martes, 7 de junio de 2011

Coca y finanzas.


Con el expresidente Gaviria a la vanguardia reciclan el tema de legalizar los narcóticos.

De tiempo en tiempo, organismos internacionales gastan unos melones en campañas de ablandamiento para torcer cabezas.

Bajo el consejo bonachón y cómplice de los muchachos de antes, que tantos riesgos corrieron consumiendo porquerías artesanales, nuevamente nos proponen legalizar la droga, sí, la misma que los muchachos de ahora compran en cualquier esquina  y  utilizan para potenciar los amplios espacios de la imaginación, la creatividad, la resistencia, y la evasión.

En ese sollado sueño con la droga de marca nos repiten que es buena,  y nos lo dicen con un tono de suficiencia, autoridad y experiencia  que casi logran doblegar nuestra terca resistencia a la traba.

Siempre dicen la misma cosa pero de otra manera, cambian la manera pero no la cosa.

Dicen que la droga no es fuente de crimen, delincuencia juvenil, prostitución,   violencia,  ruina familiar, ni  de malas mañas, absolutamente nada que ver con el código penal, el asunto dizque liga es con la salud, y por eso dejarán de perseguir narcotraficantes. Lo noble será abrir escuelas, academias e instituciones para reeducar a los enfermos de la droga, y suministrar a los incorregibles su pertinente dosis oficial, para evitarles la vergüenza de bajar a las ollas.

Evidentemente esos son negocios para especialistas, aunque curiosamente nunca nos dicen cuáles especialistas, ni con qué métodos, se quedarán con el negocio legalizado.

Hoy por hoy, cualquier desaplicado estudiante de escuelita rural pasa por químico y refina la mejor de las mejores. Para eso no necesitó ir a la facultad, ni quemó  pestaña como decían los abuelos. Simplemente se enredó con unos manes que lo llevaron en una vuelta y accedió a los secretos de alta cocina.

A partir de la legalización las hornillas de los empíricos se trasladarán del monte a las zonas industriales, y el producto llevará sofisticadas etiquetas de laboratorio, mejor dicho la cosa no será genérica. El transporte de materia prima se hará de frente porque las plantaciones estarán a orilla del camino, como ahora, sólo que no se pagará para que algunas autoridades pasen sin mirar y sin hablar.

El Banco Agrario abrirá créditos especiales para fomento industrial post-conflicto,  y  vistosas delegaciones internacionales llegarán al país para verificar los procesos limpios y entregar las consabidas certificaciones de producto orgánico 100%.

La oficina de marcas y patentes implementará insobornables sistemas y  checking,  para que parlamentarios y ejecutivos gremiales no necesiten registrarse en sucios libros de visitantes, como ahora sucede en la DNE, y la cadena de producción, calidad, embalaje y transporte a los mercados internacionales, será vigilada desde el  Minsalud con la  rechimba tecnología de punta. Claro que el ripio quedará para consumo nacional.

El inconveniente, que nunca mencionan, es la violencia que enlutará a Colombia mientras los dueños del billete definen a bala sus nuevas jerarquías, para saber quién controlará el negocio legalizado, porque desde ahora los mafiosos están apuntados en listas secretas que mañana se convertirán en títulos bursátiles.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 07.06.11