sábado, 23 de julio de 2016

Peligros del sí




 Característica de gobiernos melifluos  es no solucionar nada a tiempo, ni de fondo, ni por parejo, y viven dispuestos a que los apuren por la fuerza. En el intento de aparentar eficiencia quedan a medias en la toma de decisiones fundamentales. Generan inequidad y desigualdad de tratamiento ante la ley, y debilitan el Estado de Derecho en lugar de fortalecerlo.

 Los ciudadanos acusan necesidades insatisfechas lentamente agudizadas por la mediocridad gubernamental, y  todos finalmente acuden a la protesta callejera para que alguna comisión de altísimo nivel se digne oírlos.

 Daño hacen gobiernos poco serios, y este sí que lo es. Dilatan pero no resuelven, discriminan en lugar de nivelar, abultan fortunas ilícitas en desmedro de las lícitas, adjudican contratos de favor a sus áulicos, criminalizan a quienes los censuran,  conceden ventajas judiciales a delincuentes, y recortan conquistas a quienes las obtuvieron legalmente. Olvidan que para implantar justicia social se requieren raseros universales. Todo y todos bajo la misma ley.

 Pero aquí imperan los acuerdos coyunturales. Por eso los indios aprendieron a bloquear carreteras y a  obstaculizar el funcionamiento de complejos industriales, a sabiendas de que en vísperas electorales la colmena tiene miel.

 Los maestros acostumbran pedir aumentos salariales y el inextinguible botín de la salud cuando se aproximan elecciones, así lograron llenar los bolsillos para reelegir a Santos en el 2014  y otro tanto lograrán para aprobar el plebiscito del 2016.

 Los camioneros consiguieron seguir operando carromatos obsoletos, porque el régimen necesita cuadrar votos para enfrentar la aventura plebiscitaria. Esto sin contar que a los frentes cocaleros les redujeron la persecución oficial para que los capos se sentaran en Cuba, y a los milicianos les facilitarán pedagógico porte de armas para escoltar a sus patrones durante la miedosa campaña en que pretenden obtener respaldos para refrendar la impunidad.

 Cuando la estructura estatal está concebida para salvaguardar vida, honra y bienes de todos los asociados, y las autoridades legítimamente constituidas  tienen como deber garantizar eficaz funcionamiento de las instituciones, no se debiera permitir que grupos empoderados al margen de la ley ejecuten conductas delincuenciales para atropellar derechos de terceros y menguar bienes jurídicamente tutelados.

Con sensible cercenamiento del umbral electoral e insólito desmantelamiento del principio de soberanía popular plena, no solo se facilita la aprobación de una decisión presidencial por parte de pequeñas minorías electorales sino que se  abren las puertas a la ilegitimidad del resultado que arroje el plebiscito, y peligrosamente puede iniciarse un nuevo enfrentamiento nacional que dure tanto o más que los anteriores.

 Hasta hoy no marcha bien la democracia colombiana, no se respetan las garantías ciudadanas, ni se observan a plenitud las normas constitucionales.

Si el oficialismo gobernante mantiene su postura dictatorial y se ampara en el resultado positivo para perseguir opositores del proceso, a quienes desde antiguo califica como enemigos de la paz, no habrá  paz posible. Lo grave es que la persecución se convino en los acuerdos conocidos.

Gustavo Álvarez Gardeazábal, en “El Jodario”, advirtió  la existencia del tenebroso párrafo, Ojalá Santos tenga juicio para desactivar ese entuerto.


Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 23.07.18