domingo, 25 de mayo de 2014

Entre la lógica y la mecánica



 No hay electorado endosable. De allí debe partirse para analizar lo que puede ocurrir  en la segunda vuelta.

 Le quedó claro al presidente candidato que su triunfo del 2010 no fue producto de sus méritos, sólo fue arrollador resultado del fervor uribista profundamente interesado en culminar el desmantelamiento que entonces acusaban los narcoterroristas.

 Hoy, tras la primera vuelta, se evidencia que los usufructuarios de la mermelada perdieron los bríos mostrados en las elecciones de marzo. Y ello puede ser el benéfico efecto de duras críticas que todos los candidatos opositores enfilaron contra el corrupto mecanismo gubernativo de descuadernar la chequera oficial para comprar votos.

 Al menos esa fue la incesante censura de Clara López y Enrique Peñalosa, quienes, entre propuestas de cambio y equidad, de fortalecimiento de la educación y la salud, y de purificación de la justicia, indiscutiblemente enarbolaron banderas anticorrupción y, más concretamente, plantearon la necesidad de erradicar esa inveterada estratagema de comprar gobernabilidad con dineros públicos que terminan en las cuentas bancarias del clientelismo "ñoño".

 Obviamente el discurso más aproximado al de Zuluaga fue el de Marta Lucía Ramírez, y allí, entre sus amigos y seguidores, entre los disciplinados electores del partido conservador, entre las huestes populares humildes y las nobles masas campesinas  pueden estar los votos que determinen el triunfo de Zuluaga en la segunda.

 De alguna parte van a salir los electores que marquen la diferencia entre quienes buscan los avances sociales de Colombia en medio de una paz negociada, pero sin impunidad; y entre los que se obstinan en entregar posiciones de poder a unas organizaciones  criminales que se burlan de las victimas y pretenden reformas constitucionales apuntaladas en fusiles que se niegan a entregar y a silenciar.

 Difícil la tienen ambos candidatos, pero más difícil la tiene Santos.

 En primer lugar porque no podrá ocultar su condición de Presidente derrotado por un aspirante que no arrancaba, pero que resultó apoteósicamente aclamado por casi cuatro millones de colombianos,  que se solidarizaron con él ante sucios montajes que buscaron sacarlo de la contienda a fuerza de calumnias y sindicaciones burdamente coreadas desde la Fiscalía General de la Nación.

 En segundo lugar porque, si el discurso de Peñalosa es conciso, puede estar mas cerca de las innovadoras reformas institucionales planteadas por Zuluaga que del continuismo de Santos, a quien ya conocemos como incapaz, ineficiente y blando, pues que teniendo las mayorías del Congreso hábilmente domeñadas y adormecidas a punta de caramelo, impotente asistió al hundimiento de las reformas educativa, de la justicia y la salud.

 Eso sin decir que su indigno apaciguamiento, en la fase habanera, que no duraría más de seis meses, ya se acerca a los dos años de afrentosa vitrina guerrillera  sin concretos resultados de paz.

 En tercer lugar porque Zuluaga acaba de golpear primero. Al discursito triunfalista de Santos, carente de profundidad, el aspirante ganador del Centro Democrático respondió con verdadero programa de gobierno inclusivo, en el que caben las ideas de los candidatos eliminados, para que no haya más de lo mismo.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 25.05.14

sábado, 17 de mayo de 2014

Lo dicen las encuestas


 La historia reciente no recuerda una campaña presidencial tan insípida en sus comienzos como vertiginosa y desencajada en la recta final.

 Así parece que no son solamente los hombres públicos quienes imponen el ritmo, sino que los sucesos políticos colectivos, los aciertos o los despropósitos de los gobiernos en conjunto, y los brutales comportamientos de los grupos terroristas, vienen a signar el destino de los pueblos.

 Nada está calculado matemáticamente porque los avatares sociales del futuro no se diseñan para que confluyan con un determinado resultado electoral o con una preferencia popular específica.

 Esfuerzos humanos se hacen para que ciertas aspiraciones salgan bien, pero pueden salir mal, mucho más mal de lo francamente imaginable, o mucho mejor de lo previsto. A la hora de la verdad nada está escrito.

 Ni los candidatos ni los electores se llegaron a imaginar que los convocados a sumar resultaran restando, que los vocablos corrientes adquirieran esa significación manifiestamente insultante y ofensiva, como la que hoy tiene aquella denominación de gamín que el arrogante doctor Vargas le endilga a sencillos ciudadanos del pueblo; o que la destemplada algarabía de un ex-presidente, sus disonantes reclamaciones y sus descompuestas exigencias de improvisado jefe de campaña, sirvieran más para que se mofen de él y no  para imprimirle respetabilidad al desesperado intento de reflotar una reelección cada vez más lejana, inconveniente y dañina.

 A nadie se le podía ocurrir que los capos apoltronados en la Habana, dispuestos a congraciarse con el gobernante en campaña y brindarle el placebo de un cese unilateral,  ordenaran a sus secuaces agotar un crimen bárbaro en las calles de Tumaco, repudiable sacrificio de niños humildes  terriblemente destrozados por cargas de dinamita. ¿Es esa la paz que nos prometen?

 No fue ninguno de los opositores al gobierno el que declaró ante la Fiscalía General de la Nación que los más cercanos asesores de la campaña reeleccionista atiborraron sus arcas personales con dólares conseguidos en el comercio internacional de narcóticos, precisamente para gestionar ante el actual gobierno, por cuenta de temibles criminales,  unas favorables condiciones de entrega, o para ambientar  entre las encumbradas esferas del régimen cierta blanda impunidad donde pudiera anidarse un sometimiento barato y engañoso.

 Tampoco fue la publicitada guerra sucia la que vino a generar tanta desesperación y tantos miedos entre la élite santista, enemistada ayer con la montonera petrista,  como para que entre ellas se viniera a constituir esa alianza atípica y tardía con que pretenden  apuntalar soñadas permanencias en el mando.

 Como en "El sueño de las Escalinatas", crece, crece la audiencia en unas proporciones incalculables, y desde todos los lugares, procedentes de todas las capas sociales y de todos los matices populares acuden multitudes a engrosar esa gigantesca manifestación de inconformidad frente a las debilidades del actual mandatario que conducen al país hacia desbordante impunidad.

 Eso es lo que verdaderamente traducen las últimas  encuestas especializadas que le minimizan al candidato presidente la posibilidad de mantenerse en el cargo.

 Sin lugar a dudas las puertas del Palacio de Nariño están abiertas para Zuluaga o Peñalosa.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 17.05.14

domingo, 11 de mayo de 2014

Vidas de gatos



 El gato negro de ojos verdes se sobó silencioso contra el muro cuando ella dijo adiós. El coche se detuvo un instante  junto al puesto de vigilancia y se alejó despacio, mientras tanto el curioso felino  se asomó resignado a la verdad de sus días. Todo quedó claro para él pero no para ella.

 Ella se cambió de lugar pero el gato no se podía cambiar porque él es de allí, de su territorio, del campestre lugar donde ella algún día lo encontró flacucho y vagabundo.

 Por las noches, sin muestras de reproche, el animalejo mirará a los ojos de los  vigilantes  y se limpiará los bigotes con tanta autoridad que los hombres apagarán el televisor y saldrán a cambiarle el agua y servirle la ración.

 Agradecido se acomodará  sobre el mesón de la garita con la misma pasmosa quietud de los gatos de porcelana y allí estará hasta el lógico final de  su séptima vida.

 En cambio ella no durmió, en la inquietud generada por los ruidos dispersos de un espacio desconocido en donde todo suena sin causas aparentes, se despertó sobresaltada para buscar junto a su cama decenas de lagartijas, escarabajos y ratoncillos destripados que el gato negro le dejó en protesta por su ausencia. Aterrada bebió unos sorbos de té, inspeccionó toda la casa,  pero nunca encontró los escarabajos.

 Y como en el mundo de los gatos ocurren cosas de gatos, vino a suceder que a la siguiente noche, en la temida espera del desvelo llegó otro gato, un gato de verdad, un gato que escapó de un aquelarre.

 Tras recorrer los bosques aledaños y lidiar con la herida que le dejó la soga al rededor del cuello, marcado el pobre por una ruda cicatriz profunda y permanente, el bebé siamés de ojos azules tuvo la envidiable fortuna de toparse la mansión de un can de mala laya que siempre deja residuos en el plato.

 Amparado en las sombras vegetales, camuflado en los rastrojos, cubierto de rocío en las madrugadas y tostada la piel  en el calor del medio día, con su tieso pelaje de gato a la intemperie,  improvisó atalaya en el tronco de un roble agonizante y allí pasó los días asaltando en las tardes las boronas restantes.

 Los acuciosos amos del can se condolieron y le brindaron protección al gato, pero el perro celoso, en fin celoso y perro, no soportó que amor dieran al gato, y promovió el desahucio del intruso.

 Así el felino errante "Coffee Cat" otra vida empezó, una nueva aventura innumerable en la que ostenta condición de propietario.

 En las noches de luna sube al techo o se posa discreto en las barandas del balcón a otear el paisaje.

 Hace unos días, cuando ella leía, él tuvo la perversa ocurrencia de tocarla y saltar, y obligarla a mirar por la persiana. En ese instante, al apocado can, al del desahucio, lo llevaban a tirones, encadenado el infeliz  y cabizbajo.

 Ronronea en sus arrumacos el felino, de un barquito de papel se hizo un palacio.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 11.05.14

lunes, 5 de mayo de 2014

¿Otro elefante?



Queda mucho por decir y queda mucho por hacer, pero sobre todo queda mucho por aclarar y explicar. Como las que nos dicen son verdades a medias, falta la verdadera verdad.

Cada noticia descubre o confirma una nueva corrupción, cada trapacería  se sepulta bajo el fango de mil justificaciones y cada investigación engendra una absolución que siembra nuevas dudas.

Nada le funciona bien a esta sociedad enajenada, que a los golpes responde con genuflexiones, a las ofensas con venias  y a los engaños con reelecciones.

Colombia es un semillero de desdichas, las plagas bíblicas se aposentaron en ella, no hay aquí una sola ilicitud que no prospere, ni una rala virtud que no se apoque.

En la memoria colectiva retumba la fresca sarta de bochornosos sucesos. Mansamente nos amoldamos al despropósito judicial, a la molicie burocrática, al latrocinio contractual y al cinismo electoral.

Ni siquiera se ha definido quién será el nuevo Presidente, que ojalá no sea el mismo decrépito de ahora, cuando ya nos anuncian reelecciones y reencauches de  mastodónticas figuras en gobernaciones y alcaldías. Reverente se inclina la  manada ante indignos aspirantes que sin pasar por el purgatorio piensan que tienen asegurado el cielo.

 Y a todos los motivos que generan desencanto popular, a todas esas cosas que incrementan el desprestigio de la casta gobernante, viene a sumarse una denuncia periodística que involucra a Germán Chica "alto consejero presidencial para asuntos políticos ..., quien hoy es director ejecutivo de la Federación de Departamentos que agremia a los gobernadores del país", y a J.J.Rendón "quien es hoy -nuevamente-" el principal asesor de la campaña reeleccionista.

Esos encumbrados jerarcas de la cofradía santista habrían sido contactados por poderosos capos del narcotráfico interesados en negociar con el gobierno de Juan Manuel Santos la desactivación de operaciones y la entrega de rutas. Ha declarado uno de los hermanos "Comba" que a Rendón se le  entregó jugosa suma  para hacer el proyecto que le gustara al gobierno, "para que la propuesta diera resultado".

Esto se lee en la columna que Daniel Coronel escribe para Revista Semana, con el agravante de que en la intriga, no se sabe quien, alguien se debió quedar con el dinero. Rendón y Chica se tiran mutuamente el agua sucia, mientras doce millones de dólares que los narcos invirtieron en el intento se encuentran en el limbo.

Santos certifica que Rendón sí le entregó la propuesta, una carta y un video, pero curiosamente afirma: "Germán Chica nunca me mencionó nada de eso"; en contradicción con el Presidente, Chica  "Asegura que una vez le tocó el asunto al presidente Santos y que este le ordenó que no se involucrara".

No hay nada malo en que con el gobierno se negocie la desactivación del narcotráfico, lo que sí riñe con el código penal es que para ello se le entregue dinero a los asesores del candidato gobernante, y que los dólares ilegales se diluyan como por arte de mafia.

La Fiscalía debe averiguar dónde, cómo y quién lavó la platica entregada por los "Comba" y compañía.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 04.05.14