Tal cual, como cuando te vas al billar y casas
el chico con un taco bravo.
Así, igualito, no tienes posibilidades de ganar
pero no quieres perder, entonces tu contendor, un experto tragón de tocino y
hábil simulador, que además te pilló la cachorrada, taca burro a propósito en
el preciso instante de completar el chorizo, y tú te emocionas, y golpeas la
mesa, y gritas: ¡burro! ...
El otro admite la mañosa equivocación y te
propone prolongar el juego pero doblar la apuesta.
Las interminables jornadas parlanchinas van
así, de prolongo, y en las apuestas se derrocha bacanería, doradas pulseras de relojería
suiza, estruendosas Harley, unos habanos que ni qué decir, y yate brother,
¡Yate!
No hay nada más qué pedirle a la humana holganza.
Entre tanto, tal como los terroristas quieren,
los morochos tumaqueños que aguanten hambre; los ingenuos caravaneros de puente
que lleven plomo y atiendan arengas: los
niños campesinos de la Cordillera Occidental del Cauca que aprendan a manejar
las caucheras, tal como Chávez denominaba los fusiles de combate; los cultivos coqueros del Catatumbo que sigan
floreciendo y produciendo; y pues que el pueblo aguante porque la cosa es así: echando lengua y tirando bala. ¿Quién ha dicho que se van a someter?
Los tinterillos de viejo cuño y los
billaristas de profesión saben que la clave no consiste en terminar sino en
prolongar. Y la reelección ayuda para el alargue.
Lo que han publicitado no es un acuerdo. No es
otra cosa que farragosa prosa. Esa es una desvergonzada manera de venderle
ilusiones a una sociedad enferma y rendida que a fuerza de engaños y
decepciones sólo quiere tener otra ilusión. Un placebo como dicen los galenos.
Los temas enumerados en el comunicado conjunto
no exigen largos meses de intercambio
verbal, ni representan los propósitos reales de una cáfila bandolera que nada
tiene de pobre, ni de solidaria, ni de democrática. Si esos fueran los propósitos, o si estas
fueran sus virtudes, pues dejarían de reclutar y mutilar menores, permitirían el libre ejercicio de las
actividades comerciales por las que ahora cobran vacunas, suspenderían los asaltos a los cuarteles de la
fuerza pública, respetarían la población civil, y
sencillamente aceptarían las reglas electorales de la Constitución Nacional
para hacer política.
En Colombia ya existe ese marco fundamental de
garantías que dizque han convenido, y
hay mandato constitutivo expreso para el ejercicio político desde la oposición.
El Titulo IX de la Constitución Nacional vigente se ocupa "De las elecciones y de
la organización electoral".
Salvaguardar esas normas y garantizar derechos de la oposición y de las
minorías es competencia de las autoridades allí instituidas. Allí mismo se
consagra el impulso a la participación ciudadana
y se estipula que La Ley implementará mecanismos de votación que otorguen más y
mejores garantías para el libre ejercicio del sufragio. Lo que no dice, claro
está, es que los autores de crimines impunes
puedan acceder a corporaciones públicas y a cargos de elección popular.
Coletilla: ¿Como que nos están prolongando el
conflicto para reformarnos la Constitución?
Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 09.11.13