"... para el amigo
sincero que me da su mano franca, cultivo la rosa blanca, ... y para el cruel
que me arranca el corazón con que vivo, cardos ni ortiga cultivo, cultivo una
rosa blanca ..."
Con socarrona referencia a la amistosa rima
del cubano José Martí se objetó oficialmente la pretensión de tregua bilateral
emitida desde La Habana.
Merecida resultó la punzante respuesta del
Ejecutivo. Es que el navideño mensaje guerrillero se caracteriza por la torcida
maña con que se conmina al Estado social de derecho para que paralice la
función constitucional de garantizar orden y seguridad a los asociados. De
contera insinúa ponerle freno a legítimas operaciones militares. No podía el
gobierno inclinarse mansamente ante la irreverencia contenida en tan perversa
diatriba.
Con pérfida jugada de ajedrez intentaron
liquidar la partida, pero sólo consiguieron incrementar la desconfianza sobre
el brumoso desenlace de las lentas negociaciones.
Se agitó pues el tablero de La Habana,
consiguieron agitarlo los guerrilleros, aunque el lógico contraataque oficial
neutraliza la embestida. Los pronunciamientos del gobierno frenan el canallesco
enroque diseñado por los delincuentes
para ponerse a salvo de las fuerzas estatales.
Era necesaria una respuesta así, de rechazo a verificaciones propias de
las treguas bilaterales, sencillamente porque Colombia no puede aceptar
condicionamientos torticeros ni renunciar al control territorial en ningún
espacio geográfico.
Como una rosa con espinas catalogó el
presidente Santos el peligroso aguinaldo que inciertamente se promete a partir
del 20 de diciembre, y atinó el mandatario, nada más atractivo que la fragancia
de esa flor ni más dañino que el garfio de sus tallos.
Mientras llegan los esquivos calendarios en
que un nuevo nacimiento de Cristo nos permita
experimentar los deleites del
eterno mensaje navideño, "una tierra de paz para hombres de buena voluntad",
afinemos la malicia y las cautelas aconsejadas por la prudencia de verdaderos
sabios, porque si la guerrilla habla de cese indefinido de hostilidades, pero
sólo mientras las estructuras armadas irregulares no sean objeto de ataques por
parte de la fuerza pública, pues no estamos ante una seria declaración de
tregua, ni es nada raro que prontamente se quiebre tan frágil promesa, al fin y
al cabo la tentación terrorista
permanece latente y las tajantes crueldades del presente desvertebran las anunciadas
bondades del porvenir.
Basta recordar que difundieron su aviso en
medio de absurdas agresiones contra soldados del Cauca y contra policías de
Norte de Santander, contra la productividad y
competitividad internacional del puerto de Buenaventura, y contra la
estabilidad funcional de la carretera panamericana. Otra vez la inútil
dialéctica del asfalto.
En los años 2012 y 2013 fueron los mismos
guerrilleros quienes violaron sus treguas unilaterales navideñas, catorce veces
la primera, y doce la segunda.
El cotidiano ejercicio del terror desvirtúa
sus arrebatos de apaciguamiento, fácilmente aflora en ellos la sanguinaria
genética del lobo camuflado con piel de
oveja. Esos supuestos redentores de
oprimidos, que esgrimen el error como accidental determinante de sus crímenes,
debieran buscar en estas fechas la celestial estrella que los guíe hacia su
propia redención.
Miguel Antonio Velasco
Cuevas
Popayán, 21.12.14