domingo, 30 de agosto de 2015

Conjura incendiaria




 Nada de lo acontecido en Colombia y Venezuela es producto del azar. Bien hilvanada estaba la cuerda que poco a poco se tensa en el espacio, como ocurre con la del barrilete que vientos veraniegos elevan en agosto, hasta cuando incapaz de resistir termina rota por el tramo más frágil.

 Malos presagios fueron la torcida sentencia del Tribunal internacional de La Haya, que nos rapó aguas territoriales, precedida de inusitados clamores elevados por la Canciller colombiana en petición de soluciones salomónicas; y la  vergonzosa actitud del Presidente Santos, cuando, ante atónita mirada del país nacional, hizo de Chávez su mejor amigo.

 Luego vinieron lánguidos anuncios de vaporosos avances pacifistas en interminables negociaciones con el narcoterrorismo, a punto tal que el común de las gentes, el pueblo raso, la academia, y la propia clase política colombiana, exhiben el cansancio propio de engañosas esperas.

 En ese confuso panorama, acrecentada la diatriba del chofer venezolano contra la soberanía colombiana, y contra la honra de nuestros respetables hombres públicos, se generan peligrosas presiones  sobre líneas fronterizas, a ratos  en cercanías al archipiélago de Los Monjes y Península de La Guajira, limítrofes con Venezuela,  a ratos junto al archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, en  límites con Nicaragua. Evidentemente la satrapía imperante en esos dos países hace el trabajo sucio que China necesita para expandir sus interese comerciales y militares en este Continente.

 A fuego lento intenta cocinarnos la izquierda internacional. Y lo hace desde afuera y desde adentro, porque a las  sumisas gestiones  de Daniel Ortega y Nicolás Maduro, no les faltan los respaldos apátridas de los Samper, los Cepeda, y las Córdoba, bajo incuestionable direccionamiento que la zaga de "Tirofijo" dicta desde La Habana.

 No está el palo para cucharas. En momentos de tanto riesgo nacional y continental, cuando se infieren groseras afrentas a nuestros dignatarios estatales, y se multiplican violaciones a los derechos humanos en territorio venezolano, donde se atropella a humildes ciudadanos de las dos nacionalidades, y la dictadura de Maduro, con el faccioso aparato OLP, ejerce brutal represión que marca el punto de largada a futuras purgas de corte stalinista,  debe asumirse valerosa defensa de nuestros connacionales, tanto de los que continúan en el exilio, como de los violentamente despojados y  expulsados del territorio venezolano.

 La República de Venezuela es soberana para controlar los flujos migratorios, pero el autoritarismo de Maduro no puede fraccionar  unidades familiares que con la complacencia de Hugo Chávez se nacionalizaron allá, ni demoler arbitrariamente sus viviendas, ni desconocer derechos humanos fundamentales de nacionales venezolanos descendientes de migrantes colombianos.

 Si al objetivo final quieren llevar su conjura, pues nos vamos a oponer a la implantación del odioso Socialismo del siglo XXI  en esta Colombia de estirpe civilista, democrática y libertaria.

 Toca impedir la conformación de comisiones legislativas y tribunales especiales que dejen impunes execrables crímenes de lesa humanidad, como inconstitucionalmente lo pretende y propone el Presidente Santos, y rechazar que se mantenga como garante de nuestra paz a un tirano carente de mínimos atributos morales para tan alto destino.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 29.08.15

sábado, 22 de agosto de 2015

Pregón




 Un Cauca mejor no lo diseñan los mismos, con las mismas, y en las mismas.

 Este maltrecho departamento que antaño dio lustre a la República, que fue fragua de la libertad dentro del orden y sede próspera de emprendimientos agropecuarios hoy inexistentes, este espacio territorial ahora transformado en santuario de múltiples actividades delincuenciales, no saldrá de la ignorancia, la pobreza y el desempleo, mientras no sea gobernado con verdadera responsabilidad social,  cívica honradez, e incuestionable pulcritud.

 El lamentable escenario administrativo de las dos últimas décadas, con inmisericorde saqueo ejercido sobre recursos oficiales propios de la salud, educación y construcción de infraestructura; el inhumano despilfarro de dineros en investigación y diagnóstico de lo viejamente sabido y diagnosticado, que pudieron utilizarse para mejorar el espacio vital de comunidades campesinas en riesgo; el absurdo deterioro del medio ambiente mediante tugurización de áreas próximas a cabeceras municipales carentes de redes sanitarias básicas, en donde se auspician y cohonestan desarrollos urbanísticos ilegales; mas el perverso politiqueo electorero con subsidios, ayudas, auxilios y caramelos que desestimularon tradicionales actividades agropecuarias de menor escala, vinieron a transformar  la ciudad capital y céntricas poblaciones asentadas en la planicie de Popayán en verdaderos epicentros de miseria motorizada.

 A diversas comunidades trabajadoras y esforzadas, que tuvieron en microempresas familiares digno medio de subsistencia  y fortalecimiento económico, que hicieron del ahorro metódico y de la colaboración grupal admirables poblaciones productivas, útiles y respetables, les metieron en la cabeza el morbo del limosneo, y en grandes oleadas  las alentaron a dejar las parcelas campesinas propias y autosuficientes para irse a engrosar barriadas subnormales adictas al subsidio, en donde ocasionalmente se subemplean como mototaxistas, y crecientemente exponen sus vástagos a incesante reclutamiento por parte de pandillas y redes criminales en auge.

 Para tratar de menguar el daño, en materia educativa se requiere fundar instituciones para el aprendizaje de  técnicas agroindustriales. Hay urgente necesidad de complementar la formación académica clásica con amplia información sobre tecnologías, pero básicamente se debe retornar a la enseñanza de nobles oficios como ebanistería, sastrería y modistería, marroquinería, orfebrería, herrería y forja, plomería  y fundamentos electromecánicos.

 Tenemos recursos naturales para proteger, mejorar, y explotar de manera sostenible. No tenemos, en el corto plazo, posibilidades serias de establecer altos hornos ni  grandes industrias pesadas, pero podemos abastecer cercanas urbes industrializadas con diversos productos de fabricación casera y artesanal, y para ello resulta indispensable dimensionar nuestro entorno y capacidades laborales.

 De poco nos sirve graduar miles de bachilleres clásicos, y hasta profesionales universitarios,  para sumarlos a la reventa callejera de baratijas chinas.

 Cuando los costos de formación superior resultan excesivos para la inmensa mayoría de personas pobres, mejor labor se hace si se las capacita y apalanca para trabajar eficientemente en empresas comerciales familiares, o en verídicas asociaciones cooperativas, pero no de esas que aprovechan las normas e instituciones de economía solidaria para escamotear derechos laborales o limpiar fortunas de sospechoso origen.

 La enorme tarea de reconstruir y afianzar comunidades dedicadas a labores honestas propias de su raigambre cultural, no se puede dejar en manos de conocida corruptela gobernante.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 22.08.15

domingo, 16 de agosto de 2015

Hacia el "congresito"




 Muchos colombianos  no tienen nítida conciencia del inmenso poder adquirido por esa categoría socio-política conocida como banda criminal organizada.

 Antes, en el primario desarrollo  de contiendas fratricidas para conquistar y conservar el mando, era inexistente tal categorización.

 En remotos tiempos se sabía que, hombres de valía, con un sólo gesto enardecían al populacho, y que este se ensoberbecía y se desbordaba, aunque no tanto por el impulso del verbo incandescente como por los eufóricos efectos del alcohol, pero los gobernantes no auspiciaban bandolas especializadas en manipular poderes públicos para beneficio de pocos.

 Dominaba entonces la pasión partidista, y lo que en ocasiones se reclamaba  no era más que el elemental predominio del mote, del colorido signo largamente blandido por los grupos como si de marcas genéticas se tratara. A mucho honor se era azul o rojo, pero para alcanzar el mando político, no para apadrinar, apalancar, ni entronizar el crimen.

 Entre todos se odiaban y se garroteaban, sencillamente porque no se era de un lado sino del opuesto, sin importar la idea que a la larga se defendiera en cada extremo. Unas veces los de un bando, otras los del otro, se desempeñaban en oficios y encargos estatales hasta cuando los desquiciaba un revolcón, pero eran épocas en que los derrotados iban a coger café mientras regresaba la hora de volver a la nómina.

 Terminado el Frente Nacional al que infundadamente sindican de implantar violencias, que ahora se van a historiar bajo la óptica y con la pluma de quienes más despiadadamente las ejercen, llegó el auge de indebidos tráficos en los que se hizo necesario controlar el gobierno para mejor esconder el producto de astronómicas ganancias, y para inyectarlas metódicamente en el flujo regular de mercados lícitos.

 Para semejante empeño se necesitaron empresarios del cabildeo y profesionales en la intriga, se requirieron orfebres de refinadas maneras  que se enquistaran entre la clase dirigente y se  postularan a cargos de elección popular, pero no para defender la democracia ni las instituciones, sino para burlarlas, manipular las masas, afianzar los lazos de amistad con la corrupción, y definitivamente lavar fortunas.

 A extremos se llegó en que con la persuasión de los billetes y la detonación de armas automáticas se evitaron extradiciones  de afamados y de anónimos delincuentes, y con esa misma dialéctica se  silenció  la voz de quien clamaba por el derrocamiento del régimen grotescamente impuesto.

 La absurda culminación de tantos despropósitos está a las puertas. Una banda delincuencial organizada, con el tiránico aval de quien nos gobierna, se apresta a desconocer el poder legislativo, a suplantarlo, y a revocarlo si fuere menester, para aplicarse a la liberticida empresa de travestir la Carta Constitucional que hasta ahora nos rige, con el trágico objetivo de convalidar unos acuerdos de cohabitación desde ahora rechazados por el 70% de las bases populares.

 Por zonitas de reserva quedará integrada la entidad territorial y administrativa que como República unitaria heredamos de los ejércitos patriotas, y como príncipes regentes habremos de reverenciar a quienes hicieron del asesinato un medio de lucha.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 16.08.15

domingo, 9 de agosto de 2015

Exprimir viene de Springer




 Hieden supurantes y engusanadas mataduras en la piel de la patria.

 Cinco siglos de oprobio parecen insuficientes en el arte de confundir para rapar.  

 Se solazan, "aquellas y aquellos", en barata palabrería tecnointelectualoide de remozado estilo mamersocialistongo, cuando impostan la voz para hablarle a la masa menesterosa, que se traga enteros falsos favores prodigados desde altas esferas estatales.

 A este pueblo famélico le montan circo pero le roban pan. Esas élites hipercultas que dicen regalar su labor y renunciar al salario, con las manos cundidas de excrementos, meten sus ambiciosos dedos en las fauces laceradas de los  marginados que oyen hablar de miel pero ignoran el sabor de la burda melaza.

 Supuestos benefactores del pueblo, enfundados en linos y sedas, recorren persuasivos burocráticos despachos de la encumbrada fauna gobiernista, para priorizar el giro de macroeconómicas partidas que mantienen en el polvero a míseros iletrados, mientras abultan los profundos bolsillos del especialismo. Crece la inequidad al impulso de los vivarachos.

 Y el Estado, que se proclama social y de derecho, que tiene como misión constitucional enmendar errores, proteger débiles, equilibrar beneficios, recortar distancias y satisfacer necesidades, petulante y displicente se aplica a profanos emprendimientos comerciales que privatizan la justicia y la paz.

 Las más augustas funciones institucionales, intermediadas en los recintos sociales, consensuadas en las comisiones legislativas, finalmente subastadas en confortables oficinas de la jerarquía judicial y administrativa, se deslizan entre grises bambalinas, hacia hondos  remolinos diseñados a la sombra de corruptas organizaciones nacionales e internacionales, a las que nada duelen las humanas angustias de comunidades que pueblan inhóspitos esteros, apartadas montañas y  barriadas hostiles.

 Con las ilusiones de la plebe se hicieron una tolda,  y con el abstruso vocabulario de las tecnologías armaron la pegajosa telaraña que entorpece la acreditación de los mansos para acceder a futuristas laboratorios del postconflicto.

 Como en búsqueda de la piedra filosofal, del promisorio elixir de larga y placentera vida, los únicos maestros con precisas y exclusivas competencias que en el mundo existen, "excavan en las bases de datos" de la Fiscalía General de la Nación para destilar los sueros que repriman y erradiquen el crimen. Responsabilidad que solo cabe a quienes reciben "complejos reconocimientos" para hacer "cambios institucionales";  delicado encargo al que ..."Además de un trabajo cualitativo de análisis, agregamos herramientas cuantitativas de las matemáticas, la econometría, la estadística y la georreferenciación. Usamos bases de datos de satélites, algoritmos y procesos más complejos."... ; tal como científicamente le dijo la humildísima y doctoral Natalia a la Revista Semana, para tratar de justificar por qué, los ilustres contratistas del régimen, cobran más de lo justo para ejecutar tareas corrientes que pudieran hacerse con menor pompa.

 Al paso que vamos, no faltará el tecnoalquimista  que,  por cualquier veintemil o treintamil millones de envilecidos billetes nacionales, se encierre a redescubrir  el "unguentum armarium", milagroso medicamento graciosamente descrito por Umberto Eco en "La isla del día de antes", mediante el cual se curaban heridas aplicando emplastos a la espada que las había causado mas no al cuerpo que las había recibido.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 09.08.15