domingo, 6 de marzo de 2016

Captura, dardos ministeriales y candidatura




 No debe prosperar tendencia a fulminar peregrinas imputaciones contra quienes protestan por encarcelamiento de figura secundaria en el panorama político nacional.

 En ejercicio de libre expresión, y en normal desarrollo del derecho a crítica, autorizadas voces del partido Centro Democrático dieron soporte argumental al rechazo originado por la privación de libertad ordenada contra un hombre común y corriente, dedicado a las actividades propias del comercio agropecuario, y no al liderazgo de masas populares, a quien el morbo mediático le exagera el perfil.

 Dentro de lo que constituye el derecho a la defensa, es totalmente válido que un partido de oposición, el único además, incorpore al reclamo  consideraciones extrajurídicas que mucho debieron pesar para encarcelar a Santiago, un hermanito menor del senador Álvaro Uribe Vélez. Y también se justifica que a esa inconformidad, legítimamente sustentada, se sume el respaldo solidario de muchos colombianos que comparten y defienden el ideario político del ex presidente.

 Pero conocida la polémica captura -que no sería sano revolver con lo que dicen que se habla en el pachorrudo simposio habanero-, el pugilato en las redes sociales desbordó precisos ámbitos de democrática controversia y natural contradicción ideológica, pues se adentró en delicado espacio de sindicaciones contra Uribe y  su familia.

 El desenfocado festejo por la mala racha de los Uribe, además resultó plagado de frases calumniosas contra la militancia política del Centro Democrático, que también es gente del común. En algunos episodios primó la vulgaridad, y hubo más derroche de exacerbada ignorancia que de serena inteligencia.

 Encopetados integrantes del gabinete ministerial se tiraron a las burdas arenas del ruedo, y en desatinada reacción lanzaron dardos que hieren los sentimientos ciudadanos, y menguan la desnutrida aceptación popular de Santos. Aquí, como en trágicas peloteras públicas, hasta los ministros terminaron disparándole a la radiola.

 Y esos inapropiados comportamientos oficiales, que probablemente pretendían  defender al gobierno, lo que lograron fue deslucirlo, porque la ciudadanía racional considera que  los ministros le echaron combustible a la polarización y al enfrentamiento entre colombianos.

 En medio de semejante tormenta judicial, y de flagrante connivencia con pedagogos armados, el gobierno no debe eludir urgente debate sobre desastres financieros y envilecimiento de la moneda nacional.

 Altísimo desempleo, desplome de ventas al exterior, desbandada  de inversionistas extranjeros, impresionante hueco fiscal, palpable vecindad de racionamiento energético, e inocultable corrupción en Reficar, son baches de esta administración que no pueden disimularse asimilándolos a veniales pecadillos de imprevisión, ni tampoco con el cuentico chino sobre disminución de la pobreza.

 Sabía perfectamente este gobierno que el derroche de los fondos públicos, ostensible  dilapidación del dinero de los contribuyentes, empujaba al país por un barranco abajo; y que las mermeladas para hacerse reelegir, para anticipar mentirosamente el postconflicto, y para exorbitante publicidad limpiadora de imágenes, se traducirían en carestía y faltantes alimentarios para la población, pero más importaba contratar con amigos y familiares.

 A propósito de negocios familiares,  ¿encontraría el ministro Mauricio Cárdenas los papelitos necesarios para explicar descalabros en Reficar y Ecopetrol? ... Aunque con o sin papelitos, ya embolató su candidatura presidencial.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 04.03.16.