En la catastrófica Popayán corren vientos
revocatorios.
Indiscutiblemente al alcalde le quedó grande
la investidura y a la ciudad le cayó la roya del desgobierno.
Está claro que en los últimos quince años no
se han hecho esfuerzos necesarios para salir del pueblerino caos en que vivimos, y lamentablemente se presagia
larga espera para recobrar mínimos niveles de movilidad que se atemperen al desordenado
crecimiento de la capital caucana.
A Francisco Fuentes se le reconoce buena
voluntad para recuperar espacios públicos usurpados por comerciantes callejeros,
que inequitativamente defienden sus derechos al trabajo, en manifiesto
desconocimiento a los derechos que el
resto de ciudadanos reclaman para transitar con seguridad y rapidez por los
corredores peatonales.
Pero es ostensible la improvisación para
ejecutar obras viales necesarias en el intento de darle a la ciudadanía un
sistema de transportes ágil y decente.
El meollo del asunto radica en dilucidar si la
revocatoria del mandato es la tajante solución que Popayán requiere, o si hay otros
mecanismos, menos traumáticos y más inteligentes, que puedan ayudar a superar
la crisis.
La experiencia enseña que cuando el potro corcovea
no se pueden perder los estribos ni se deben aligerar las riendas.
La laxitud administrativa no es buena ni para
el gobernante ni para los gobernados, y eso es lo que desluce a "Pacho"
y lo que tristemente perjudica a la ciudad.
El alcalde de Popayán no ha utilizado
oportunamente los recursos legales que el régimen de contratación
administrativa le otorga para exigir cumplimiento a los contratistas, tanto en
los cronogramas de ejecución como en la calidad de las obras contratadas, y el
alcalde no puede olvidar que los dineros que administra son dineros para construir
el bienestar de la comunidad.
Por razones de justicia, y de claridad
conceptual, se debe advertir que no hay sospechas sobre la honestidad del
mandatario, pero al hombre le falta agilidad para dinamizar la jurásica
burocracia que lo circunda y que lo asfixia.
Cabe entonces proponerle que corte por lo
sano, que erradique las malas hierbas enquistadas en la estructura
gubernamental, y que se ponga en línea con los anhelos e intereses de la
sociedad payanesa, que ama a su ciudad y que quiere recuperarla para la
industria, el comercio, el turismo, la academia, las artes y la historia.
La Universidad del Cauca, el personal docente
y administrativo de la Facultad de Ingeniería Civil, pueden ser la cantera para
conformar un equipo respetable, no una comisión chimba, sino una brigada de
rescate técnico que revise las obras y precise los correctivos para que la
inversión no se pierda, y para que la red vial se modernice y disuelva el
aparatoso trancón en que vamos a seguir si no se rediseña lo que ahora se
construye, porque es cierto que culminados los indecentes remiendos asfálticos
la ciudad continuará igualmente caótica.
La Asociación Caucana de ingenieros, La Cámara
de Comercio del Cauca, El Consejo gremial, y muchísimos payaneses idóneos pueden
ser el bordón necesario para salvar dos años de trabajo que podrían malgastarse
en aventuras revocatorias.
Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 20.03.14