domingo, 3 de mayo de 2015

Necesidad de tercería




 Lánguido panorama ofrece el abanico de candidatos avalados para gobernación del Cauca y alcaldía de Popayán.

 En el reciente pasado nunca se experimentó tanta apatía y tan pasmosa ausencia de liderazgo.

 A estas alturas del proceso eleccionario resulta liviano argumentar que las campañas despegarán cuando se conozca la oferta electoral completa. No, la esencial gravedad del mutismo ciudadano radica en que los actuales candidatos no tienen propuestas de acción política que excedan los atávicos discursos comunes.

 Por lo pronto resulta nocivo al buen ejercicio administrativo verificar que ciertos grupos conocidos, perniciosas alianzas tradicionales, dominan extensas parcelas burocráticas y se atragantan con gruesas porciones de mermelada, pero andan sin rumbo en la formulación de proyectos institucionales que dinamicen la participación colectiva,  catapulten el progreso social  y los emprendimientos productivos de la juventud y de las gentes comunes que habitan la región.

 Lo que debe regir en el arte de gobernar, lo que se espera que suceda en cualquier parte del universo mundo, no es que mañosos controladores de electores cautivos ordenen por quién se debe votar, tal como aquí ocurre,  sino que quienes quieran ejercer el poder acrediten que tienen ideas propias, propuestas programáticas incluyentes, soluciones incubadas en su propia sensibilidad social, esquemas básicos de trabajo comunitario y de solidaridad popular encaminados a contrarrestar antiguas omisiones y crecientes ausencias estatales, esas que prolongadamente enturbian la convivencia ciudadana y profundizan odiosas desigualdades.

 Y esta tarea, la de impulsar salidas viables y cercanas que motiven a potenciales electores, no debe ni puede sustituirse  con guiños procedentes del que más melaza trague, ni del que más contratos manipule. Si así es como piensan y pretenden gobernarnos, no solamente vamos mal, sino que nos enfilan hacia la decadencia del Estado de Derecho, y hacia el tiránico fortalecimiento de poderes abyectos, indebidamente cimentados en el desvío de  recursos financieros que, en sanas  condiciones democráticas, debieran destinarse al mejoramiento de  la deteriorada  salud pública, al refinamiento de la menguada educación,  y a la construcción de necesaria infraestructura productiva que garantice el crecimiento económico de la sociedad colombiana, mas no el exclusivo lucro de avispones que medran en cargos oficiales.

 De ingrata pero necesaria memoria es el torcido parangón entre las utilidades del narcotráfico y las del doloso control presupuestal de los entes públicos, porque nuestra obligación inmediata consiste en impedir que las jugosas arcas oficiales se constituyan en inagotables canteras de enriquecimiento ilícito.

 En estas horas difíciles resulta oportuna una tercería que con espíritu altruista despierte la caucanidad, que con verdadera  vocación de servicio al departamento y a sus gentes  aúne voluntades y atempere sectarismos en el noble propósito de construir futuro digno, honesto y promisorio para las nuevas generaciones.

 Estamos en tiempo de demostrar que no son las ideologías extremas ni las rigideces teóricas las que nos impiden defender el bien común. Desde nuestras lógicas y necesarias diferencias conceptuales podemos entendernos en lo fundamental para derrotar los avances del corrupto nepotismo y desarticular proyectos dinásticos. Plurales expresiones de conciencia social pueden evitar el descalabro que significaría seguir con los mismos.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 02.05.15