Vienen cuatro años de espera. En 2020 se
calificarán los resultados, y ese será el momento de saber cómo les fue a
Popayán y al Cauca.
Por ahora está anunciado el cambio, eso se
quiere.
Los problemas medulares son conocidos, falta
implementar soluciones ofrecidas y echarlas a rodar. Nada más.
Si gentes comunes de otros departamentos, sin fama
ni títulos, han sido capaces de trazar rumbos ambiciosos y obtener excelentes
resultados, no es excentricidad desear que también puedan hacerlo quienes acá
ganaron las elecciones.
Caminos aconsejables son eficiencia, honradez,
sensibilidad social y supremacía del interés colectivo. Caminos contrarios
conducen al desastre.
Gobernantes diligentes y probos, que
comprendan la esencia del malestar comunitario,
y asuman el ejercicio del mando como oportunidad de servicio social, no
corren riesgos de fracaso.
Que ninguno se escude en carencia de recursos
financieros. Continuados y conocidos derroches del patrimonio público son
prueba eficiente de que sí se tiene con que hacer obras de beneficio
comunitario. Lo que se necesita es rectitud a la hora de contratar, exactitud a
la hora de controlar, y renuncia explícita al egoísta enriquecimiento indebido.
La dirigencia caucana está en deuda con el Departamento.
Antiguos proyectos macroeconómicos, para potenciar productividad y crecimiento
cultural de la región, se han utilizado como carnada electoral.
Es tiempo de forjar alianzas políticas virtuosas
para agilizar la construcción de la carretera al mar, y de la vía al sur por El Estanquillo; se
necesita aprovechar los caudales hídricos
para generar energía y construir canales
de riego; hay que restituirle al
departamento la importancia de la actividad agropecuaria; a los campesinos debe
ayudárseles con capacitación y financiamiento para liberarlos del cultivo ilícito.
Toca romper el embotellamiento de Popayán.
Debe habilitarse la carrera once, en doble vía, desde el aeropuerto hasta
empalmarla con la carretera panamericana, por La Ladera, tramo de antigua
carretera a Timbío. Hay que demoler el tapón que la interrumpe entre las calles
cuarta y quinta.
A los urbanizadores se les debe obligar a reservar
espacios verdes para la oxigenación ambiental y el esparcimiento ciudadano; los nuevos emprendimientos
habitacionales deben incluir campos deportivos, ciclovías, andenes y calles amplias.
Si se consiente el asalto al espacio público,
la usurpación de calles y corredores, antes de un lustro tendremos un pueblo
caótico y no la ciudad transitable que se desea pero no se defiende.
Protección y saneamiento ambiental son
constitucionalmente prioritarios. Debe impedirse la tala de bosques nativos y
conservarse la arborización ornamental que nos legaron recientes generaciones.
Hay que rescatar y reforestar las áreas invadidas e ilegalmente pobladas en el cerro de las Tres Cruces.
Sea esta la oportunidad para proponer la
creación del Jardín Botánico en ese predio que es propiedad pública, allí, sin
necesidad de compra, está disponible el espacio suficiente para que Gobernación,
Asamblea Departamental, Corporación Autónoma Regional del Cauca, Alcaldía y
Concejo Municipal de Popayán, aúnen propósitos y destinen partidas suficientes
para demarcar y cerrar el área, organizar planta científica, y construir laboratorios
de investigación, clasificación, protección y conservación de especies propias
de la subregión andina que habitamos.
Miguel Antonio Velasco
Cuevas
Popayán, 02.01.16