jueves, 20 de marzo de 2014

A corregir el rumbo



 En la catastrófica Popayán corren vientos revocatorios.

 Indiscutiblemente al alcalde le quedó grande la investidura y a la ciudad le cayó la roya del desgobierno.

 Está claro que en los últimos quince años no se han hecho esfuerzos necesarios para salir del pueblerino caos en  que vivimos, y lamentablemente se presagia larga espera para recobrar mínimos niveles de movilidad que se atemperen al desordenado crecimiento de la capital caucana.

 A Francisco Fuentes se le reconoce buena voluntad para recuperar espacios públicos usurpados por comerciantes callejeros, que inequitativamente defienden sus derechos al trabajo, en manifiesto desconocimiento a los  derechos que el resto de ciudadanos reclaman para transitar con seguridad y rapidez por los corredores peatonales.

 Pero es ostensible la improvisación para ejecutar obras viales necesarias en el intento de darle a la ciudadanía un sistema de transportes ágil y decente.

 El meollo del asunto radica en dilucidar si la revocatoria del mandato es la tajante  solución que Popayán requiere, o si hay otros mecanismos, menos traumáticos y más inteligentes, que puedan ayudar a superar la crisis.

 La experiencia enseña que cuando el potro corcovea no se pueden perder los estribos ni se deben aligerar las riendas.

 La laxitud administrativa no es buena ni para el gobernante ni para los gobernados, y eso es lo que desluce a "Pacho" y lo que tristemente perjudica a la ciudad.

 El alcalde de Popayán no ha utilizado oportunamente los recursos legales que el régimen de contratación administrativa le otorga para exigir cumplimiento a los contratistas, tanto en los cronogramas de ejecución como en la calidad de las obras contratadas, y el alcalde no puede olvidar que los dineros que administra son dineros para construir el bienestar de la comunidad.

 Por razones de justicia, y de claridad conceptual, se debe advertir que no hay sospechas sobre la honestidad del mandatario, pero al hombre le falta agilidad para dinamizar la jurásica burocracia que lo circunda y que lo asfixia.

 Cabe entonces proponerle que corte por lo sano, que erradique las malas hierbas enquistadas en la estructura gubernamental, y que se ponga en línea con los anhelos e intereses de la sociedad payanesa, que ama a su ciudad y que quiere recuperarla para la industria, el comercio, el turismo, la academia, las artes y la historia.

 La Universidad del Cauca, el personal docente y administrativo de la Facultad de Ingeniería Civil, pueden ser la cantera para conformar un equipo respetable, no una comisión chimba, sino una brigada de rescate técnico que revise las obras y precise los correctivos para que la inversión no se pierda, y para que la red vial se modernice y disuelva el aparatoso trancón en que vamos a seguir si no se rediseña lo que ahora se construye, porque es cierto que culminados los indecentes remiendos asfálticos la ciudad continuará igualmente caótica.

 La Asociación Caucana de ingenieros, La Cámara de Comercio del Cauca, El Consejo gremial, y muchísimos payaneses idóneos pueden ser el bordón necesario para salvar dos años de trabajo que podrían malgastarse en aventuras revocatorias.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 20.03.14