miércoles, 7 de diciembre de 2011

Las Farc han dejado de existir



Para muchos, afirmar escuetamente que las Farc no existen, podría significar  la simple exteriorización del deseo, pero, bien vistas las cosas, esa es una verdad tajante.

Siempre se nos dijo que en sus comienzos, reclamando la restitución de semovientes y aves de corral, alias Tirofijo pretendió reivindicar derechos y pertenencias que estéril confrontación partidista  les había arrebatado a  campesinos colombianos.

Y el largo aliento vital de Tirofijo, sembrando  dolor y odios en los campos colombianos, hizo que el mundo equiparara la longevidad del bandido a la permanencia y continuidad de su alzamiento.

Sin embargo, las acciones de facinerosos sumados a sus filas marcaron pautas y dejaron  huellas que desdibujan el prístino objetivo de una revolución popular.

El  grupo armado, definitivamente ajeno a las luchas sociales, se enriqueció con el producto del secuestro y la extorsión, a lo que sumó el control de mercados negros, no sólo de drogas ilícitas, sino de  oro, esmeraldas, uranio, y otros minerales irregularmente explotados en territorio colombiano y zonas fronterizas.

Dolorosamente algunos sectores, desheredados de la sociedad colombiana, confundían el negocio del secuestro con gestos de caridad guerrillera, que dizque buscaban quitar a los ricos para dar a los pobres, y multitudes creían que la guerrilla  erradicaría desigualdades, latrocinios y corruptelas.

Hasta cuando el pueblo colombiano comprendió los verdaderos propósitos delincuenciales y terroristas de esa banda armada que, respaldada por Cuba y la Unión Soviética, gestionaba su reconocimiento universal  como ejército insurgente.

Pretendieron venderle a la humanidad un Caballo de Troya, con arreos de alzamiento popular, en el que se ocultaba la amarga pesadilla de un imperio mafioso.

Lo que hoy hay allí no es un ejército del pueblo, ni eso tiene un  mando narcoguerrillero unificado,  una supuesta salida negociada  desactivaría algunos frentes delictivos, mientras otros harían tránsito a nuevas bandas criminales dispersas por la geografía nacional, como ya sucedió con el sometimiento de los carteles y el paramilitarismo.

El cobarde fusilamiento de secuestrados a manos de sus captores “trogloditas”, bien denominados así por el sobreviviente Luis Alberto Erazo, desenmascara para siempre a la organización mafiosa en que se transformó la cuadrilla de Tirofijo.

Los duros términos utilizados por alias Timochenko en su airado reclamo por la baja de alias Cano, traslucen las lamentables malformaciones ideológicas en que la barbarie criminal pretende atrincherarse,  para sustentar su engañosa prédica de las reivindicaciones sociales.

Algo más que “amenazante y brutal” resultó el propio Timochenko, quien “salvajemente”  mató a cuatro seres humanos, con “métodos notoriamente desproporcionados”, para señalarnos, al Presidente Santos, a todos los colombianos, y particularmente a quienes aún permanecen cautivos tras sus alambradas de púas, que nos dará “el mismo tratamiento”. Pero no nos dejaremos  amedrentar de ese modo Timochenko, no nos dejaremos amedrentar.

Coletilla: Apartes del citado reclamo  pueden consultarse en http://www.eltiempo.com/colombia/otraszonas/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-10799385.html

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 30.11.11