domingo, 19 de febrero de 2017

Esto se jodió




 Pues sí,  llegados al extremo del desequilibrio irreparable, sólo queda echarse la bendición y acogerse a la protección del Altísimo, y a una que otra descarga de suerte.

 Los peligros de la claudicación ante el crimen organizado fueron advertidos pero nadie le puso bolas al asunto, y a estas alturas del partido, como dicen los tuertos, no hay Santa Lucía que valga. Quizá unas bolas bien puestas puedan contribuir a equilibrar las cargas.

 El indigno premio Nobel de la paz, sin frenos ni talanqueras que lo atajen,  con ánimo dañino porque nada diferente puede pensarse de alguien seriamente sospechoso de corrupción al interior de su círculo servil, propone extemporáneas reformas institucionales de fondo, no se sabe bien si para distraer la galería o para consagrarse como directo ejecutor del sueño de “Tirofijo”, pero indiscutiblemente en contra del orden constitucional.

 En correcto lenguaje fariano, para que no “haigan” dudas, los niños que la pandilla de “Timochenko” se reserva para “ampararlos  y protegerlos”, serán los grandes electores en los próximos y sucesivos comicios cuando la novísima dirigencia nacional los quiera convocar, ya sea para contra-reformar la Constitución a su amaño, para ampliar mucho más los excesivos poderes del tirano, o simplemente para dejar sin efectos las decisiones adversas que  lleguen a tomar las Cortes de bolsillo, los muecos Organismos de Control, o el castrado Congreso Nacional, cada vez que se sospeche que estas instituciones intentan contrarrestar los inconfesables lineamientos de mando suciamente convenidos en La Habana, si acaso a sus dignatarios les alcanza a quedar algún asomo de dignidad para intentarlo.

 Lo evidente es que, en la dictadura de Santos y en las que sigan, no habrá obstáculos para que la saga de Marquetalia ascienda y ejerza la primera magistratura al propio o peor estilo de la longeva sucesión Castro, de la alcohólica dinastía Ortega, o de la  madura satrapía Chávez. Los gobiernos de facto en Colombia dejaron de ser historia antigua y un desbordante futuro se abre para ellos. ¡La sublevación ha muerto, que viva la prostitución!

 Cuando el sol le tuesta las escápulas al régimen no resulta sano, ni altruista, ni decente,  inventarse un alargue característico de billaristas ansiosos de doblar la apuesta cuando están comiendo marrano. Tal lo que hace Santos durante su interminable ejercicio presidencial: “marraniar” al pueblo, burlarse de sus aspiraciones, enredar sus anhelos, desconocer sus determinaciones, y en el último envión dejarlo a la intempesta, expuesto a la vileza de quienes por años extorsionaron, secuestraron y asesinaron, disfrazados ahora de mansas ovejas dispuestas siempre a reasumir su condición lupina.

 Lamentable que entre la burguesía enchanfainada no haya voces altivas capaces de gritarle un oportuno alto a los desmanes autoritarios, a los atropellos, a la suficiencia y arrogancia  propias de este mal aconsejado jugador que, en lugar de apostar sus propios restos, arriesga torpemente el destino nacional y empuja la patria a fatídicos lances de los que difícilmente puede salir ilesa.

 Petición al genio.  Que los antitaurinos no sacien su sed de sangre matando a taurinos. Que citen al toro. ¡Olé!.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 19.02.17