Ocurren cosas que hacen recordar deudas insolutas
contraídas con el Creador, sin que tan Supremo Señor me haya llamado a juicio.
Gracias Dios.
El inigualable maestro Jesús Vallejo Mejía, en
su blog "Pianoforte", hizo públicos profundos conocimientos sobre Tango, texto
sorprendente y magistral que me devolvió
a los tiempos en que canté tangos.
Gustavo Adolfo Muñoz también hizo alusión
musical, en facebook, sobre lo chévere que
fue La Sultana del Valle; épocas esas en que no la etiquetaban "negrópolis", como después logró signarla
el ácido y genial humor de Juan José
Saavedra Velasco.
Este sábado don Julio Sánchez Cristo rebosó la
copa del recuerdo, ... ¡salud! ..., con la
centenaria historia de Frank Sinatra.
Era yo niño y pasaba por "El Recreo"
y "La Rochela", con ilusión de que mis primos Saa Cuevas me deslizaran una Costeñita, mientras el
serísimo Rodolfo Irurita los recriminaba por suministrarme alcohol, pero al
ritmo de su discusión yo me la aplicaba, y me iba a dormir con infantil
sensación de haber vivido una noche rumbera.
A pocos años llegaron todas las rumbas que el
cuerpo aguanta. Bajo inteligente protección de mi guía noctámbulo Oscar Vivas
Rodríguez, también primo mío, quien
dolorosamente hoy se resigna a los cobardes asaltos de la amnesia, recorrí
lo que Cali tenía para comer y beber. Gratas noches de bohemia deliciosa y
culta, en cuyas madrugadas cantábamos mejor que el sublime Jorge Negrete, y
alternábamos disertaciones políticas y literarias con arquitectónicas
divagaciones que lideraba Paco Vejarano, hasta cuando el Chino Guido Hung
llegaba con sus discos bajo el brazo; Andy Russel, Paul Anka, Sinatra por
supuesto, y el tema nacional de sus
preferencias que sonaba hasta el medio día: La custodia de Badillo. El ciego
Micolta, Julio Duque y el flaco De la Pava también bebieron de esa botella.
Antes de la ampliación de la calle quinta la cita
era en "El Trópico", y por allí se acercaban mis otros primos, Cuevas
Gómez, Ramos Cuevas, Tascón Cuevas, Salinas Cuevas, Ocampo Cubillos, Velasco
Cuellar, Vivas Gamboa, y nos tomábamos
la esquina por asalto. Digo que "Baco" fue posterior, después de la
ampliación, en donde también nos soportaron los inolvidables Alberto, Alirio y
Quike Sánchez. El que no oyó
"Prisma de ilusión" en
la voz inmortal de Pepito López no estuvo allí.
Después visitábamos amanecederos como el de
"Calandria", en dónde él con su guitarra, a veces acompañado de violín,
y los sonoros conciertos de Miguelito,
Pacho, Grijalba excelente cantante payanés, y Rafaél virtuoso de la cítara, hacían
las noches más cortas.
Pero llegó Harold, mi hermano mayor, y envidioso
de mis parrandas, como él andaba por Bogotá estudiando y viviendo de lo que se
ganaba, le vendió a mi papá la truculenta historia de que yo me estaba ahogando
en el alcohol, y me hizo deportar a la capital en donde acabé titulado de
doctor.
Ahora último vinieron los dolorosos. Entrañables
compañeros de andanzas, Jairo Restrepo en Roldanillo, Diego Muñoz y
"Chalo" Paredes en Popayán, resolvieron trasladar su música a otra
parte. Entre tanto, aquí permanezco aguardando
el acarreo.
Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 12.12.15