miércoles, 2 de febrero de 2011

La actividad política es un compromiso en favor de la sociedad.

Con el vertiginoso avance del quehacer político a largo y ancho del territorio patrio   resulta oportuno reflexionar sobre tantas cosas buenas que pueden  hacerse desde los puestos de comando a que muchos aspiran.
Exigencias prioritarias que el conglomerado social debe hacer a líderes viejos y nuevos son buena imagen comunitaria y probada pulcritud en el manejo de recursos ajenos, públicos y privados.
Los tropezones hacen levantar los dedos. Imperdonable perdonar a quienes no lo merecen. Los manidos cuentos del error involuntario y la presunción de buena fe en el actor público que esquilma el tesoro oficial no pueden convertirse en puerta absolutoria para que nos sigan engañando.
Todas las comunidades deben reclamar, como principio fundamental de cualquier propuesta política, la manifestación expresa y pública de luchar contra la corrupción administrativa.
Es deber ciudadano pedir verídica transparencia en la contratación estatal, y que se privilegie el interés de la sociedad frente a particulares intereses económicos de los contratistas. Estos son reclamos inamovibles  que deben mantenerse durante el desarrollo de las campañas y  posteriormente a lo largo de la gestión pública.
La actividad política es un cruce de ideas, un intercambio de propuestas, un análisis conjunto de problemas y soluciones. En la arena pública estamos todos. El pensamiento político no es producto del discurso individual de unos pocos sino la concreción programática de comunidades pensantes que tienen en su mira el bien común y la excelencia individual de todos sus componentes.
La lucha permanente y decidida contra toda forma de criminalidad organizada es la bandera de toda sociedad civilizada.
Esa acción conjunta, ese proceder comunitario, ese pensamiento grupal necesita consolidarse a lo largo del debate abierto para  alcanzar unidad de propósitos entre los  candidatos a  las asambleas y a las gobernaciones, entre los candidatos a los concejos y a las alcaldías.
Y todo debe signarse bajo el compromiso de hacer una profunda depuración del engranaje administrativo a nivel nacional, departamental y municipal, para eliminar camarillas corruptas y garantizar el ideal  básico de llevar justicia social a todos los colombianos.
Todos estamos obligados a jugar limpio. La autoridad moral para reclamar equidad  nace de nuestro compromiso personal en defensa de toda la sociedad.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán 02.02.11