jueves, 6 de octubre de 2011

¿Blanco, negro, indio o mestizo?


¿Blanco, negro, indio  o  mestizo?

Al negro o al rojo, al treintaiseis o al doblecero, hagan sus apuestas,  gira la ruleta, no va más.
Así estamos en el Cauca, como en un garito, cuando debiéramos estar como en el Paraninfo, atentos a las proclamaciones de excelencia, y prestos para las aclamaciones por la  buena nota, el óptimo rendimiento o  la ejemplar conducta.
Pero no, el Cauca lo ha ido perdiendo todo. Desde el primero de marzo de 1540, cuando nuestro señor el Emperador Carlos V creó la Gobernación de Popayán, cuya jurisdicción iba desde Pasto hasta la Serranía de Abibe, mas tarde desde el río Mira hasta Panamá y desde Otavalo hasta los límites con Brasil y Venezuela, desde cuando éramos la mitad de
Colombia hasta el rincón que ahora somos o nos queda, es mucho lo que tenemos por lamentar.
Lo que sí hemos conservado intacto es el sometimiento y el acatamiento a nuestros señores, esos personajes invisibles, que no son el Emperador, pero que actúan y nos quieren  empujar como si lo fueran.
Seguramente en ninguna otra parte del territorio nacional se cumplen órdenes más absurdas, se atienden más indignas indicaciones, o se consienten más delincuenciales conductas que en el Departamento del Cauca.
En los tiempos recientes, nada más humillante que el bloqueo de la carretera Panamericana, en el sector del Cairo, cuando los señores parlamentarios caucanos, todos sin excepción, asumieron el cómplice comportamiento  del que nada tiene que ver,  y ninguno levantó la voz para denunciar que estábamos sitiados por una mesnada al servicio de la delincuencia narcotraficante que comandaba alias Don Manuel, mejor y más conocido como Tirofijo, ahora astutamente infiltrada en altas esferas del establecimiento y cobardemente dirigida por alias Alfonso Cano.
Eso sin detenernos, claro está, a llorar sobre la leche derramada, porque para qué dolernos del mandato que confiamos a Floro Tunubalá, dizque para darle una bofetada a la clase dirigente, y terminamos como los payasos circenses, dándonos la bofetada nosotros mismos; o para qué referirnos a la platica de la salud, que vía Probolsa, voló, voló y voló.
Parados en el punto de las definiciones, y bien parados, como a hidalgos caballeros corresponde, mal haríamos si volvemos a las andanzas de siempre, dejando que desde Bogotá nos indiquen por quién hay que marcar el tarjetón.
Los indígenas no tienen candidato con el programa, la capacidad, ni las buenas recomendaciones que un candidato a la Gobernación del Cauca necesita, así algunos conservadores, ávidos de lentejas, hayan resuelto que Temis cumple con esas exigencias.
Tampoco lo tienen los hermanos afro, porque de su risueño candidato Pacho ninguna garantía podemos esperar, si es que nos detenemos a pensar en las terribles declaraciones de su jefe, el interno Martínez Sinisterra Juan Carlos, quién sin ambages asegura que la política es mejor negocio que el narcotráfico.
De hecho a nosotros no nos interesan negociantes en la administración pública, lo que  sí nos interesa es la excelencia en el manejo de la Cosa Pública, virtud  socioeconómica que para nada cuenta en los múltiples movimientos pseudopolíticos que  dicho interno comanda.
Los blancos, con ese candidato de bonachona sonrisa nórdica, con ese empresario futbolero fracasado, que con clara mirada futurista dicen que se pagaba los sueldos  por adelantado, con ese candidato digo,  nos causarían enormes desconsuelos financieros, porque, seguramente, ningún caucano está dispuesto a que también  las regalías corran el riesgo de pago adelantado, como indelicadamente hasta ahora sucede con las vigencias futuras.
En síntesis, para proyectar bien el Cauca, para curarnos en salud y evitarnos dolores de conciencia, la mejor opción es la que contiene lo nuevo y promisorio, la que tiene nítido  timbre de seriedad y altos  vuelos de capacidad, la del candidato de los mestizos, el que con su apellido europeo es más nuestro que cualquiera de los otros, al que sí podemos otorgar  las mejores calificaciones y darle el aplauso sincero de aspirante meritorio, porque fue el primero, tal vez el único, en presentar un programa coherente, aterrizado y ejecutable, para sacar al Cauca del deterioro institucional y de la pobreza material que lo corroen.
Si de cierto queremos darle aire de renovación a la comarca, y si es verdad que estamos interesados en airear el pestilente ambiente de las oficinas públicas, lo mejor, lo indicado, lo razonable y lo aconsejable es que marquemos el tarjetón con la tinta verde de la esperanza.
El Cauca necesita un gobernador sin lastres, un gobernador que haya vivido en el Cauca, y fundamentalmente un gobernador que haya sido capaz de empujar su candidatura, contra viento y marea, marcando un rumbo diferente al que la brújula del pasado quiere seguirnos marcando.
Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, octubre 6 de 2011