Inocultables intereses de Santos para pagarle
algún secreto favor al narcoterrorismo hacen que se nos lance asfixiante propuesta
de acomodar, como conexas con el delito político que fundamentalmente lo es el
de rebelión, las más repudiables agresiones contra la humanidad, contra la vida,
la familia y la libertad.
Por fortuna no es fácil, sobre todo en lo
atinente al cumplimiento de tratados internacionales que ostentan rango
supraconstitucional, omitir la necesaria investigación y consecuente castigo de
conductas delictivas como el secuestro, el reclutamiento y violación de
menores, el desplazamiento y desaparición forzada de personas en extensas zonas
geográficas colombianas, donde los victimarios han sido diversos movimientos
guerrilleros promotores de fabricación y
mercadeo transcontinental de narcóticos, actividad en que acumularon insultantes
fortunas propensas a legalización dentro de las grises negociaciones habaneras.
Al repudio contra semejantes golpes a la
legalidad debemos adicionar nuestro voto negativo, en el supuesto de que nos convoquen a referendo
refrendatorio, si es que de veras firman la deshonrosa claudicación que se
cocina en Cuba. En ese caso para nada serviría abstenerse, ni aplica allí el
voto en blanco. En ese caso la respuesta
negativa deviene indispensable para preservar nuestra vocación republicana y democrática.
Mientras tanto en el departamento del Cauca,
donde la burocracia provinciana ya considera armados los organigramas del
futuro, comienzan a elevarse tempranas señales de humo con perentorias órdenes
de volver a votar por los mismos.
Piensan en los despachos gubernamentales que el
electorado está satisfecho con las jugarretas urdidas en el salón de los
espejos, y que los caucanos vamos a comulgar con esas pesadas ruedas de molino,
que en el reciente inventario electoral pasaron a la categoría de elementos en
desuso, que ya no ruedan.
Para nadie es secreto que el deterioro y retroceso político del departamento se fraguó
bajo los esquemas corruptos y clientelistas de unas sectas variopintas, que
hace rato abandonaron cualquier compromiso con los ideales de partido y con el
bien común, para constituir
escandalosas y pestíferas alianzas
contractuales donde el dinero público
pasa sin contratiempos a las cuentas bancarias de los particulares.
Si de renovación nos quieren hablar, pues que
de una vez le cierren el paso a la resurrección de fantasmales figuras del pasado,
esas que durante largos años vegetaron en los asientos del Congreso, mientras
el Cauca se desarticulaba a sus espaldas pero con su complacencia, y que le den
vía libre a una joven figura de la política regional, que tiene clase, conocimientos,
experiencia y prestigio para ponerse al frente de la administración, que tiene
talante para ejecutar verdaderas políticas públicas que otros mantienen engavetadas,
y que ha expuesto programas claros y concretos para articular el departamento a
las pujantes actividades industriales y comerciales de los departamentos vecinos.
Interesante sería que los dirigentes
gremiales, los electores, y las juventudes consideren esta propuesta y se empeñen
en respaldar a Santiago Zambrano para elegirlo, con sobrados méritos, como el
próximo gobernador del Cauca.
Militantes de distintos partidos, con sentido
de pertenencia y sincero interés de allanar
caminos, no dudan en acoger una posibilidad tan refrescante.
Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 16.11.14