domingo, 17 de abril de 2016

Urbe caótica




 Puedo repetir lo repetido, pero creo necesario hacerlo. El caos de Popayán no lo causaron solamente los desplazamientos originados por diversas violencias, ni el notable incremento del parque automotor, ni la baja recaudación de impuestos, ni la pobreza de la región, que suelen ser excusas para disimular ineptidudes.

 El caos también se debe a imprevisión y negligencia de gobernantes de todas las pelambres, carentes de imaginación y de olfato futurista para entender que las poblaciones crecen, y que necesitan soluciones anticipadas para sortear complicaciones generadas por el desarrollo urbanístico. Y a funcionarios corruptos que distraen recursos públicos para satisfacerle compromisos individuales a la clientela, y a quienes los financian,  mientras lo de interés colectivo se deja sin resolver.

 A dirigentes sociales, a burócratas y a sus mayúsculas roscas,  no se les ocurrió pensar que el pueblo evolucionaría a ciudad, y que la ciudad necesitaría vías rápidas e interconexiones fluidas; que el centro histórico y los complejos administrativos que alberga necesitarían accesos despejados y facilidades de evacuación; que los sectores hospitalarios requerirían corredores peatonales transitables, calzadas vehiculares amplias,  y generosas zonas de parqueo; que el transporte colectivo público debe servir para acercar pero no para llegar hasta la puerta de destino.

 Y, claro, no tuvieron agudeza conceptual para organizar la ciudad  que se vino encima sin planeación, sin regulación, sin estrategias de control, sin disciplina social y sin sentido de pertenencia.

 Puntos críticos como la glorieta de Bolívar ecuestre, glorieta de El Paso, e intersección de Campanario no ofrecen mínima seguridad para los caminantes, allí se  obstaculizan las cebras peatonales para recoger y dejar pasajeros del transporte público. En eso lugares frágiles transeúntes asumen riesgos mortales para cruzar.

 Mediante apertura de nuevas vías se puede disolver el despiporre. Los gobernantes de turno, alcalde y gobernador, el gobierno central, con mediación de esos imperturbables congresistas que dizque nos representan, deben convocar a expertos, arquitectos e ingenieros de buena escuela y comprobada honorabilidad, que los hay, para que propongan soluciones técnicas de rápida realización.

 Porque las calles panamericana y sexta seguirán deficientes, ya antes sugerí romper el tapón de la carrera once entre calles cuarta y quinta. Las edificaciones que allí estorban no tienen valor histórico ni arquitectónico, mientras su demolición sí daría vida a una calle de doble sentido, que conecta el aeropuerto con las salidas al sur, ya sea que se gire hacia la glorieta de la Chirimía o hacia la Plaza de Toros, por donde pasaba la vieja carretera a Pasto.

 Con celeridad se debe dotar a Popayán de nuevo y moderno puente sobre el río Cauca, para que a partir de la glorieta Juan Pablo II, por el callejón que cruza entre el Comité departamental de cafeteros y el barrio la Villa, se una la ciudad con el punto más cercano de la variante occidental. Se aprovecha que en la banda derecha del cauce hay terrenos abiertos, costosos tal vez, pero no urbanizados, que facilitan  tanto el trazado como la adquisición de la franja requerida para construir esa vía.

 Es conveniente empezar a gobernar.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 17.04.16