sábado, 13 de septiembre de 2014

¿A qué juega Santos?




 Si el sueño de la paz se concretara, buenísimo, a ninguna persona normal se le ocurriría rechazar las bondades de semejante bien espiritual que conduciría a invaluables desarrollos materiales, y a superiores estados de equidad y  justicia. Lo complicado es entender cómo se firma la paz con una contraparte que no la quiere.

 Sería interesante saber qué es lo que el presidente Santos sabe, que nosotros no sabemos, ni los narcoterroristas tampoco. Y de enorme beneficio para el país resultaría que el presidente dijera de dónde le llegan las ocurrencias  que no les llegan ni a los cabecillas, ni a los voceros, ni a las hordas de facinerosos que se reafirman en los propósitos de destruir, traficar  y asesinar.

 Si los avances de los diálogos fueran reales se justificaría el optimismo gubernamental y el pueblo no tendría motivos para pensar en simples truculencias de desinformación, pero las permanentes declaraciones del narcoterrorismo y su constante accionar homicida permiten concluir que el señor Santos negocia en otra mesa o que los de la mesa cubana hacen todo  lo posible para confundirlo.

 De ninguna manera distinta se puede interpretar la evidente contradicción entre la publicidad gubernamental y los inmediatos desmentidos de "Timochenko" y "Márquez", y de sus ignotos  subordinados que dinamitan la infraestructura nacional.

 Si Santos dice que los diálogos de paz están en la recta final, sus contradictores habaneros ripostan que no hay tal recta y queman varias tractomulas;  si el uno anuncia que ya viene el silenciamiento de los fusiles, los otros informan que ese vocabulario no encaja en sus costumbres y matan varios policías; cuando el primero se atreve a decir que los acuerdos van por buen camino, los segundo rechazan el marco para la paz y la justicia transicional, y la entrega de armas.

 ¿A qué aspiran los herederos de "Tirofijo"? ... ¿Cuál es la verdad sobre el prolongado conversatorio habanero? ... ¿Cuánto vale, en qué consiste y desde cuándo se contrajo la deuda que Santos no le ha podido pagar a los narcoterroristas? ... y como dicen los propios bandidos: ¿A qué juega Santos? ... Porque lo cierto es que les puso el país en bandeja, les facilitó desplazamientos que la sociedad colombiana no comparte y no acepta, les otorgó extensas zonas para que sigan delinquiendo, aún a riesgo de comprometer la integridad de las líneas fronterizas y buena parte del territorio nacional, tiene frenados los operativos militares en regiones turbulentas como las selvas del Pacífico, y ha consentido que le manejen los tiempos y los términos de la "negociación" como si los legítimos fueran ellos.

Semejantes ventajas, que no las merecen y que han convertido en mecanismo de burla, son suficientes para que se le ponga plazo al recreo. El futuro de Colombia no puede hipotecarse en garantía de convenios secretos que la sociedad no ha suscrito. La sospechosa dilación de conversaciones agota la paciencia nacional, máxime cuando las   noticias  oficiales se desmoronan bajo la advertencia mafiosa de que la charla sólo va en el cincuenta por ciento de lo pensado.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 13.09.14