sábado, 23 de enero de 2016

Colombia amarga




Los sucesos permiten afirmar  que reina la incoherencia del gobernante entre lo que piensa, lo que dice, y lo que hace, no sólo en torno a las charlas de La Habana, que ya eso está trillado, sino frente a la pulcritud administrativa, la política fiscal y la justicia social.

Este desgobierno dilapidador, algo más que derrochón, ignora los requerimientos básicos del pueblo, y entrado en gastos, no para de enmelar con los recursos públicos a todo adulador que se le acerque. El partido conservador, mi triste partido, que en algo se diferenciaba del liberalismo, ya hace las mismas antesalas y las mismas venias gaviristas  para morder pastel.

El escandaloso mercadeo de la paz ha servido para enriquecer a unos pocos, y para quitarle el pan a los más necesitados; para hacer politiquería electorera y burlar las necesidades mínimas de la clase obrera; para negar, en síntesis, el derecho de igualdad frente a la ley, que es norma constitucional, y no merced que otorga el soberano.

De hecho, tanto el señor Presidente de la República, como el Vicepresidente, son personas que por su investidura merecen excelente atención médica cuando la requieran, nadie en sano en juicio osaría decir lo contrario. Pero, así como ellos reciben la oportuna y diligente atención que merecen, también los desvalidos debieran contar con esa garantía social, para que nunca más  se vuelva a repetir que los pobres mueran por negligencia medica,  como todos los días ocurrre.

Es hora de mostrar que las muchas Rubielas Sinprestigio, que mueren en la calle, pueden disfrutar  de la misma celeridad clínica  con que serian atendidas las escasas Natalias Concontrato,  o que un Chivará cualquiera vale igual que un distinguidoTocarruncho.

Es tiempo de abandonar el obsecuente pendejismo cardenista, que quiere venderle al pueblo la obtusa fórmula de remediar los desastres financieros del Estado restándole comodidad a las sillas de modorros viajeros oficiales. Este es un país adicto a la trampa y a la discriminación, y ya veremos que, las necesidades del servicio, darán abundantes oportunidades y sobradas razones para seguir justificando el pago doble por tiquetes aéreos que valen la mitad. Negocio es negocio y los grandes empresarios del transporte también financian campañas electorales.

De nada sirve obligar a las secretarias a declarar renta, cuando los destinatarios de la coima, que siempre son los mismos, tienen  amarrada la dolosa subasta del Tesoro Público, y cuando escandalosos negociados de alto voltaje continúan engordando bolsillos particulares en detrimento  del bienestar comunitario. De poco sirve disfrazar las reglas del contrato cuando ordenadores y contratistas no morigeran su entusiasmo depredador.

Además, cinismo e inconciencia son comunes  denominadores de las elites gobernantes. Aquí a nadie le interesa lo que sufren y padecen los de abajo, ni a ministro alguno se le llegará a ocurrir que los negocios del Estado deben separarse de su entorno familiar, de su esfera romántica, o de su club de fans. Por el contrario, los nichos de poder se obtienen  para eso, para cuadrar al combo, a la bandola, y a la logia, pero jamás para servir.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 23.01.16