miércoles, 29 de mayo de 2013

Galimatías




 Se lee en el Diccionario de la Real Academia Española que galimatías es un  “discurso o un escrito embrollado”,  y allí mismo se hace referencia al galimatías bíblico por la manera en que Mateo, el evangelista, describe la genealogía que figura al comienzo de su Evangelio, que es un verdadero embrollo, la genealogía claro está.

 Cuando a una colectividad nacional le dicen que hay acuerdo en torno a un ordenamiento controvertido por quienes menguan la legitimidad y la validez de las instituciones existentes, mas o menos le comunican que lo vigente deja de regir y que, en adelante, lo que impera es el acuerdo.

 Surgen automáticamente múltiples interrogantes; esencialmente referidos a la constitucionalidad del nuevo régimen, tanto desde el punto de vista formal como del material;  ¿pueden –se pregunta el pueblo- modificar la estructura jurídica, unos personajes que no tienen condiciones o calidades de legisladores?  ¿Se hace la sustitución del antiguo conforme a los reglamentos existentes para que el nuevo ordenamiento  tenga la fuerza vinculante que a las verdaderas leyes se atribuye?  ¿Pueden los temerarios reformadores ocuparse de reformar la materia específicamente reglada por ellos?

 Pues el cuestionamiento obedece a que en días pasados el gobierno nacional, sus más encumbrados dignatarios, la prensa oficialista y los medios audiovisuales, naturalmente con el aplauso de los mermeladómanos que son hartos, gelatinosos y pegajosos, le comunicaron al colectivo, al pueblo raso y al no tan raso, que el acuerdo firmado con los representantes del desorden es algo que transforma, como nunca se había visto ni pensado, la estructura agraria de esta República dos veces centenaria.

 Pero para creerlo surgen inconvenientes, o dudas digamos para que no nos traten de enemigos de la paz. Si el Presidente Santos ha venido diciendo que “no hay acuerdo mientras todo no esté acordado”, entonces ¿de cuál acuerdo nos hablan?

 Para colmo de males, o de dudas para mantener la línea de flotación, uno de los voceros del narcoterrorismo, pues sobre este calificativo sí no existen dudas, dice en extenso reportaje que acuerdo no hay, que quedan temas por definir y que  algunos de ellos, los temas del acuerdo, serán nuevamente discutidos en los próximos diálogos.

 Cuando al pueblo, pueblo, le venden la idea de que las cosas han cambiado sin que nada pueda cambiar, porque las están cambiando unos elementos legalmente incapaces para cambiarlas, ¿no será que se están buscando y hasta rebuscando futuras  nuevas razones para mantener los desacuerdos que han conducido al inexistente acuerdo?

 Algo más, si ya  hay acuerdo, a pesar de que no puede haber acuerdo porque todo no está acordado, ¿será que los legalmente incapaces para modificar las instituciones, con las ganas que tienen de hacer acuerdos, ya cambiaron la manera de hacerlos? … mejor dicho … ¿será que no nos han contado que para llegar a cualquier acuerdo, ya no es necesario que todo esté acordado?

 Sería bueno,  si lo de los acuerdos es un engaño, que nos pusiéramos de acuerdo sobre la magnitud del engaño que estamos dispuestos a tolerar. ¿Estamos de acuerdo?

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, mayo de 2013