viernes, 30 de enero de 2015

¡Gendarmes desmovilizados!




 Gendarmería para la paz. Por Dios, la paz no es un invento de Santos ni un anhelo de "Timochenko". La paz es un estado ideal que florece y aroma en lo más recóndito de la conciencia individual. La paz sólo habita en el alma que la busca.

 Lo otro, lo que pueda derivarse de un acuerdo, lo que pueda surgir tras la firma de un documento efímero no es paz. Puede ser convivencia, eso sí, o colaboración, o entendimiento civilizado, ojala de largo aliento, y de pronto temporal prosperidad, pero no la paz.

 A los colombianos los metieron en la disyuntiva de elegir entre la paz y la guerra, sin explicarles que la una y la otra van atadas a la milenaria vocación de posesión y dominio que los seres humanos llevan consigo desde cuando el mundo es mundo. Y esa falta de claridad, esa presentación de verdades a medias, esa manera ambigua de proponer y prometer, ese método oscuro y sesgado para conquistar el poder y atrincherarse en él, ese estilo ruin de conseguir lo que se quiere a cualquier precio, es lo que daña y confunde.

 A muy pocas personas se les puede ocurrir que en regiones conflictivas, manejadas y explotadas por delincuentes armados; toda la costa del Pacífico por ejemplo, el Macizo colombiano, o el bajo Cauca antioqueño; se puedan exorcizar los demonio que allí  habitan, sin contar con unas fuerzas legítimas, con tropas establecidas por la Constitución para defender y preservar la seguridad pública, garantizar los derechos de los ciudadanos de bien, y contener inextinguibles propósitos criminales de quienes explotan las riquezas nacionales por fuera de la ley, o de quienes consolidan grandes fortunas mediante plantaciones ilícitas y comercialización de sustancias narcóticas procesadas.

 Si algún interés existe de darle a Colombia un respiro, si los unos y los otros quieren de verdad bajarle la intensidad a la confrontación interna, si la voluntad de los cabecillas farucos y elenos es morir en la tranquilidad del hogar, -porque la gran mayoría de ellos ya están maduros para caer por fallecimiento senil-, pues que desistan de buscar gabelas judiciales y beneficios económicos, y abandonen la maniaca exigencia de curules inmerecidas; a su vez el gobierno, el Presidente y los negociadores, deben privarse de promover concesiones deshonrosas que la sociedad no está dispuesta a soportar.

 Tanto las  proyectadas zonas de reserva, que automáticamente pasarán a ser  guaridas inexpugnables de narcotraficantes y mineros ilegales, como el estrambótico embeleco de darle vida jurídica a una gendarmería rural conformada con desmovilizados, tienen la desventurada apariencia de marrullas maquinadas para sostener, que no de mecanismos idóneos para menguar las dinámicas del conflicto colombiano.

 Bochornosos incidentes sufridos al sur y al norte del Departamento del Cauca, en donde indígenas y campesinos han repelido y humillado al Ejército Nacional, e impedido el cumplimiento de su función constitucional, dentro de históricas regiones asediadas por cuadrillas guerrilleras y pandillas del crimen organizado, muestran la peligrosa fusión y la incesante metamorfosis del bandolerismo nacional.

Definitivamente  estamos ante el mismo gusano, aunque ahora tiene alas.

Miguel Antonio Velasco Cuevas.

Popayán, 30.01.15

sábado, 24 de enero de 2015

Popayán mostrenco




 El paso del tiempo confiere a Popayán deplorable apariencia de predio abandonado.

 Ningún ciudadano cuerdo se opone al progreso de la ciudad, por el contrario todos respaldan los anhelos de crear empresa, generar empleo, y diversificar la actividad productiva para menguar la pobreza palpitante en sus calles, pero ello sin cohonestar atropellos y contrasentidos que dejan mala impresión, no tanto porque afectan movilidad y paisaje,  sino porque  confirman lo dicho por muchos:  que en Popayán, con argumentos en efectivo, se logra modificar el uso del suelo, usurpar el espacio público, reducir hasta el exterminio humedales y franjas verdes, y apoderarse de tramos largamente preservados para ampliar calzadas vehiculares y zonas peatonales.

 Las evidencias están a la luz: sobre terrenos que bordean la calle panamericana, única calle amplia de la ciudad, y única con posibilidades ciertas de ensanche a corto plazo, se producen feroces  rapiñas urbanísticas, de esas que sólo el capitalismo salvaje y la indolencia, o el silencio prepago de funcionarios encargados del control físico, podrían explicar.

 Aumenta allí el inmisericorde apoderamiento de espacios destinados a necesaria ampliación de esa arteria, sólo realizable sobre las brechas denominadas vías lentas, para que por allí fluya la sobrecarga automotora y la avalancha humana.

 Lo cierto es que desde el Centro Comercial Campanario, pasando de largo por la glorieta en donde todavía subsiste el monumento ecuestre al  libertador Simón Bolívar, casi hasta las instalaciones de la Policía Nacional, y desde Invías hasta el Inem, por el otro costado de la panamericana,  las vías lentas donde ellas existen, o los espacios a ellas destinados, aunque no estén asfaltados, sutilmente se vienen privatizando, prueba visible está en el tramo que corre entre Campanario y Catay, en donde los particulares  no sólo han levantado muros, divisiones callejeras, sino que han implementado aparcamientos irregulares.

 En todo ese trayecto vial, los escasos andenes permanecen obstruidos por vehículos estacionados frente a múltiples establecimientos comerciales con altísima afluencia de usuarios.  Y no es únicamente censurable la obstrucción de los andenes, lo lamentable es que como por allí se ubican centros médicos, odontológicos y farmacéuticos, los transeúntes, vulnerables seres humanos obligados a utilizar esos caminos, terminan arriesgando la vida y la escasa salud, porque deben bajarse a la calzada vehicular para sortear los obstáculos, las primorosas máquinas abusivamente aparcadas sobre los corredores.

 Pero "la tapa", como dicen las demagógicas pancartas publicitarias  del Acueducto de Popayán, se aprecia en los terrenos ubicados frente a la Nueva EPS, contiguos a oficinas de Movistar, vehículos Hyundai y Olímpica -antes Carulla-, en donde cercaron, encerraron la franja pública destinada al desplazamiento de los caminantes, alambraron el corredor peatonal, con evidente ruptura del paramento indiscutiblemente pre-establecido y demarcado por las fachadas de los vecinos establecimientos comerciales ya mencionados.

 Rápida inspección a la zona aún no intervenida, entre el acceso a la Nueva EPS y Empaques del Cauca, muestra vestigios del corredor peatonal.

 Plegaria: como algunos sabedores dicen que esas avilanteces dizque las agencian gentes muy delicadas, pues anticipo mi mensaje al cielo y le pido a Dios me libre de todo mal y peligro.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 24.01.15

sábado, 17 de enero de 2015

Colombia en el I Ching




 De curiosidades no se vive, pero tampoco se muere. Sirven, eso sí, para que la vida pase por donde tiene que pasar, por el delgado hilo de la cordura que frágil se balancea sobre los enigmáticos abismos de la loca realidad.

 Confortado por los espléndidos bríos de la lejana juventud, salté las fronteras invisibles y me asomé despacio al relumbrante hemiciclo de los políticos, me interesaba saber lo que ellos decían sobre el futuro del país.

 Complacidos, atrincherados en las canteras de su ciencia, con docta postura expresaron: su país, no el nuestro, porque el nuestro es incompresible en las oquedades de su sesera, es algo así como la totalización de complejos desequilibrios intencionalmente  esparcidos por la aldea global, a los que permanentemente se les adicionan diversos distractores regionales, impregnados todos por  completa ausencia de voluntad para galvanizar el desgaste que generan ciertas tensiones en áreas de interés geoestratégico.

 Me pareció entenderlo todo pero no quedé seguro,  y con el correr de los meses y los años empezó a crecer en mi conciencia esa lacerante pesadez que dejan los malos cigarros y las malas compañías, así que resolví acercarme a un monasterio en busca de sosiego.

 El primer levita que apareció contuvo mis angustias con la señal de la cruz y rocíos de agua bendita. No temas hijo, susurró, no te atormentes, el maligno deambula por todos los rincones. Lo que ellos dijeron es verdad. Tuviste el privilegio de darle una mirada al sibilino mundo de los  expansionismos ideológicos y territoriales, siempre matizados con pacifistas intensiones de invertir y crear canales de amistad, y ambientar condiciones ideales para nuevos emprendimientos entre esas comunidades tercermundistas en las que el hambre es yesca para nuevos incendios, ... vete, no temas, continúa interrogando el universo bajo la plena luz del día y nunca ceses de interrogarlo  bajo la oscuridad de la noche. El momento de la conflagración no se anticipa. Consérvate curioso y vigilante.

 Inquieto por despejar aquella vieja incógnita que el presente revive, la misma de ayer, y seguramente la misma de mañana, decidí incursionar en esa  "fuente de sabiduría"  que los chinos siempre consultan.  (I Ching, Editorial Solar, -sin fecha de edición-,  Bogotá, D.E.).

 Desconcertante resultó la respuesta: "41.- Ken / Tui = Sun / La Merma. Arriba la montaña, abajo el lago. Oprimen los de arriba, sufren los de abajo. La estructura social se descompensa.  Cuando el peso de las paredes supera la capacidad de los cimientos, todo el conjunto arquitectónico se debilita. El menor impacto será para los eternos desposeídos que seguirán en los acostumbrados niveles de miseria.  Será necesaria mucha grandeza de espíritu para soportar las deficiencias materiales.  Entereza de carácter será la fórmula para compensar el deterioro externo a que conduce la indigencia.  El pueblo sabe que ante Dios no hacen falta falsas apariencias.  El traductor llama a analizar el pasaje evangélico en que una pobre viuda da como limosna todo su patrimonio, (Lucas, 21, 1-4)"

 Advertencia: No soy adivino, sólo lector del texto más antiguo que la humanidad conserva.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 17.01.15

martes, 6 de enero de 2015

Uno de pecho




 El otro existe desde la creación, Dios hizo al uno y al otro, al instintivo y al racional,  al indio y al negro, al hombre y a la mujer,  y así en los confines del tiempo siempre hay otro diverso frente al yo único, y ese otro se multiplica incesantemente como se multiplican las estrellas en el cielo.

 No es, como algunos creen, que al otro lo descubre la sociología contemporánea, y que son los activistas de hoy quienes han conquistado un nicho para el otro. Pura paja.

 El otro está y ha estado allí desde cuando el mundo fue creado, o desde la insondable aparición del universo en los espacios de la nada.

 Eso significa que se le ha respetado, e irrespetado también, pero fundamentalmente se le ha reconocido.

 Todas las culturas, entendidas estas como presencia, permanencia y supervivencia del ser individual y social, han reconocido al otro en su cabal esencia, y le han dado, como la ley natural lo reclama, una significación espiritual o material que lo hace visible, o por lo menos perceptible.

 El otro eres tú o lo soy yo, depende todo del campo en que nos encontremos, de los gustos que nos damos, de los goces que preferimos, de las virtudes que cultivamos, los defectos que padecemos, las cosas que soñamos, creamos o tenemos.

 Asomarse a la docta discusión teórica sobre el tema, especialmente en el laberíntico armazón de los especialistas, puede confundir, desconsolar, irritar, animar, maravillar, ilustrar y hasta iluminar. Depende, otra vez depende, de la formación académica, de la marca genética, de la fe, o del íntimo amasijo conceptual que los hombres llevamos a cuestas desde cuando se nos reveló la facultad de pensar.

 Tan complejo resulta el asunto que no es dable ubicar al otro en un lugar específico sin correr el riesgo de rechazarlo y ofenderlo, o paradójicamente de admitirlo y amarlo, sin que fueran esas las prístinas intensiones.  

 Casos se dan en que los extremismos, carentes ellos del equilibrio necesario para la subsistencia y la convivencia, terminan confundidos en curiosas amalgamas imposibles de digerir, pero inexplicablemente existentes y actuantes.

 Frente a la realidad, o ante la verdadera existencia de conexidades impensables, cohabitaciones estériles, romances grotescos, arquitecturas antiestéticas, disfrutes chocantes, celebraciones incómodas, y festividades insultantes, es pertinente acudir a los recursos de la sana comprensión, la compasión, el disimulo -que puede resultar antiético-, y del perdón -si éste es sincero, claro está-, pero no a los del vituperio, la satanización y el escarnio.

 Mirados al espejo de la introspección, lo mejor mirados que podamos, observemos allí la paquidérmica obesidad de nuestras almas, la opacidad de nuestras pupilas, las profundas arrugas de nuestro pasado, y la liviandad, la excesiva liviandad de nuestra masa cerebral, para que culminado el ejercicio, reconocido el otro que en nosotros vive, acopiemos hombría para aceptarnos y para aceptar al distinto, a ese congénere disímil, al que no soportamos porque no comparte nuestra miserable interpretación del universo, o porque acude a la misa dominical, o porque disfruta la osadía del torero ante el toro.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 06.01.15