domingo, 18 de octubre de 2015

¡A la carga!




 El Cauca tiene suficientes elementos de juicio para definir su rumbo. Aquí todos estamos en capacidad de establecer las diferencias entre la amenaza terrorista y el imperio del orden.

 Testigos somos de lo que significa caminar en seguridad y sin restricciones, y lo que implica permanecer sitiados por los actores de la violencia y el desorden.

 Habitamos una región victimizada por mendaces pregoneros de perversas transformaciones fundamentadas en el dolor. Orfandad y miseria son la marca visible en campos asolados por el crimen.

 Desde fértiles territorios que habitaron nuestros campesinos, donde fueron eficientes agricultores y disfrutaron serena convivencia sin fronteras invisibles, se les desplazó hacia esquivos espacios urbanos donde sobreviven encasillados entre peligrosas demarcaciones que envilecen sus derechos humanos.

 La vocación agrícola departamental fue pervertida por empresarios de tráficos ilegales que tendieron el anzuelo de mejores rendimientos financieros, sin advertirle a las gentes laboriosas que al final del recorrido estaban las rejas de la cárcel, el detrimento del grupo familiar y la ruina económica y moral de la sociedad.

 En todo esto tuvo activa participación el grupo delincuencial que ahora, infiltrado en altas esferas de decisión administrativa, aspira a controlar la contratación estatal, ampliar sus espacios en el poder legislativo y modificar la Constitución en el intento de borrar y perdonarse sus delitos.

 Tenemos suficiente uso de razón para entender que estamos obligados a rectificar los errores electorales del pasado, que no podemos dejar la democracia participativa en los meros registros publicitarios, y que es deber inaplazable concurrir a las urnas para encargarle la dirección de la política departamental a un hombre que ha demostrado, con acciones limpias, dedicación patriótica, hombría de bien, y emprendimientos sociales productivos, no sólo que conoce el Cauca e interpreta el sentimiento progresista de los caucanos, sino que tiene capacidad administrativa, solvencia moral para manejar con pulcritud los dineros del Estado y, lo que más necesitamos, cabal sentido del orden público institucional para afianzar el desarrollo empresarial y potenciar ingresos lícitos para la economía de la región.

 En ingenuo intento de buscarle tachas que no tiene, en algunos corrillos se comenta que el general retirado Leonardo Alfonso Barrero Gordillo no tiene experiencia política, con lamentable olvido de  que esa es  una apreciación equivocada, porque la política es precisamente el arte de gobernar, de dirigir, de organizar y ejecutar para beneficio de la sociedad, y en esas lides sí que tiene conocimientos y experiencia el general. No por otros méritos alcanzó la más alta posición a que puede aspirar un militar de carrera en Colombia; su capacidad de mando y experiencia en la gestión de asuntos públicos constituyen la razón fundamental para que fuera Comandante General de las Fuerzas Militares,

 A sus virtudes organizativas y de dirección se suma extenso recorrido por los rincones del departamento, que le permite afirmar, mejor que ningún otro candidato, que ha estrechado las manos encallecidas de nuestros campesinos, que ha batallado junto a ellos por la paz, y que sus dotes de estratega le dieron memorables triunfos a la legitimidad de nuestras instituciones republicanas.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 18.10.15