De curiosidades no se vive, pero tampoco se
muere. Sirven, eso sí, para que la vida pase por donde tiene que pasar, por el
delgado hilo de la cordura que frágil se balancea sobre los enigmáticos abismos
de la loca realidad.
Confortado por los espléndidos bríos de la
lejana juventud, salté las fronteras invisibles y me asomé despacio al
relumbrante hemiciclo de los políticos, me interesaba saber lo que ellos decían
sobre el futuro del país.
Complacidos, atrincherados en las canteras de
su ciencia, con docta postura expresaron: su país, no el nuestro, porque el
nuestro es incompresible en las oquedades de su sesera, es algo así como la
totalización de complejos desequilibrios intencionalmente esparcidos por la aldea global, a los que
permanentemente se les adicionan diversos distractores regionales, impregnados
todos por completa ausencia de voluntad
para galvanizar el desgaste que generan ciertas tensiones en áreas de interés
geoestratégico.
Me pareció entenderlo todo pero no quedé
seguro, y con el correr de los meses y
los años empezó a crecer en mi conciencia esa lacerante pesadez que dejan los
malos cigarros y las malas compañías, así que resolví acercarme a un monasterio
en busca de sosiego.
El primer levita que apareció contuvo mis
angustias con la señal de la cruz y rocíos de agua bendita. No temas hijo,
susurró, no te atormentes, el maligno deambula por todos los rincones. Lo que
ellos dijeron es verdad. Tuviste el privilegio de darle una mirada al sibilino
mundo de los expansionismos ideológicos
y territoriales, siempre matizados con pacifistas intensiones de invertir y
crear canales de amistad, y ambientar condiciones ideales para nuevos
emprendimientos entre esas comunidades tercermundistas en las que el hambre es
yesca para nuevos incendios, ... vete, no temas, continúa interrogando el
universo bajo la plena luz del día y nunca ceses de interrogarlo bajo la oscuridad de la noche. El momento de
la conflagración no se anticipa. Consérvate curioso y vigilante.
Inquieto por despejar aquella vieja incógnita
que el presente revive, la misma de ayer, y seguramente la misma de mañana,
decidí incursionar en esa "fuente
de sabiduría" que los chinos
siempre consultan. (I Ching, Editorial
Solar, -sin fecha de edición-, Bogotá,
D.E.).
Desconcertante resultó la respuesta:
"41.- Ken / Tui = Sun / La Merma. Arriba la montaña, abajo el lago.
Oprimen los de arriba, sufren los de abajo. La estructura social se
descompensa. Cuando el peso de las
paredes supera la capacidad de los cimientos, todo el conjunto arquitectónico
se debilita. El menor impacto será para los eternos desposeídos que seguirán en
los acostumbrados niveles de miseria.
Será necesaria mucha grandeza de espíritu para soportar las deficiencias
materiales. Entereza de carácter será la
fórmula para compensar el deterioro externo a que conduce la indigencia. El pueblo sabe que ante Dios no hacen falta
falsas apariencias. El traductor llama a
analizar el pasaje evangélico en que una pobre viuda da como limosna todo su
patrimonio, (Lucas, 21, 1-4)"
Advertencia: No soy adivino, sólo lector del
texto más antiguo que la humanidad conserva.
Miguel Antonio Velasco
Cuevas
Popayán, 17.01.15