domingo, 25 de octubre de 2015

Qué hubo



 Hubo de todo, porque en un país de apostadores, mercachifles y malabaristas resulta imposible que prime la lógica electoral, si es que esta existe.

 Hubo lamentables derrotas y positivos avances, y obviamente merecidos triunfos,  pero, en el fondo, poca participación democrática.

 Lo primero que se sabe es que arrasó la abstención, pero a la vez se deduce que el efecto demoledor de las maquinarias comienza a encontrar freno. Presiones, intimidaciones y amenazas no lograron su objetivo. Puede pensarse que repuntó el voto de opinión, y que hay futuro para la juventud. 

 A los humildes, que por definición son honestos y bien intencionados, a los del pueblo raso no les fue mal, por lo menos así debe decirse en Popayán, en donde arrogancia y prepotencia del cacicazgo fraterno daban por seguro el triunfo de una alcaldesa que no fue. De nada sirvieron rancios historiales de congresistas en familia ni dulzarronas  promesas burocráticas. La alcaldía patoja fue conquistada por el ímpetu del voto a conciencia.

 Lamentable que Colombia no tenga cumplida democracia , una clase política menos corrupta, y unos partidos estructurados para obrar en verídico beneficio de la comunidad.  Lo ideal sería no recibir tristes noticias de capturas y libertades automáticas, en vísperas de cruciales elecciones, cuando connotados caciques de las tantas empresas electorales que en el país se arman, transportan abultadas sumas de dinero con indiscutible propósito de comprar electores.

 Y es que en las contiendas eleccionarias de hoy ya no predominan mensajes ideológicos sino intereses de negociantes, de mesas de dinero, de asociaciones temporales, y compañías transitorias,  que se anidan en cualquier  garaje para negociar votos con el mejor postor. Son apéndices de oficinas públicas que manipulan auxilios, becas y partidas, y con anuencia o complicidad de corrupta burocracia, dilapidan el erario, se dividen las regalías, y se apropian contratos que, en legítimas prácticas administrativas, no tendrían posibilidades de  alcanzar.

 Con las insólitas alianzas de estos tiempos, el gran perdedor es el grupo social que vota pero no elige.

 Lo que queda claro es que, a nivel nacional, la elección de gobernadores y alcaldes no ha servido para optimizar el manejo del patrimonio público, pero sí para malbaratarlo y disolverlo, y para festinar el escaso interés popular de concurrir a las urnas.

 Colombia en general, el Cauca y Popayán en particular, lo mejor que pueden esperar es que la providencia los asista. Los precarios triunfos de unas minorías locales sólo sirven para presagiar difusa gobernabilidad.

 No es saludable que grandes ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali resulten gobernadas por candidatos que relativamente ganan con muy pocos votos, si es que las mediciones se hacen no sobre los electores participantes, sino sobre el gran potencial de electores esquivos.

 Por ahora nos queda la tarea de conformar grupos de presión, que amalgamados por necesarias afinidades ideológicas, entren a revitalizar los partidos existentes o a integrar nuevas fuerzas políticas decididas a definir dignamente la próxima elección presidencial y, sobre todo, a encontrar espacios de entendimiento nacional  amparados en estrictos compromisos de verdadera verdad, pronta justicia y auténtica reparación.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 25.10.15

domingo, 18 de octubre de 2015

¡A la carga!




 El Cauca tiene suficientes elementos de juicio para definir su rumbo. Aquí todos estamos en capacidad de establecer las diferencias entre la amenaza terrorista y el imperio del orden.

 Testigos somos de lo que significa caminar en seguridad y sin restricciones, y lo que implica permanecer sitiados por los actores de la violencia y el desorden.

 Habitamos una región victimizada por mendaces pregoneros de perversas transformaciones fundamentadas en el dolor. Orfandad y miseria son la marca visible en campos asolados por el crimen.

 Desde fértiles territorios que habitaron nuestros campesinos, donde fueron eficientes agricultores y disfrutaron serena convivencia sin fronteras invisibles, se les desplazó hacia esquivos espacios urbanos donde sobreviven encasillados entre peligrosas demarcaciones que envilecen sus derechos humanos.

 La vocación agrícola departamental fue pervertida por empresarios de tráficos ilegales que tendieron el anzuelo de mejores rendimientos financieros, sin advertirle a las gentes laboriosas que al final del recorrido estaban las rejas de la cárcel, el detrimento del grupo familiar y la ruina económica y moral de la sociedad.

 En todo esto tuvo activa participación el grupo delincuencial que ahora, infiltrado en altas esferas de decisión administrativa, aspira a controlar la contratación estatal, ampliar sus espacios en el poder legislativo y modificar la Constitución en el intento de borrar y perdonarse sus delitos.

 Tenemos suficiente uso de razón para entender que estamos obligados a rectificar los errores electorales del pasado, que no podemos dejar la democracia participativa en los meros registros publicitarios, y que es deber inaplazable concurrir a las urnas para encargarle la dirección de la política departamental a un hombre que ha demostrado, con acciones limpias, dedicación patriótica, hombría de bien, y emprendimientos sociales productivos, no sólo que conoce el Cauca e interpreta el sentimiento progresista de los caucanos, sino que tiene capacidad administrativa, solvencia moral para manejar con pulcritud los dineros del Estado y, lo que más necesitamos, cabal sentido del orden público institucional para afianzar el desarrollo empresarial y potenciar ingresos lícitos para la economía de la región.

 En ingenuo intento de buscarle tachas que no tiene, en algunos corrillos se comenta que el general retirado Leonardo Alfonso Barrero Gordillo no tiene experiencia política, con lamentable olvido de  que esa es  una apreciación equivocada, porque la política es precisamente el arte de gobernar, de dirigir, de organizar y ejecutar para beneficio de la sociedad, y en esas lides sí que tiene conocimientos y experiencia el general. No por otros méritos alcanzó la más alta posición a que puede aspirar un militar de carrera en Colombia; su capacidad de mando y experiencia en la gestión de asuntos públicos constituyen la razón fundamental para que fuera Comandante General de las Fuerzas Militares,

 A sus virtudes organizativas y de dirección se suma extenso recorrido por los rincones del departamento, que le permite afirmar, mejor que ningún otro candidato, que ha estrechado las manos encallecidas de nuestros campesinos, que ha batallado junto a ellos por la paz, y que sus dotes de estratega le dieron memorables triunfos a la legitimidad de nuestras instituciones republicanas.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 18.10.15

sábado, 10 de octubre de 2015

Cábala




 Para los "patojos" del inmediato futuro serán primorosamente divertidos los años que se les vienen encima. Tendrán brillante oportunidad para refinar el humor que caracteriza a los de ahora, y para reír y hacer reír hasta desternillarse a cuantos por estos contornos se aventuren.

 Y es que no podrán perder la alegría en un entretenido trancón sobre la flamante Autopista Panamericana, o en plácidos rodeos por las circunvalares de la ciudad nueva, mientras busquen acceso al sector hospitalario con un pariente agónico a bordo.  Todo lo contrario, en esas valiosas oportunidades de reflexión, que harán parte esencial de la ciudad moderna, de los tiempos de movilidad inteligente y de las grandes construcciones sociales, será cuando menos puedan liberarse los impulsos agresivos  ni dársele rienda suelta al sartal de vulgaridades heredadas de estas tediosas épocas de pachorrudo andar y desmayadas planeaciones futuristas.

 Es allí, entre el calor y el terroso sudor del medio día, y de la inédita lentitud semafórica, cuando saltará la chispa de repentistas nacidos para que sus ocurrencias perduren, y para ponerle oficio a la proverbial memoria del pueblo raso que, como  no tendrá carros, penurias, ni hipertensión crónica, vagabundeará a pura pata por dónde sus prodigiosas habilidades le permitan.

 Suntuosas mayorías de habitantes payaneses estrenarán teléfono fotográfico, porque las  cámaras pasarán de moda, y captarán inmejorables imágenes de  amigables vendedores de masato que tomarán posesión de los  corredores de la alcaldía,  dije corredores no despachos,  y otros preferirán inundar las redes sociales con registros graciosamente alusivos al medicinal mercadeo de marihuana y otras hierbas por entre los recovecos del Parque Mosquera y Arcada de La Herrería.

 Las estaciones locales de televisión, que olímpicamente van a multiplicarse, deleitarán la teleaudiencia con armónicos chapaleos de distribuidores minoristas entre las fragorosas riadas que circundarán la galería del barrio Bolívar, y toda la clientela de ese emblemático punto gastronómico  exhibirá sus habilidades náuticas al sortear cadenciosos oleajes de lodo que fluirán al paso de espectaculares carretones tirados por jamelgos de milagrosos bríos.

 Embrujadoras esencias del río Molino harán las delicias de caminantes extranjeros que vendrán a contemplar  la primorosa arquitectura del Hueco, en atropellada búsqueda de artesanías y golosinas locales. El bachaqueo de cachivaches chinos  cederá  espacio al floreciente desarrollo de la cocina criolla, y la céntrica urbe abandonará su albura para colorearse de grafitis pacifistas.

 Odorífero tapiz de sobrantes vegetales engalanará históricas esquinas hoy fríamente adornadas con insípidos vidrios, plásticos, cartones, y apachurrados recipientes de metal.

 Recorrer las arterias del Centro Histórico será mucho más emocionante, y más retador que adentrarse en el actual Bronx bogotano. El descollante petrismo tendrá florida oportunidad para implantar en estos pagos Centros de Consumo Controlado, que no cuajaron en la capital, y no faltará la videoperorata de turbadas con turbante, para exaltar la pacífica tolerancia y la enervante connivencia con quienes hagan de los andenes callejeros su fumadero particular y su propio paraíso.

 Envidia enorme causa imaginar esos prometedores espacios de crecimiento humanístico y frondosa creatividad para la supervivencia. Definitivamente no hay glorioso pasado insuperable, ni mucho menos porvenir misterioso.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 10.10.15

sábado, 3 de octubre de 2015

Vendaval sin rumbo




 Firman pactos secretos y se dan  apretones  de mano pero no florece la certeza de la paz. Náufragos derivamos entre ambiguos mensajes que suscitan dudas y despiertan temibles inquietudes. El descontento avanza mientras se ahoga la ilusión.

 No es que los ciudadanos colombianos confundan las noticias, es que las noticias confunden a los ciudadanos, y no es  que ellos se opongan al logro de la paz, es que las altas partes negociadoras, por altas que sean, gaguean, farfullan, vociferan y mienten.

 No existe anuncio, comunicado o informe que pase limpio al dominio público. En cada oportunidad, a todo aviso le surgen recriminaciones, y a severos reclamos se les hacen ligeras aclaraciones, nada se concreta y poco se precisa.

 No tenemos la paz de un cacho, ni los diálogos fueron asunto de pocos meses, y para nada se vislumbran pregonados propósitos de  verdad, justicia y reparación. Lo verificable es que estamos en la punta del cacho, a varios lustros del objetivo esencial, sin verdad que resplandezca, ni justicia que brille, ni reparación que satisfaga.

 Y la táctica del insulto se profundiza, para minimizar las voces de quienes censuramos las falencias del mal llamado proceso de paz, al Presidente sólo se le ocurre decir que ladramos.

 Aparte del dictador Rojas Pinilla, nunca habíamos tenido gobernante que difame a los opositores mientras prostituye las instituciones, y ajenos éramos a la amenaza persecutoria fulminada desde la cúpula judicial.

 Entre tanto, siniestros cuadros de la internacional comunista, que falazmente fungen como  hacedores de convivencia; un antiguo juez español  proscrito por corrupto, una congresista nacional inhabilitada por colaboradora de guerrilleros, y un mandatario extranjero perseguidor de colombianos errantes; azuzan odios internos y atizan rencores de vecindario, mientras estimulan y reverencian a criminales armados que confabulan contra la integridad nacional.

 No se sabe por dónde vamos porque se nos oculta lo convenido,  y  además nos enredan metódicamente sobre los mecanismos convenientes para refrendar los acuerdos. El Presidente permite que narcotraficantes al margen de la ley señalen los derroteros del quehacer gubernamental, y la cauda de aduladores oficiales intenta perfumar las pestilencias del menjunje que se cocina en Cuba.

 En estas horas de tiniebla la desconfianza viene a ser nuestro derecho fundamental, y no porque caprichosamente nos sintamos maltrechos y traicionados, sino porque al Ejecutivo lo aqueja el mal de Alzheimer que se evidencia por deterioro cognitivo y trastornos conductuales.

 Olvidó el señor Santos que fue elegido para defender la integridad de la Constitución y las leyes de la República, y para proteger la vida, honra y bienes de los ciudadanos. Su incapacidad de mando y vergonzosa tibieza de carácter nos tienen al borde de la catástrofe, a  empellones nos mete por el desfiladero socialista en que leyes habilitantes abren camino a tenebrosos absolutismos.

 Equitativa solución a prolongadas controversias de contenido político, económico y social, que han enlutado esta incipiente democracia, sobradamente puede encontrarse en instrumentos legales, preexistentes y actualmente vigentes, sin acudir a deshonrosas claudicaciones que presenciamos.

 Verdadero imperio del derecho y pulcra interpretación de nuestras normas pudieron evitar esta tormenta.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 03.10.15