El paso del tiempo confiere a Popayán deplorable
apariencia de predio abandonado.
Ningún ciudadano cuerdo se opone al progreso
de la ciudad, por el contrario todos respaldan los anhelos de crear empresa,
generar empleo, y diversificar la actividad productiva para menguar la pobreza palpitante
en sus calles, pero ello sin cohonestar atropellos y contrasentidos que dejan mala
impresión, no tanto porque afectan movilidad y paisaje, sino porque confirman lo dicho por muchos: que en Popayán, con argumentos en efectivo, se
logra modificar el uso del suelo, usurpar el espacio público, reducir hasta el
exterminio humedales y franjas verdes, y apoderarse de tramos largamente preservados
para ampliar calzadas vehiculares y zonas peatonales.
Las evidencias están a la luz: sobre terrenos
que bordean la calle panamericana, única calle amplia de la ciudad, y única con
posibilidades ciertas de ensanche a corto plazo, se producen feroces rapiñas urbanísticas, de esas que sólo el
capitalismo salvaje y la indolencia, o el silencio prepago de funcionarios
encargados del control físico, podrían explicar.
Aumenta allí el inmisericorde apoderamiento de
espacios destinados a necesaria ampliación de esa arteria, sólo realizable
sobre las brechas denominadas vías lentas, para que por allí fluya la
sobrecarga automotora y la avalancha humana.
Lo cierto es que desde el Centro Comercial
Campanario, pasando de largo por la glorieta en donde todavía subsiste el
monumento ecuestre al libertador Simón
Bolívar, casi hasta las instalaciones de la Policía Nacional, y desde Invías
hasta el Inem, por el otro costado de la panamericana, las vías lentas donde ellas existen, o los
espacios a ellas destinados, aunque no estén asfaltados, sutilmente se vienen
privatizando, prueba visible está en el tramo que corre entre Campanario y Catay,
en donde los particulares no sólo han
levantado muros, divisiones callejeras, sino que han implementado aparcamientos
irregulares.
En todo ese trayecto vial, los escasos andenes
permanecen obstruidos por vehículos estacionados frente a múltiples establecimientos
comerciales con altísima afluencia de usuarios.
Y no es únicamente censurable la obstrucción de los andenes, lo
lamentable es que como por allí se ubican centros médicos, odontológicos y farmacéuticos,
los transeúntes, vulnerables seres humanos obligados a utilizar esos caminos,
terminan arriesgando la vida y la escasa salud, porque deben bajarse a la
calzada vehicular para sortear los obstáculos, las primorosas máquinas abusivamente
aparcadas sobre los corredores.
Pero "la tapa", como dicen las demagógicas
pancartas publicitarias del Acueducto de
Popayán, se aprecia en los terrenos ubicados frente a la Nueva EPS, contiguos a
oficinas de Movistar, vehículos Hyundai y Olímpica -antes Carulla-, en donde
cercaron, encerraron la franja pública destinada al desplazamiento de los
caminantes, alambraron el corredor peatonal, con evidente ruptura del paramento
indiscutiblemente pre-establecido y demarcado por las fachadas de los vecinos establecimientos
comerciales ya mencionados.
Rápida inspección a la zona aún no
intervenida, entre el acceso a la Nueva EPS y Empaques del Cauca, muestra
vestigios del corredor peatonal.
Plegaria: como algunos sabedores dicen que esas
avilanteces dizque las agencian gentes muy delicadas, pues anticipo mi mensaje
al cielo y le pido a Dios me libre de todo mal y peligro.
Miguel Antonio Velasco
Cuevas
Popayán, 24.01.15