sábado, 7 de mayo de 2016

Morales en alerta




 Ante emergencia ambiental denunciada por el alcalde de Morales, consistente en voluminosos hundimientos y desplome de laderas, que a esta fecha están sin cuantificarse y dimensionarse desde lo técnico, y que requiere no sólo vacías solidaridades verbales del Estado, es necesario convocar el acompañamiento inmediato de los organismos regionales y nacionales de socorro,  cuya reacción en este evento se nota tardía, para que asuman las responsabilidades de sus competencias en cuanto a efectivo auxilio y oportuna protección  de comunidades en riesgo.

 Son múltiples deslizamientos reportados por angustiados pobladores en extensa zona rural y áreas peligrosamente próximas a la cabecera municipal.

 De hecho sería irresponsable, sin que exista mapa  actualizado con posterioridad a derrumbamientos últimamente sucedidos, hacer predicciones periodísticas que generen pánico e incrementen migración  de pobladores campesinos hacia el núcleo urbano y hacia la capital departamental, pero no sobra llamar la atención de la red nacional de entidades vinculadas al análisis y prevención de catástrofes naturales, para que procedan a diagnosticar científicamente lo que allí ocurre  y contribuyan a evitar, o por lo menos menguar las consecuencias trágicas de un complejo fenómeno telúrico que pueda afectar estructuras escolares, de salud, habitacionales, agropecuarias, e incluso generar irreparable pérdida de vidas humanas.

 Inesperadas modificaciones topográficas de los suelos del Cauca, como las que hoy ocurren en Morales, región incrustada en latitudes volcánicas plenamente activas, exigen seria observación y vigilancia tanto por parte de los grupos humanos asentados en esas   zonas deleznables, como por parte de los Ministerios de Minas y Ambiente, entidades estatales que en armónica cooperación con organismos geofísicos y vulcanológicos,  y la CRC, deben desplegar  urgentes actividades preventivas y paliativas, antes de que sea tarde.

 El lamentable hundimiento de Gramalote en Norte de Santander, lo ocurrido en La Sierra al sur del Cauca, y muchos otros acontecimientos geológicos de dolorosa memoria nacional permiten lanzar una alerta temprana y  hacer prudente petición de auxilio, ahora, cuando el invierno apenas comienza, y en clara consideración a que el municipio de Morales no registra antecedentes históricos de alteraciones físicas como las que se presentan en esta última temporada lluviosa.

 Triste, muy triste sería que a la población autóctona, bonachona y pacífica por naturaleza,   largamente victimizada por grupos armados irregulares de todas las pelambres, asediada por foráneos cultivadores de plantas ilegales que abandonaron otros municipios y se asentaron en esa región próxima a las costas del Pacífico caucano,  y criminalmente la  trasformaron en estratégico corredor para el tráfico de sustancias estupefacientes, también le toque afrontar y sufrir, en absoluta soledad, el inexorable desquite de la irrefrenable natura.

 Ya es tiempo de reclamar positiva presencia del Estado, no simplemente dentro de una situación coyuntural que de no atenderse con prontitud puede resultar ruinosa, sino para que al municipio de Morales y a sus aguantadores habitantes se les reconozca el indeclinable compromiso con ancestrales costumbres de trabajo agropecuario lícito, aún en medio de las peores agresiones delincuenciales, y de sensible lejanía por parte de quienes se aparecen a buscar votos pero no retribuyen la elección con obras civiles de beneficio colectivo.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 07.05.16