domingo, 3 de abril de 2011

Invitación general.

Ahora en Semana Santa que se confiesen los corruptos, los embaucadores, los ladrones, los pillos, los que saquean el erario público, los que van y vienen desvergonzadamente sin importarles una miga la suerte de los humildes, de los necesitados, de los menesterosos.
Que se confiesen pero ante el pueblo, ante los tribunales, ante la justicia humana, para que paguen en vida todos los males que le están causando a la sociedad. Los confesionarios están abiertos.
Que aprovechen las garantías constitucionales de nuestro Estado de Derecho para sacar barata la pena aplicable a sus fechorías.
La ciudadanía los invita a presentarse ante la justicia secular para saldar sus viejas cuentas con los electores, con la sociedad, con la democracia.
La casa por cárcel, el principio de oportunidad, la presunción de inocencia, los beneficios por colaboración  y todas esas cosas locas que las sociedades civilizadas viven implementando para favorecer a los criminales, y ayudarles a reinsertarse a la vida honesta y meritoria, están esperando nutrida concurrencia de desviados.
No desaprovechen la rebajona. Todos los colombianos estamos dispuestos a mirar para otro lado mientras ustedes entran a La Picota, a La Modelo, a Cómbita, a Picaleña y a tantos otros lugares específicamente destinados a la comodidad de ustedes los bandidos de cuello blanco.
Nuestro mejor deseo es que ustedes no abandonen esta vida con tantas deudas al hombro. Las oraciones suelen ser buenas y exitosas en vida, pero en muerte la cosa no tiene reversa.
Queremos evitarles el quinto patio,  la paila mocha, el baño en aceite hirviente, el salón de azufre, la piscina de excrementos y todas esas otras bellezas que don Sata reestructura diariamente, con maravilloso gusto y refinada modernidad, cada que los nuevos condenados presentan su griterío de protestas.
Para no quedarse al margen de la cibernética, don Sata acaba de instalar  macropantallas de cristal líquido en donde se observa, en vivo y en directo, todo el jolgorio mundano de las chicas que sus huéspedes reformaron con silicona y que no se pudieron llevar  al viaje definitivo, además, mientras corre la secuencia fílmica, paralelamente se registra el detalle de pagos que ellas hacen para mantener fornidos y vitales a sus nuevos usufructuarios, todo con cheques girados contra la cuentita bancaria que le testaferriaban al difunto.
Mejor dicho, la oportunidad que brinda la Semana Santa es para no dejarla escapar. Hay que saldar las cuentas en vida porque después... ¡naranjas!
Lógico que  magistrados, jueces y fiscales  también pueden colaborar en esta empresa salvífica.
Igualmente para ellos cursa  la invitación, para que condenen en los próximos seis meses a tantos majestuosos aspirantes a cargos de elección popular, de esos que posan de limpios, para que nos evitemos el engorroso trámite de revocatorias anacrónicas, destituciones simbólicas y costos sociales irredimibles.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán 03.04.11