejemplares.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, octubre de 2011

sábado, 8 de octubre de 2011

Fecha memorable

Al señor director académico,
al cuerpo de docentes y
a  la comunidad estudiantil del Colegio Francisco Antonio Rada
Morales (Cauca)

En las redes sociales he visto algunas fotografías alusivas a reciente  conmemoración académica.

Con orgullo y satisfacción de moralense, comparto con ustedes la alegría de celebrar el cuadragésimo aniversario del Colegio Francisco Antonio Rada.

A propósito de tal efemérides, muy respetuosamente les informo que, el próximo miércoles 12 de octubre de 2011, se cumple un siglo del nacimiento de don Miguel Antonio Velasco Mera, promotor y entusiásta gestor de la creación de esa  Institución Educativa.

Evidentemente, desde su escaño en el concejo municipal de Morales, desde la alcaldía que ejerció en dos oportunidades, y desde la Vicepresidencia de la Asamblea Departamental del Cauca, impulsó y obtuvo la aprobación de las ordenanzas que crearon y dieron el nombre al Colegio.

Me parece importante que en esa fecha centenaria, como gesto de legítima recordación y reconocimiento a tan loable iniciativa, se haga alguna mención, o al menos se guarde un minuto de silencio, para honrar la memoria de quien abrió puertas a la educación y la cultural  de niños y jóvenes moralenses.

Con afecto,

Miguel Antonio Velasco Cuevas

jueves, 6 de octubre de 2011

¿Blanco, negro, indio o mestizo?


¿Blanco, negro, indio  o  mestizo?

Al negro o al rojo, al treintaiseis o al doblecero, hagan sus apuestas,  gira la ruleta, no va más.
Así estamos en el Cauca, como en un garito, cuando debiéramos estar como en el Paraninfo, atentos a las proclamaciones de excelencia, y prestos para las aclamaciones por la  buena nota, el óptimo rendimiento o  la ejemplar conducta.
Pero no, el Cauca lo ha ido perdiendo todo. Desde el primero de marzo de 1540, cuando nuestro señor el Emperador Carlos V creó la Gobernación de Popayán, cuya jurisdicción iba desde Pasto hasta la Serranía de Abibe, mas tarde desde el río Mira hasta Panamá y desde Otavalo hasta los límites con Brasil y Venezuela, desde cuando éramos la mitad de
Colombia hasta el rincón que ahora somos o nos queda, es mucho lo que tenemos por lamentar.
Lo que sí hemos conservado intacto es el sometimiento y el acatamiento a nuestros señores, esos personajes invisibles, que no son el Emperador, pero que actúan y nos quieren  empujar como si lo fueran.
Seguramente en ninguna otra parte del territorio nacional se cumplen órdenes más absurdas, se atienden más indignas indicaciones, o se consienten más delincuenciales conductas que en el Departamento del Cauca.
En los tiempos recientes, nada más humillante que el bloqueo de la carretera Panamericana, en el sector del Cairo, cuando los señores parlamentarios caucanos, todos sin excepción, asumieron el cómplice comportamiento  del que nada tiene que ver,  y ninguno levantó la voz para denunciar que estábamos sitiados por una mesnada al servicio de la delincuencia narcotraficante que comandaba alias Don Manuel, mejor y más conocido como Tirofijo, ahora astutamente infiltrada en altas esferas del establecimiento y cobardemente dirigida por alias Alfonso Cano.
Eso sin detenernos, claro está, a llorar sobre la leche derramada, porque para qué dolernos del mandato que confiamos a Floro Tunubalá, dizque para darle una bofetada a la clase dirigente, y terminamos como los payasos circenses, dándonos la bofetada nosotros mismos; o para qué referirnos a la platica de la salud, que vía Probolsa, voló, voló y voló.
Parados en el punto de las definiciones, y bien parados, como a hidalgos caballeros corresponde, mal haríamos si volvemos a las andanzas de siempre, dejando que desde Bogotá nos indiquen por quién hay que marcar el tarjetón.
Los indígenas no tienen candidato con el programa, la capacidad, ni las buenas recomendaciones que un candidato a la Gobernación del Cauca necesita, así algunos conservadores, ávidos de lentejas, hayan resuelto que Temis cumple con esas exigencias.
Tampoco lo tienen los hermanos afro, porque de su risueño candidato Pacho ninguna garantía podemos esperar, si es que nos detenemos a pensar en las terribles declaraciones de su jefe, el interno Martínez Sinisterra Juan Carlos, quién sin ambages asegura que la política es mejor negocio que el narcotráfico.
De hecho a nosotros no nos interesan negociantes en la administración pública, lo que  sí nos interesa es la excelencia en el manejo de la Cosa Pública, virtud  socioeconómica que para nada cuenta en los múltiples movimientos pseudopolíticos que  dicho interno comanda.
Los blancos, con ese candidato de bonachona sonrisa nórdica, con ese empresario futbolero fracasado, que con clara mirada futurista dicen que se pagaba los sueldos  por adelantado, con ese candidato digo,  nos causarían enormes desconsuelos financieros, porque, seguramente, ningún caucano está dispuesto a que también  las regalías corran el riesgo de pago adelantado, como indelicadamente hasta ahora sucede con las vigencias futuras.
En síntesis, para proyectar bien el Cauca, para curarnos en salud y evitarnos dolores de conciencia, la mejor opción es la que contiene lo nuevo y promisorio, la que tiene nítido  timbre de seriedad y altos  vuelos de capacidad, la del candidato de los mestizos, el que con su apellido europeo es más nuestro que cualquiera de los otros, al que sí podemos otorgar  las mejores calificaciones y darle el aplauso sincero de aspirante meritorio, porque fue el primero, tal vez el único, en presentar un programa coherente, aterrizado y ejecutable, para sacar al Cauca del deterioro institucional y de la pobreza material que lo corroen.
Si de cierto queremos darle aire de renovación a la comarca, y si es verdad que estamos interesados en airear el pestilente ambiente de las oficinas públicas, lo mejor, lo indicado, lo razonable y lo aconsejable es que marquemos el tarjetón con la tinta verde de la esperanza.
El Cauca necesita un gobernador sin lastres, un gobernador que haya vivido en el Cauca, y fundamentalmente un gobernador que haya sido capaz de empujar su candidatura, contra viento y marea, marcando un rumbo diferente al que la brújula del pasado quiere seguirnos marcando.
Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, octubre 6 de 2011

miércoles, 28 de septiembre de 2011

La generación fracasada



Quienes pertenecemos a ella, a la generación perdida, estamos llamados a responder por el inmenso daño que Colombia ha sufrido.

Incapaces fuimos de contener la violencia heredada, carentes de reciedumbre moral dejamos agigantar la corrupción que es el más grave de nuestros fracasos, perdidos en malsanos humos de prepotencia intelectual desperdiciamos las energías juveniles gritando consignas ajenas, y vinimos a naufragar en el peor de los mares, el de la impunidad.

Terrible juicio nos espera, nada que hacer, surtido el trámite vital, finalizado el tiempo de la acción, es poco, casi nada lo que podríamos rescatar.

Llegamos a la vida tras la confusión de un magnicidio, y de una dictadura, que sólo sirvieron para marcar partida a nuevas hecatombes no superadas.

Instalados placidamente en la partija  milimétrica,  generosamente ideada para compartir burocracia, pero no para estructurar país, ni para alinderar convicciones ideológicas, resultamos inmersos en el caos apestoso de una patria avispada y rapaz, codiciosa, cínica y delincuencial.

Gobernantes blandengues, amanerados y perversos,  permitieron la quema de las Cortes, consintieron el cogobierno de los bandidos con quienes se asociaron para ganar  batallas menores, y les facilitaron la fuga desde sus catedrales para que acudieran a reformar las instituciones superiores.

En todos esos años, víctimas de su propia negligencia y de lamentables inconsistencias espirituales, ávidas de alcohol, de tamal y de contrato, cada que les  mostraron la bayeta asistieron las masas a engullir malformaciones conceptuales.

Perdieron el tiempo nuestros mayores, quienes lucharon y murieron en defensa de ideales, perdieron el tiempo nuestros maestros, que sí lo eran, y en quienes no desciframos el mensaje de altura y dignidad que nos transmitieron con franqueza, y perdimos nosotros, que lo perdimos todo, hasta el honor de vivir para luchar por nuestra propia causa.

Ganan los otros, los que desde antes y hasta ahora son amos y señores de unos territorios carentes de Estado y  plenos de ilicitud. Los que nada tienen por perder porque desconocen el ideal, los que secuestran y extorsionan, matan y roban , talan bosques y siembran vicio, minan senderos y dinamitan puentes; ganan los que nunca debieron ganar, pero que con dádivas pusieron de su lado a los encargados de defender lo común y lo social. Ganan los que accedieron al ejercicio político por el terror que infundieron con sus armas y por la dolorosa connivencia de quienes pactaron con el crimen  para agenciar, desde las entrañas del establecimiento, múltiples episodios de barbarie.
                                       
Bendita sea la hora en que nuevas inteligencias, mejores brazos y nítidas voces de rescate  se hagan cargo de conducirnos a puerto seguro. Las altivas generaciones que ahora aspiran a  cargos de comando tienen la formidable tarea de corregir el rumbo, y dedicarse con pasión a buscar horizontes de  grandeza para esta Colombia enferma que les dejamos por legado.

Si de alguna manera queremos concurrir a reparar el daño, debemos derrotar a los mismos dañinos de siempre  que ya se alistan para repetir sus conocidas tropelías.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 26.09.11

miércoles, 21 de septiembre de 2011

El compañero Angelino



El roce entre el Presidente Santos y el Vicepresidente Garzón abre espacio a debate que no quedará bajo el tapete de  limadas asperezas.

Cuando Santos candidato  nos sorprendió, escogiendo al compañero  Angelino para ocupar la Casa de Nariño, no tuvimos sentido del gusto para saborear bocados  y tragamos entero.

Entendimos que el candidato hacía una movida electoral  inteligente, y dimos por descartadas futuras protestas sindicales que suelen enfocarse contra los gobernantes y sus decisiones.

Si revoltosos voceros de la clase obrera, por puros malabares, llegan de sopetón a dirigir el Estado y ejercer el mando, no es posible imaginarlos hostilizando el Poder Ejecutivo que conforman.

Pero no comprendimos, con el Presidente Santos a la cabeza, que escoger al veterano dirigente obrero, no era sólo completar el mosaico fotográfico del tarjetón, sino ceder buena mordida de la función presidencial.

Tremenda equivocación nuestra y tormentoso error del Presidente Santos.

Claro que nos equivocamos todos, porque el exitoso liderazgo de Angelino, sus logros  pasados, su posicionamiento nacional e internacional conseguido a punta de paciencia y disciplina, impedían catalogarlo como guerrero en reposo. Los guerreros legendarios no descansan y Angelino pertenece a esa fauna.

La discusión futura no puede despistarse sobre la cifra que señala los parámetros de la pobreza nacional, ella sólo fue caballito de batalla para notificarle al Presidente y a la sociedad que el señor Vicepresidente, el actual,  no tiene la decorativa vocación de los testigos mudos ni de los bobos amañados. El “Garçon”  terrible que hoy nos cogobierna sabe qué y para qué es el poder.

Lo cierto es que, para futura memoria, quienes aspiren a ser Presidente, ya saben que el compañero de formula debe ser del mismo cachete, con las mismas angustias e idénticos  propósitos, debe pertenecer a la misma cantera ideológica e identificarse con  los mismos gustos alimenticios, porque demostrado queda que no es indicada la misma chequera para triturar chicharrones que para degustar caviar.

Nos queda la sensación de que Angelino pegó dos veces, pegó primero y pegó con tiempo. Faltan tres años para dar por cancelado el impasse, y en ese espacio temporal es mucha la lora que puede dar nuestro simpático dirigente gremial. Ya, en las primeras de cambio, tuvo la agudeza y las luces suficientes para repostar conforme al credo y a los postulados de su clase, la de los trabajadores asalariados que somos la inmensa mayoría de los colombianos. Iluminado estuvo cuando con  aire bonachón, sin rastros de amargura y suficiente personalidad, prestamente propuso su retiro a casa con el cargo de Vicepresidente entre las manos.

Paradójicamente, el hombre de luchas obreras, el batallador, el guerrero incansable, en su apasionada defensa de los derechos elementales también nos deja el bello mensaje de la resistencia pacífica, y hace honor a la poética metáfora de esos sindicalistas que, al no encontrar puntos de acuerdo con su patrono, antes que incendiar la fábrica, “...simplemente toman sus brazos y se marchan a casa...”

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 21.09.11

jueves, 8 de septiembre de 2011

El vacío de los partidos



La dura realidad del Partido Conservador  Colombiano  exige la convocatoria de sus militantes históricos, de sus juventudes y de las bases campesinas,  para tratar de reanimarlo y evitar su deceso.

Nadie ignora que el fervor partidista, entendido como entusiasta disponibilidad para defender principios, valores, orden, equidad y justicia, pasaron al olvido, mientras vergonzosas trapisondas lo hacen ver como un partido triste, sin vocación de poder ni autoridad moral.

El reciente incidente con un proyecto que pretende resucitar la inmunidad parlamentaria es penosa muestra de la debilidad ideológica, del desajuste interno en una colectividad que en el pasado hizo del honor su  norma y de la rectitud su bandera.

El conglomerado azul ya no resiste la ausencia de liderazgo limpio, auspiciada desde sus propios cuarteles directivos, donde todo se ha vuelto conveniencia personal, acomodamiento burocrático y lamentable partija de piltrafas.

En quince largos años no ha tenido un líder nacional, una cabeza respetable que lo dinamice y lo promueva como opción de mejoramiento social, mucho menos como alternativa de fortalecimiento nacional para combatir el crimen y el vandalismo.

El brutal asesinato de  Álvaro Gómez Hurtado, instrumentado desde las entrañas del régimen, dejó estupefacto al país y huérfano al conservatismo que en él tenían su bastión ético. De allí en adelante el Partido Conservador ha sido un cascarón vació y a la deriva.

En las cuatro últimas elecciones presidenciales faltó fuerza ideológica,  mística de partido y coherencia histórica, y así sigue el conservatismo, enmarañado y envilecido por arte y  maña de quienes se consideran sus voceros.

Las muestras mas frescas de inconsistencia y desatino corren por cuenta de las candidaturas a la Alcaldía de Bogotá y a la Gobernación del Cauca, en las que pusieron unos individuos que no le mueven la aguja a nadie, que pueden tener algunos amigos en los directorios, pero que no significan nada en la doctrina, en las luchas, ni en las aspiraciones democráticas de los electores.

Dragacol,  Chambacú,  Invías,  AIS,  DNE,  y otros entuertos de burócratas conservadores que abarcan la Fiscalía, el Consejo de la Judicatura, las notorias Notarías y muchas otras llagas mal curadas, que siguen lacerando  la conciencia nacional, no pueden olvidarse y requieren tratamientos profundos para que renazca la fe.

De seguir así, sin timonel ni rumbo, se le estará abriendo permanente brecha a la indisciplina social, al desbarajuste institucional, al saqueo presupuestal que quebranta a todos los colombianos, e irremediablemente se cavará la fosa del olvido para un ideario que merece mejor curaduría.

Es razonable que las fuerzas populares del conservatismo se duelan y se quejen, frente a la liviandad de actuales dirigentes que deslustran la gesta patriótica protagonizada por brillantes antecesores, quienes para nada acudieron a los meandros de la corrupción y marcaron pautas de concordancia entre el discurso y la acción.

Correlativamente,  a los respetados contradictores del liberalismo colombiano, a quienes les duele lo mismo porque les tallan las mismas mataduras, también les corresponde hacer algún esfuerzo para acallar la cháchara y reavivar la idea.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 08.09.11

jueves, 25 de agosto de 2011

Para derrotar la corrupción



Los figurones de la política, a fuerza de cinismo, han logrado tergiversar el significado histórico de esa actividad que por siglos fue entendida como el arte de manejar bien lo público, el presupuesto, los servicios, la educación, las obras, los contratos, la salud, la beneficencia, y todos aquellos conceptos esencialmente sociales y comunitarios en que debe apuntalarse  la diaria  convivencia dentro de grupos civilizados.

Lástima causa saber que muchos aspirantes a investiduras de representación popular, desviados por los brillos de esa abstracción denominada poder, y en errados actos de suficiencia que desbordan los derroteros del marco constitucional, antes que diseñar estrategias legales y métodos administrativos nutridos por la excelencia de la gestión en pro del bien común, se obstinan en armar pérfidas camarillas antisociales encaminadas al expolio de los humildes y necesitados.

Hoy, con censurable desparpajo, hay campañas que rebuscan el voto ciudadano sin  articular compromisos altruistas que impliquen mejoras colectivas para superar  notorias deficiencias en la inversión social,  simplemente negocian con ávidos promotores electorales no sólo la malsana entrega de concretas parcelas administrativas, en las que se diluyen jugosas  partidas del tesoro, sino también incondicionales respaldos a futuras campañas de sucesión para reciclarse en el mando.

Claro que la responsabilidad de tan indebidos comportamientos no es exclusiva de quienes se enquistan en la truculencia electorera para lucrarse y perpetuarse en la partija. También los ciudadanos corrientes, por indiferencia, apatía o silencio, cargaremos con el gravoso estigma de la corrupción, si es que no resolvemos limpiar de tajo y para siempre  los manchados procesos de elección que ahora se estilan.

Algunos estudiosos de esa temática, en quienes debe presumirse buena fe, aconsejan la abstención como remedio, por considerarla castigo y desquite o mecanismo de protesta contra las prácticas impuras del ejercicio democrático.

Pero acontece que la abstención lejos de remediar el mal termina acrecentándolo, porque los artífices de las componendas arrastran votos amarrados que pesan y se contabilizan, mientras que el abstencionismo sencillamente está por fuera de la sumatoria electoral que define cargos y curules.

Ahora que el menú está servido, cuando pocos son los candidatos calificados para merecer nuestra confianza y apoyo, emerge fortalecida y se reafirma la posibilidad constitucional de acudir al voto en blanco para propiciar la repetición de la votación y, por ese camino, depurar instituciones y corporaciones públicas invadidas por indeseables.

Técnica y constitucionalmente el voto en blanco sí es cuantificable, por lo que se diferencia de esa condición amorfa e indescifrable que tradicionalmente ha caracterizado a la abstención.

La  naturaleza constitucional  del voto en blanco, cuyos efectos señala el artículo 258 de la Carta Política de Colombia, nos ofrece solución que cuenta y suma en las matemáticas electorales, porque reconoce la fuerza decisoria de mayorías triunfantes que derrotan las aspiraciones de ciertos malos candidatos inscritos para unas elecciones específicas.

Es posible repetir la votación, en nuevas elecciones con candidatos distintos, si votamos mayoritariamente en blanco para derrotar listas y candidatos actuales que no nos convencen ni convienen.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 24.08.11

martes, 16 de agosto de 2011

Las montoneras



Montoneras de candidatos son las que quedan tras el cierre de inscripciones para aspirar a posiciones de representación popular.

Muy buenas unas candidaturas, malitas otras y lamentables muchas.

No es claro ni cierto que el gran caudal de aspiraciones determine los niveles del ejercicio democrático en Colombia.

Frente al deterioro del orden público en toda la geografía nacional, no es absolutamente real que sean los más capacitados quienes asumen la vocería de los partidos y de las comunidades con el propósito de mejorar servicios públicos, acceso a la educación, cobertura en salud, vías de comunicación, garantizar pulcritud en la ejecución de presupuestos, y purificar otros componentes de la vida social estrechamente vinculados a la administración pública.

Condicionamientos, amenazas y muertes signan este proceso que culminará en octubre con la elección de gobernadores, alcaldes, diputados y concejales.

En territorios donde los candidatos  comprometieron partidas, cargos y contratos, con los emisarios de la delincuencia organizada, para que se les permitiera inscribirse ante las autoridades electorales; o donde algunos candidatos corajudos mantienen sus aspiraciones, aún ante amenazas contra ellos mismos y los miembros de su familia o de sus organizaciones de campaña; o en localidades donde armados ilegales secuestran y fusilan candidatos que no son de sus afectos, no puede hablarse de libertad, orden, ni democracia.

Los colombianos debemos recordar que grupos criminales con el respaldo armado  de guerrillas, que se reparten importantes zonas estratégicas para mantener sus negocios ilícitos y corredores de tránsito hacia el Océano Pacífico, están presionando poblaciones enteras para impedirles el derecho al sufragio, o imponerles la obligación de votar por personajes que militan en esas asociaciones mafiosas.

Nuestra tarea, en lo que queda de campaña electoral, no puede ser la reminiscencia de odios heredados a fuerza de estériles enfrentamientos partidistas.

Lo ideal es diseñar el futuro sobre la base de unas tradiciones culturales colombianas que hablan bien de nuestros ancestros, con altas miras de beneficio comunitario y desarrollo social acrisolados en los campos de la convivencia y la bondad.

Tenemos la imperiosa necesidad de no rivalizar sobre dolorosas contiendas fratricidas superadas, y recordar que  en los tiempos presentes los enemigos de todos los  colombianos son los grupos criminales organizados, que desvirtúan los valores de nuestra nacionalidad, atropellan los derechos fundamentales constitucionales, pervierten la juventud, entran a saco en las arcas públicas y perturban la  tranquilidad ciudadana con el primario empeño de amedrentar  para imponer el imperio de sus fusiles.

Hagamos frente a las serias amenazas que hoy se ciernen sobre nuestras familias, tradiciones y modestas pertenencias, y entendamos que  la lucha debe darse contra el terrorismo, la violencia, la extorsión, la amenaza y contra  los delincuentes que generan esos desajustes colectivos.

Estamos en momento crucial que nos exige decantar la peligrosa mezcla de montoneras hambrientas de poderío, financiadas y apuntaladas por el crimen transnacional, para hacer que flote la valía de quienes verdaderamente merecen gobernarnos y representarnos con la dignidad característica de las gentes de bien.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 12.08.11

miércoles, 3 de agosto de 2011

Entrenado para la guerra.


En ocasiones nos cuestionamos sobre el desempeño y resultados de tropas encargadas de perseguir la delincuencia organizada en Colombia.

Frecuentemente recurrimos al tema porque el dolor generado por  siniestros atentados terroristas contra la población civil, específicamente en el Cauca, nos hace creer que el alto gobierno y la cúpula militar  como que desconocen ciertos movimientos evidentes, y ruidosos comentarios callejeros sobre actividades de armados ilegales que abiertamente socavan el orden constitucional.

Por eso resulta saludable dimensionar el reportaje concedido a Caracol y El Espectador,  por el Almirante Edgar Augusto Cely Núñez, Comandante General de las Fuerzas Militares, especialmente cuando hay rumores de fractura e inconformidad en la línea de mando, con supuesta desmoralización de oficiales, suboficiales y soldados que diariamente arriesgan sus vidas para cuidar las nuestras.

Satisface saber que las labores de inteligencia y el operativo militar contra alias Alfonso Cano continúan,  y que las tropas mantienen la disciplina, sin que al interior de las filas exista descontento.

Los colombianos queríamos conocer, de fuente oficial, si  el Almirante y sus Generales tienen la información que los colombianos del común recibimos en distintos lugares de afluencia pública, y cuál es la valoración que los militares hacen frente a permanentes expresiones de desorden público.

Nada desconoce el Almirante, todo lo sabe. En amplia referencia a la actividad delincuencial en las fronteras  afirma que el problema fundamental es el narcotráfico, a tal punto que alias Megateo, en el vecindario con Venezuela, tiene control total sobre las FARC, el ELN y el narcotráfico, y los viejos comandantes insurgentes, ahora gordos narcotraficantes, permanecen tan cómodos en sus guaridas fronterizas como los toreros en el burladero.

Al Cauca le da el calificativo de “área muy compleja”, en donde, desde los comienzos, se encuentra asentada la organización delincuencial  de alias Sargento Pascuas,  por lo que varias generaciones familiares conforman estructuras de apoyo a las FARC,  y mantienen corredores estratégicos para acceder a la Costa del Pacífico, sobre una extensa zona del sur occidente colombiano, que abarca los departamentos del Valle, Tolima, Huila y Cauca, con lamentable compromiso de organizaciones indígenas que se dejan manosear de la delincuencia y se prestan para obstaculizar las operaciones militares.

En todos esos territorios, los cabecillas del narcotráfico han logrado que indígenas y campesinos pasen de los cultivos tradicionales al cultivo de coca, mediante el asedio permanente de delincuentes como  (a.) Pachochino  y (a.) Mincho, que integran la estructura narcotraficante de las FARC y  manejan actividades terroristas en la inmensa zona que comunica la alta cordillera central, en donde están las guaridas de alias Alfonso Cano, con la región del Naya, a través de Buenosaires en el Cauca.

Con tanta claridad habla el Comandante de las Fuerzas Militares sobre inseguridad y desbordamiento criminal en nuestro departamento, que nos mueve a reclamar su continua supervisión del operativo estatal encaminado a derrotar el bandidaje.

Para ello nos amparamos en su magnífico conocimiento del caos, pero más en su impecable formación militar acumulada durante 41 años de entrenamiento para la guerra.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 02.08.11

miércoles, 27 de julio de 2011

A cambiar el entable.



Es probable que en el último medio siglo no se haya conocido tan apabullante vacío de liderazgo político como el que ahora  sufre el departamento del Cauca.

Desconcertante parodia de lo ya  vivido y trajinado viene a ser el discurso que  habilidosos buscadores de guacas ingenian para captar clientela.

Aves de mal agüero cruzan nuestro firmamento, y verídicos vientos de tormenta asoman en el horizonte de esta parcela dichosa, la misma de tantas gestas heroicas  en el historial libertario colombiano, que contó con valores, principios y genios necesarios para liberarnos del yugo español y de sus corruptos emisarios, pero que  nada hace contra modernas pestes  que aniquilan el cuerpo y erosionan el alma.

Las luchas fratricidas del pasado son pálido reflejo del atropello humanitario que hoy nos ronda, nos arrincona y nos extermina.

Y los elegidos allí, inmóviles, indolentes, desentendidos, taciturnos, defendiendo nada, o defendiendo todo lo personal, lo que infla el ego, lo que acrece la bolsa, lo que reafirma sus panzonas figuras  de  caciques victoriosos, apartados de la mesnada que los unge y los encumbra, como en glorioso  trance de acercamiento a la deidad.

Entre tanto las impredecibles autoridades indígenas ponen talanqueras  autonómicas, y  declaran  inconsulto y unilateral el  legítimo anuncio del gobierno central sobre la creación de un batallón de alta montaña, con el que se pretende combatir el reducto narcoterrorista de alias Cano y su temible banda de sicarios  motorizados, que bajan del monte a sembrar el dolor en pueblos de indios, blancos, negros, y mestizos.

Por su lado y a sus anchas los violentos comerciantes de amapola, coca y marihuana, asentados en el principal nudo montañoso colombiano intensifican la tala de bosques primarios y de irrecuperables  campos de frailejón, mientras nuestros cómodos parlamentarios dormitan en el Capitolio, o en altisonantes arrebatos arengan sobre las grandes reivindicaciones sociales que nos prometieron y nos deben.

Tormentosa verdad esta que nos coloca en la tierra del desenfreno antisocial, del caos institucional, la indiferencia estatal y la inoperancia funcional de los entes de control.

El aparatoso engranaje burocrático sólo empuja en dirección al despilfarro, a la contratación generadora de votos, al envilecimiento de las clases obreras que resultan firmando mentirosas ejecuciones de obra de donde derivan migajas, mientras los patrones del estropicio se reparten jugosas tajadas del cómo voy yo.

Este dantesco bosquejo de sociedad, que hemos propiciado con nuestros censurables silencios, no es deformado reflejo de un espejo mágico, es la obra real que hemos pintado sobre el lienzo terrenal que  Dios y nuestros antepasados nos legaron.

Oportuno mensaje es este, a los caucanos con sentido de dignidad, a laboriosos campesinos de nuestras tierras labrantías, a  las juventudes destinadas al cambio y al rescate de lo noble, lo propio y lo constructivo,  a profesionales concientes del desbarajuste antidemocrático, a las familias caucanas todas, con todos sus componentes raciales, culturales y de género, para que  promovamos durante el debate electoral todas las sustituciones y renovaciones  que la prudencia y el buen juicio aconsejan.

Si modificamos el establecimiento cerraremos las  puertas a peores escenarios de guerra y de violencia.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 27.07.11

miércoles, 20 de julio de 2011

Manos negras.



Desconcierta el volumen del  desfalco y  preocupan los  entronques de la banda mafiosa instalada al interior de la DIAN, organismo en donde sólo debieran trabajar  personas de probada honorabilidad.

Crece sin cesar el desprestigio de las instituciones de control, y cunde la desconfianza ciudadana frente al Estado de Derecho que la Constitución consagra.

Ante nuevos escándalos de corrupción aumenta el desánimo de una sociedad sana,  que atisba aceptables parámetros de pulcra convivencia, y alimenta ilusiones de una Colombia justa, pacífica y progresista.

Voceros de los partidos, y ciertos funcionarios encargados de manejar recursos oficiales guardan cautelosos silencios, dan confusas, airadas y nerviosas explicaciones, pero no  se comprometen a desmontar estructuras proclives al  latrocinio de lo público, ni renuncian a sus empleos para facilitar investigaciones penales, fiscales y disciplinarias.

Es como si el dinero de todos desapareciera por arte de magia, sin que ninguno de los espectadores dispusiera de herramientas necesarias para descubrir el truco.

Sucesivos eventos indecorosos que socavan los servicios de salud, el andamiaje legítimo de la contratación pública,  las políticas de producción agrícola subsidiada  y la transparencia requerida en el uso y disposición de bienes incautados al narcotráfico, dejan la sensación de encontrarnos en tierra de nadie.

A ello se suma la imbricada participación de unos mismos personajes en múltiples  enredos que exprimen las arcas estatales, fundamentalmente alimentadas por impuestos que pagamos todos los colombianos.

Es tiempo de exigir responsabilidades, comenzando por quienes figuran al comando de partidos y organizaciones políticas, que manipulan fichas sobre el manchado tablero de recursos financieros gubernamentales.

A los colombianos no nos pueden seguir diciendo, ni vamos a creer, que los autores materiales de delitos contra  La Administración Pública son ruedas sueltas y ajenas a los engranajes de la burocracia partidista.

El caballito de batalla que muestra a los corruptos como figuras incorporadas al servicio público por virtud de sus méritos es una faceta perversa de la política, porque todos sabemos que en nuestro sistema de clientelas nadie accede a cargos prominentes sin la consabida bendición de varones electorales, que consolidan sus esquinas de poder colgando en el fichero oficial elementos de su confianza para que los representen y cumplan sus órdenes.

La apreciación lógica de los males que nos agobian indica, sin temor a equivocarnos, que los organismos constitucionales de control no están cumpliendo las funciones  de sus competencias. No de otra manera  puede entenderse que los entuertos permanezcan bajo la alfombra durante años, y que los perjuicios económicos y morales causados a la sociedad alcancen cifras astronómicas.

El oportuno ejercicio de controles legales, si ellos funcionaran, menguaría tradicionales fechorías, bajaría la  frecuencia y los  montos de previsibles peculados, y de groseras falsedades  caligrafiadas por verdaderas manos negras en oficinas públicas.

Vana ha sido la prédica de entregar cargos de fiscalización a fuerzas políticas distintas al grupo del  Ejecutivo. La corrupción dentro de las Ramas del Poder Público nos permite  preguntar,  ¿qué hacen y a qué se dedican miles de burócratas adscritos a la Procuraduría, la Contraloría y  la Defensoría del Pueblo?

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 15.07.11