sábado, 22 de agosto de 2015

Pregón




 Un Cauca mejor no lo diseñan los mismos, con las mismas, y en las mismas.

 Este maltrecho departamento que antaño dio lustre a la República, que fue fragua de la libertad dentro del orden y sede próspera de emprendimientos agropecuarios hoy inexistentes, este espacio territorial ahora transformado en santuario de múltiples actividades delincuenciales, no saldrá de la ignorancia, la pobreza y el desempleo, mientras no sea gobernado con verdadera responsabilidad social,  cívica honradez, e incuestionable pulcritud.

 El lamentable escenario administrativo de las dos últimas décadas, con inmisericorde saqueo ejercido sobre recursos oficiales propios de la salud, educación y construcción de infraestructura; el inhumano despilfarro de dineros en investigación y diagnóstico de lo viejamente sabido y diagnosticado, que pudieron utilizarse para mejorar el espacio vital de comunidades campesinas en riesgo; el absurdo deterioro del medio ambiente mediante tugurización de áreas próximas a cabeceras municipales carentes de redes sanitarias básicas, en donde se auspician y cohonestan desarrollos urbanísticos ilegales; mas el perverso politiqueo electorero con subsidios, ayudas, auxilios y caramelos que desestimularon tradicionales actividades agropecuarias de menor escala, vinieron a transformar  la ciudad capital y céntricas poblaciones asentadas en la planicie de Popayán en verdaderos epicentros de miseria motorizada.

 A diversas comunidades trabajadoras y esforzadas, que tuvieron en microempresas familiares digno medio de subsistencia  y fortalecimiento económico, que hicieron del ahorro metódico y de la colaboración grupal admirables poblaciones productivas, útiles y respetables, les metieron en la cabeza el morbo del limosneo, y en grandes oleadas  las alentaron a dejar las parcelas campesinas propias y autosuficientes para irse a engrosar barriadas subnormales adictas al subsidio, en donde ocasionalmente se subemplean como mototaxistas, y crecientemente exponen sus vástagos a incesante reclutamiento por parte de pandillas y redes criminales en auge.

 Para tratar de menguar el daño, en materia educativa se requiere fundar instituciones para el aprendizaje de  técnicas agroindustriales. Hay urgente necesidad de complementar la formación académica clásica con amplia información sobre tecnologías, pero básicamente se debe retornar a la enseñanza de nobles oficios como ebanistería, sastrería y modistería, marroquinería, orfebrería, herrería y forja, plomería  y fundamentos electromecánicos.

 Tenemos recursos naturales para proteger, mejorar, y explotar de manera sostenible. No tenemos, en el corto plazo, posibilidades serias de establecer altos hornos ni  grandes industrias pesadas, pero podemos abastecer cercanas urbes industrializadas con diversos productos de fabricación casera y artesanal, y para ello resulta indispensable dimensionar nuestro entorno y capacidades laborales.

 De poco nos sirve graduar miles de bachilleres clásicos, y hasta profesionales universitarios,  para sumarlos a la reventa callejera de baratijas chinas.

 Cuando los costos de formación superior resultan excesivos para la inmensa mayoría de personas pobres, mejor labor se hace si se las capacita y apalanca para trabajar eficientemente en empresas comerciales familiares, o en verídicas asociaciones cooperativas, pero no de esas que aprovechan las normas e instituciones de economía solidaria para escamotear derechos laborales o limpiar fortunas de sospechoso origen.

 La enorme tarea de reconstruir y afianzar comunidades dedicadas a labores honestas propias de su raigambre cultural, no se puede dejar en manos de conocida corruptela gobernante.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 22.08.15