sábado, 3 de octubre de 2015

Vendaval sin rumbo




 Firman pactos secretos y se dan  apretones  de mano pero no florece la certeza de la paz. Náufragos derivamos entre ambiguos mensajes que suscitan dudas y despiertan temibles inquietudes. El descontento avanza mientras se ahoga la ilusión.

 No es que los ciudadanos colombianos confundan las noticias, es que las noticias confunden a los ciudadanos, y no es  que ellos se opongan al logro de la paz, es que las altas partes negociadoras, por altas que sean, gaguean, farfullan, vociferan y mienten.

 No existe anuncio, comunicado o informe que pase limpio al dominio público. En cada oportunidad, a todo aviso le surgen recriminaciones, y a severos reclamos se les hacen ligeras aclaraciones, nada se concreta y poco se precisa.

 No tenemos la paz de un cacho, ni los diálogos fueron asunto de pocos meses, y para nada se vislumbran pregonados propósitos de  verdad, justicia y reparación. Lo verificable es que estamos en la punta del cacho, a varios lustros del objetivo esencial, sin verdad que resplandezca, ni justicia que brille, ni reparación que satisfaga.

 Y la táctica del insulto se profundiza, para minimizar las voces de quienes censuramos las falencias del mal llamado proceso de paz, al Presidente sólo se le ocurre decir que ladramos.

 Aparte del dictador Rojas Pinilla, nunca habíamos tenido gobernante que difame a los opositores mientras prostituye las instituciones, y ajenos éramos a la amenaza persecutoria fulminada desde la cúpula judicial.

 Entre tanto, siniestros cuadros de la internacional comunista, que falazmente fungen como  hacedores de convivencia; un antiguo juez español  proscrito por corrupto, una congresista nacional inhabilitada por colaboradora de guerrilleros, y un mandatario extranjero perseguidor de colombianos errantes; azuzan odios internos y atizan rencores de vecindario, mientras estimulan y reverencian a criminales armados que confabulan contra la integridad nacional.

 No se sabe por dónde vamos porque se nos oculta lo convenido,  y  además nos enredan metódicamente sobre los mecanismos convenientes para refrendar los acuerdos. El Presidente permite que narcotraficantes al margen de la ley señalen los derroteros del quehacer gubernamental, y la cauda de aduladores oficiales intenta perfumar las pestilencias del menjunje que se cocina en Cuba.

 En estas horas de tiniebla la desconfianza viene a ser nuestro derecho fundamental, y no porque caprichosamente nos sintamos maltrechos y traicionados, sino porque al Ejecutivo lo aqueja el mal de Alzheimer que se evidencia por deterioro cognitivo y trastornos conductuales.

 Olvidó el señor Santos que fue elegido para defender la integridad de la Constitución y las leyes de la República, y para proteger la vida, honra y bienes de los ciudadanos. Su incapacidad de mando y vergonzosa tibieza de carácter nos tienen al borde de la catástrofe, a  empellones nos mete por el desfiladero socialista en que leyes habilitantes abren camino a tenebrosos absolutismos.

 Equitativa solución a prolongadas controversias de contenido político, económico y social, que han enlutado esta incipiente democracia, sobradamente puede encontrarse en instrumentos legales, preexistentes y actualmente vigentes, sin acudir a deshonrosas claudicaciones que presenciamos.

 Verdadero imperio del derecho y pulcra interpretación de nuestras normas pudieron evitar esta tormenta.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 03.10.15