sábado, 20 de junio de 2015

Adorado papá:




 Nunca, desde cuando te fuiste, nunca he sentido tantos deseos de escribirte. Te aseguro que de mis silencios no son culpables esos múltiples compromisos académicos en que me escudaba por meses cuando estudiaba lejos.

 No te había escrito porque pacientemente esperé que las cosas mejoraran, pero siempre resultaron peores. No confundás esto con el pesimismo que censurabas, ahora no hay espacios para el optimismo.

 No quisiera perturbar tu calma, pero, los mismos sencillos problemas que conociste se hicieron insolubles.

 Ni siquiera camino por los senderos que recorríamos en familia, no porque no quiera, sino porque no se puede. Mejor dicho, se pusieron de moda unos permisos que nadie explica, pero que algunos atribuyen a la ausencia de Estado, que ahora se llama "de derecho".

 El cúmulo de situaciones confusas hacen de este país algo ininteligible.

 La gente ya no elige a los que pueden hacer algo en beneficio de la sociedad, o tal vez sí, aunque existe clara diferencia entre la sociedad unipersonal de los de ahora, y aquella colectiva y solidaria que los dos conocimos.

 Uno diría, o yo tendría que decir, de acuerdo a lo que me enseñaste, que esto es al revés, y no es una manera rebuscada de escribir, sino que,  de veraz, derecho nadie anda.

 Es curioso, sí, y sorprendente también, pero absolutamente desconcertante y desestimulante.

 Siempre me inculcaste andar con la verdad, pero ...  bueno, me vas a perdonar ,,, pero estoy a punto de creer que ese valor moral ha dejado de existir.

 Esta carta no nace de mis reflexiones de hoy, no, llevo años pensándola y aplazándola o escribiéndola mentalmente y corrigiéndola a cada paso, con la más sincera voluntad de decirte algo concreto, claro, comprensible y grato. Pero, ya lo ves, lo que te escribo no tiene sentido, me parece oírte cuando decías que algunas tendencias del pensamiento no tenían pies ni cabeza,  pues que te quede claro que esas fueron las tendencias que se impusieron,  y entonces, pues ya comprenderás, esto que te digo es fiel reflejo de lo que hay.

 Algunas personas con las que a ratos me comunico, que son pocas, porque lo de  ahora es el "chat" y el "tuit", se burlan mucho  de lo que pienso, digo y escribo. Ellas dicen que este mundo no es para ilusos, y me dejan pensando ...  saboreando ilusiones o cosas parecidas, románticas, utópicas, no sé, es que, bueno, vuelvo al cuento, uno ya no sabe. Los que se supone que saben dicen y hacen cosas tan locas que pues uno, uno, uno como que, hola papá, qué enredo sublime este sublime enredo en que uno vive.

 Si acaso me querés contestar no te pongás en la tarea de decir algo edificante o valioso. Dejá eso para cuando nos volvamos a encontrar. Te lo digo porque, si lo hacés, y si a mí se me ocurre compartirle tu respuesta a cualquiera de mis contactos, no nos van a dar ni un "like", y se van a formar pésima idea de las costumbres de tu época.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 20.06.15