sábado, 12 de diciembre de 2015

Alcoholario



 Ocurren cosas que hacen recordar deudas insolutas contraídas con el Creador, sin que tan Supremo Señor me haya llamado a juicio. Gracias Dios.

 El inigualable maestro Jesús Vallejo Mejía, en su blog "Pianoforte", hizo públicos  profundos conocimientos sobre Tango, texto sorprendente y magistral que me devolvió  a los tiempos en que canté tangos.

 Gustavo Adolfo Muñoz también hizo alusión musical,  en facebook, sobre lo chévere que fue La Sultana del Valle;  épocas esas  en que no la etiquetaban  "negrópolis", como después logró signarla  el ácido y genial humor de Juan José Saavedra Velasco.

 Este sábado don Julio Sánchez Cristo rebosó la copa del recuerdo,  ... ¡salud! ..., con la centenaria historia de Frank Sinatra.

 Era yo niño y pasaba por "El Recreo" y "La Rochela", con ilusión de que mis primos Saa Cuevas  me deslizaran una Costeñita, mientras el serísimo Rodolfo Irurita los recriminaba por suministrarme alcohol, pero al ritmo de su discusión yo me la aplicaba, y me iba a dormir con infantil sensación de haber vivido una noche rumbera.

 A pocos años llegaron todas las rumbas que el cuerpo aguanta. Bajo inteligente protección de mi guía noctámbulo Oscar Vivas Rodríguez, también primo mío, quien  dolorosamente hoy se resigna a los cobardes asaltos de la amnesia, recorrí lo que Cali tenía para comer y beber. Gratas noches de bohemia deliciosa y culta, en cuyas madrugadas cantábamos mejor que el sublime Jorge Negrete, y alternábamos disertaciones políticas y literarias con arquitectónicas divagaciones que lideraba Paco Vejarano, hasta cuando el Chino Guido Hung llegaba con sus discos bajo el brazo; Andy Russel, Paul Anka, Sinatra por supuesto,  y el tema nacional de sus preferencias que sonaba hasta el medio día: La custodia de Badillo. El ciego Micolta, Julio Duque y el flaco De la Pava también bebieron de esa botella.

 Antes de la ampliación de la calle quinta la cita era en "El Trópico", y por allí se acercaban mis otros primos, Cuevas Gómez, Ramos Cuevas, Tascón Cuevas, Salinas Cuevas, Ocampo Cubillos, Velasco Cuellar, Vivas Gamboa,  y nos tomábamos la esquina por asalto. Digo que "Baco" fue posterior, después de la ampliación, en donde también nos soportaron los inolvidables Alberto, Alirio y Quike Sánchez. El que no oyó  "Prisma de ilusión"  en la voz inmortal de Pepito López no estuvo allí.

 Después visitábamos amanecederos como el de "Calandria", en dónde él con su guitarra, a veces acompañado de violín, y los sonoros conciertos de   Miguelito, Pacho, Grijalba excelente cantante payanés, y Rafaél virtuoso de la cítara, hacían las noches más cortas.

 Pero llegó Harold, mi hermano mayor, y envidioso de mis parrandas, como él andaba por Bogotá estudiando y viviendo de lo que se ganaba, le vendió a mi papá la truculenta historia de que yo me estaba ahogando en el alcohol, y me hizo deportar a la capital en donde acabé titulado de doctor.

 Ahora último vinieron los dolorosos. Entrañables compañeros de andanzas, Jairo Restrepo en Roldanillo, Diego Muñoz y "Chalo" Paredes en Popayán, resolvieron trasladar su música a otra parte.  Entre tanto, aquí permanezco aguardando el acarreo.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 12.12.15