sábado, 26 de febrero de 2011

El asunto indígena y campesino al desnudo.

Tantas cosas se dicen frente al asunto indígena y campesino que a ratos parecen confundirnos.
Lo acertado frente a la malformación de conceptos, costumbres, atavismos, usos y maneras en que muchos se amparan para atacar o dañar lo que el Estado hace por la subsistencia de indígenas, es ubicarse en los espacios territoriales habitados por indígenas, negros y mestizos y constatar lo que allí sucede.
Es cierto que algunos indígenas viven en la miseria, sí, pero no por desgreño del Estado, sino por el deterioro físico y mental a que los conduce el excesivo consumo de fermentos, fundamentalmente derivados del maíz y la caña de azúcar, o por abuso del mambe.
Muchos indígenas, atraídos por los brillos de la postmodernidad y cansados de trillar trochas, resolvieron incorporarse a la fuerza laboral urbana y no les ha ido mal. Otros, anclados en el paternalismo gubernamental, prefieren esperar el gratuito furgón alimenticio con productos que consumen sin reparos, aunque sean importados o contengan conservantes. Imposible olvidar que ciertas proclamas de sus denominadas luchas giran contra el incremento del comercio internacional importador de alimentos manipulados en distintas formas.
Es difícil encontrar espacios de coincidencia con personas que utilizan doble faz en la denuncia, en el manejo y en la búsqueda de soluciones para grupos sociales que se dicen marginados, aunque tal vez no lo sean.
De verdad, proporcionalmente, es mucho más intensa la presencia del Estado y de organismos internacionales en territorios indígenas y de negros, que en espacios tradicionalmente ocupados por mestizos que somos el tercer componente de esta imbricada configuración genética colombiana.
Obvio que en tiempos electorales aparecen proindigenistas de oficio, rebuscadores del sufragio que para aumentar sus cuentas se declaran partidarios del argumento indigenista, pero en la vida real poco o nada sienten y menos saben de las condiciones vitales que cubren a indios, negro y mestizos.
Pero el pecado no es del Estado, ni de los blancos como suelen llamar a los que no son indígenas, el pecado es de los propios dirigentes indígenas, que inmersos en la corruptela campeante, andan en oficinas de toda especie, organizaciones, instituciones, delegaciones, campañas y fundaciones tratando de pescar ventajas, medrando como se dice, en total contraposición con legítimos intereses de sus comunidades, que algo esperan de unos líderes procaces interesados en inflar sus mochilas pero no las de sus congéneres.
El Cauca es el mayor aportante de temática indígena, inmensas regiones están ocupadas por resguardos que lejos de estrecharse se   han expandido.
Pero el problema no es de mirar con la óptica mezquina de si merecen o no merecen tierras y más tierras para conservarse dentro de ciertos parámetros étnicos de autoestima y pertenencia, sino en función de la torcida utilización del grupo, como unidad social, para ponerlo a defender lo que no es de ellos, ni de sus ancestros, ni de sus conveniencias.
Al Estado y a la sociedad les interesa que los indígenas gocen de plenas garantías para el desarrollo de proyectos que afiancen la coexistencia y el sentido de comunidad nacional, pero conjuntamente deben vigilar con esmero que en territorios de indígenas nadie se dedique a cohonestar actividades narcofinanciadas, como viene sucediendo en distintos sectores del macizo colombiano, donde pulula la amapola, y como está sucediendo en Morales, a muy cortas distancias del perímetro urbano, donde indígenas y campesinos son manipulados para oponerse a los procesos oficiales de erradicación de cultivos de coca.
Tradicionales comarcas dedicadas al cultivo de café, plátano y caña de azúcar terminaron transformadas en tecnificadas plantaciones ilícitas. Fuentes creíbles hablan de ochocientas hectáreas sembradas de coca en el municipio de Morales.
Algo deben hacer las autoridades nacionales y departamentales para impedir que a los indígenas, a los negros y  a los campesinos se les truequen las costumbres, usos y  apegos, por unas matas de coca que terminan convertidas en armas, municiones y muerte, pero nunca transformadas en mejores condiciones de vida para comunidades ancestrales.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 26.02.11

miércoles, 16 de febrero de 2011

Las propuestas de Zambrano.


Laudable la actitud de Santiago Zambrano Simmonds al presentar propuestas que aspira a desarrollar durante el cuatrienio 2012-2015 si el pueblo caucano lo elige Gobernador.

En estos tiempos de tantas ambiciones personales y de tantas candidaturas facilonas, el gesto cívico de este promisorio exponente de la juventud e inteligencia payanesas es un verdadero acto de valentía y responsabilidad política.

De valentía porque muestra las ganas, el arrojo, la gallardía, el entusiasmo para buscar el triunfo con unas cartas limpias, que muy seguramente le gustarán a ciudadanos anhelantes de ver al Cauca en destacados lugares  de desarrollo.

De responsabilidad porque eso es lo que deben hacer  los aspirantes a cargos  de semejante significación política. Divulgar programas, compartir ideas, definir estrategias, afinar argumentos  y marcar el derrotero en que se afianzará la gestión pública encomendada por el pueblo.

Magnífico que ese programa de gobierno conjugue el verbo prosperar. Allí está contenida la visión de futuro que tanta falta nos hace. Pero, fundamentalmente,  esboza la necesidad de derrotar la envidia, la animadversión, la confrontación pequeña, la rencilla menuda y convoca a la generosa sumatoria de esfuerzos para la construcción de soluciones exitosas.

Se anima el programa con temas palpitantes en la economía global,  como son las políticas de productividad, la generación de energía, el  desarrollo del turismo, la apertura y conservación de vías, la concreción de proyectos agropecuarios con previsiones para la comercialización, el definitivo impulso a la caficultura con óptica exportadora, y el apoyo a iniciativas privadas para la construcción de la central de abastos en Popayán.

No se  quedan por fuera la histórica vía al mar, el puerto marítimo en costas departamentales, ni  la materialización del ferrocarril del Norte del Cauca.

En fin, el fortalecimiento permanente de la seguridad, el mejoramiento integral de la infraestructura en salud, la titulación de tierras,  la vivienda rural digna,  los distritos de riego, el ordenamiento territorial del sector rural, las  políticas  del sector minero, la ciencia y la tecnología,  la prevención de drogadicción en infantes y adolescentes, y el permanente apoyo a programas culturales y deportivos, entre otros, conforman la cuidadosa propuesta que el joven candidato presenta a estudio de los sectores políticos del departamento.

No se puede dudar que todo ello es un significativo  aporte  a la seriedad de la campaña política, desde un ángulo en que se le resta espacio a los improperios y al agravio, para situarla en dónde debe estar, en los terrenos del debate civilizado.

Buen tiempo para su propuesta candidato, buen viento, buena suerte y buena mar.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 16.02.11

domingo, 13 de febrero de 2011

Debemos rescatar la verdadera política.

A diario se escuchan y leen críticas múltiples contra todos y contra todo  ese armazón social genéricamente denominado la política.
Para muchos, no pocos, la política es el engranaje administrativo con todos sus lastres y deficiencias.
Entienden la política no como una actividad mental y física que nutre y resume la historia de los pueblos, sino como el brutal entramado al que unos pocos acceden por su procedencia familiar, sus vínculos sociales, la fortaleza de su chequera o su capacidad para la componenda.
Cierto que muchos de los más connotados actores de ese abstruso escenario nacional e internacional ayudan, con sus comportamientos retorcidos, no sólo a consolidar esa equivocada percepción de lo político, sino a incentivar el pérfido afán de otros, más torcidos aún, por inmiscuirse y tratar de anclarse en el control y reparto del dinero público.
Atrás quedaron, tiempos aquellos, las sacrificadas acciones de virtuosos patriarcas que anteponían la conveniencia social y el interés general a la mezquina satisfacción de particulares ambiciones.
Enfrentados nosotros a las nuevas realidades de los pueblos, inmóviles casi, impotentes a ratos ante desalentadores cuadros de rapiña, latrocinio y desgreño que dibujan, desdibujan mejor, el compromiso ideológico de los partidos y la  debida conducta  del individuo ante las cosas que a todos interesan, sentimos necesidad de estrujar la conciencia colectiva, el alma nacional, el sentido de pertenencia y confrontar a los sujetos pensantes para reclamar de ellos un gesto altivo que desactive el desenfreno.
Permanecer silentes, disimular la falla, menguar la entidad y naturaleza del daño por consideraciones de amistad, solidaridad de grupo o afinidad profesional, en nada ayuda al dilapidador oficial pero mucho daña al observador popular.
El ciudadano corriente, el  vecino sencillo, el compatriota iletrado, el rebuscador callejero, lejos de espantarse y conmoverse ante la gesta reprochable del politiquero indelicado y zafio,  han venido a satisfacerse por los inmorales logros del que llaman avispado y lamentan burlones el acto probo del funcionario o del contratista que honra la buena regla de sus deberes cívicos.
Todos los que sentimos  necesidad de rescatar y reivindicar   la política para los nobles propósitos que debe atender, estamos llamados a participar en ella, de la mejor manera posible, para darle a nuestra posteridad el ejemplo de dignidad que como testimonio patriótico tenemos recibidos de  memorables antepasados.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 13.02.11

miércoles, 9 de febrero de 2011

El reclamo de Salazar es el reclamo del Cauca.

En la tarde de ayer se conoció la noticia más reprochable que un caucano pueda tener.
Se dice que el expresidente Pastrana dizque reprende al Senador José Darío Salazar por reclamarle al Presidente Juan Manuel Santos que asuma directa y personalmente la lucha contra la delincuencia organizada que intimida a toda la comunidad nacional.
Desconoce Andrés Pastrana la triste realidad del departamento del Cauca y, de paso, la triste realidad de los rincones patrios en que se enseñorea el crimen organizado, se recrudece la violencia  y se oxigenan las bandas narcoguerrilleras.
Una cosa es vivir en España o en Bogotá y otra, bien distinta, tener que vivir en Morales, en Piendamó, en Cajibío, en El Tambo o en cualquiera otro de los municipios del departamento del Cauca en donde rugen el secuestro, la extorsión, la intimidación, el asesinato, el desplazamiento y el terror.
Cualquier caucano medianamente informado, cualquier campesino corriente de los que madrugan a ordeñar para rebuscarse el sustento familiar, sin riesgo a  equivocarse puede decir que el Senador Salazar habló en su nombre y representacion.
Tristeza sentimos quienes pensamos que un expresidente conservador, el expresidente Pastrana, debiera destinar su tiempo y sus influencias a defender la Patria amenazada y no a zaherír la dignidad, el honor y el más íntimo sentimiento del pueblo caucano y de todos las víctimas de la actual violencia de las bandas criminales.
El Cauca votó con devoción por el actual Presidente de la República porque entendió, y así lo sigue creyendo, que  recuperaría su actividad agrícola y ganadera de la que siempre ha obtenido el diario sustento, pero, sin razones explicables, ha tenido que afrontar el peligroso e intimidante  resurgimiento de actividades ilícitas que se creían derrotadas.
El Macizo Colombiano está invadido de amapola, la Costa Pacífica caucana esta invadida de coca, municipios ubicados en las goteras de Popaýan son la nueva frontera de los narcocultivos, del procesamiento y del tráfico de substancia ilícitas.
Andrés Pastrana, en su condición de expresidente, que no de jefe de ningún partido, debiera sentir vergüenza de los tristes episodios sucedidos en el Cauca durante su mandato, cuando una cuadrilla de indígenas perversamente capitaneada por las Farc sitió a Popayán y a todo el suroccidente colombiano, mediante el bloqueo de la carretera panamericana a la altura de El Cairo, en inmediaciones de Cajibío y Piendamó, a escasos quince kilómetros de Popayán.
También debiera cuestionarse sobre los espantosos efectos del despeje del Caguán, cuando los grupos delincuenciales de la época, concretamente las Farc, se dieron el más triste refresco de que se tenga noticia en la historia de la República, cuando ese grupo guerrillero aumentó sus caudales, expandió sus territorios, solidificó sus rutas y atropelló a sus anchas en los espacios que el propio expresidente Pastrana le otorgó.
El Cauca entero se siente representado por el Senador Salazar en su reclamo al Ejecutivo y rechaza de plano la desatinada intervención de un exmandatario que sólo tristezas le recuerda.

lunes, 7 de febrero de 2011

Publicidad personal con dinero público?

En la entrada a Popayán, junto al puente "Tomás Castrillón", hay una pancarta gigantesca con tremenda fotografía y ambiguo texto de agradecimiento relacionado con la Industria Licorera del Cauca.
Cada vez que miro eso me pregunto quién le agradece qué a quién y por qué razón se  gasta dinero en publicidad de semejante laya.
No sé decir de dónde salió el dinero para pagar el aviso, ni creo que el aviso se justifique.
De lo que sí estoy seguro es que las entidades competentes, la Controlaría del Cauca y la Procuraduría General de la Nación, deben iniciar las correspondientes investigaciones para determinar si el dinero para el  pago de ese aviso salió del Tesoro Público o del bolsillo de algún particular.
Lo que no puede quedar en la ambigüedad o en la impunidad es de dónde salió la plata para pagar ese aviso en tan vendedora vitrina.
Imposible que las autoridades no lo hayan visto, imposible que la ciudadanía no se haya preguntado lo que yo me pregunto, imposible que en plena contienda electoral no se piense que el transfondo de ese mensaje es político. Imposible, claro está, que los organismos investigadores y de control vayan a permitir, si así se prueba, que la platica de la Industria Licorera del Cauca, que es pública, que es de todos los caucanos, se gaste de tan ladina manera en la promoción personal de alguien.
La verdad se debe conocer. La verdad, en materia de gasto público, es una exigencia permanente en cualquier sociedad honrada.
Si el dinero salió de un bolsillo privado, pues buenísimo. Los caucanos quedaremos contentos y satisfechos al saber que nuestros recursos, los de la Licorera departamental,  permanecen incólumes y en buenas manos. Pero si el dinero para pagar esa promoción publicitaria, que es  promoción publicitaria en pro de un particular -el que aparece en la fotografía- es dinero de la caja oficial,  pues la cosa es a otro precio.
En este caso, que el dinero sea público, esperamos, al culminar las investigaciones, que se impongan las consecuentes sanciones para que todos, tanto los entes de control como los dueños de la plata pública quedemos plenamente satisfechos. Los encargados del control porque cumplieron su deber y nosotros porque no nos dejamos esquilmar.
No sobra decir que si el agradecimiento contenido en el aviso se debe al buen desempeño profesional de alguien, ni siquiera por ello se justifica el aviso, porque a  todos los empleados públicos se les paga para que trabajen y para que trabajen bien.

sábado, 5 de febrero de 2011

El holocausto de la infancia.

Si se le pide a un padre de familia que permita a su hijo salir a la esquina para compartir  con los vecinos del barrio  y con visitantes de otros barrios, muy seguramente no se interesará por identificar y conocer esos vecinos del barrio y esos visitantes, pero el niño saldrá.

Si le preguntamos a un chico que explique las razones por las cuales comparte con jóvenes vulgares que merodean por los caseríos y departe con personas desconocidas, muy seguramente argumentará que su papá se lo permite y ¡ya! como suelen decir los chicos y nos lanzará el humo en los ojos.

¿Saben los  padres de familia  con quiénes se reunen sus chicos en la esquina, en la cancha  o en el parque del barrio?

La sociedad nuestra, la de hoy, suele ser disparatada en sus comportamientos, negligente frente a sus obligaciones y permisiva, muy permisiva, cuando se requiere que sea selectiva y restrictiva.

¿Restrictiva? Sí ¡restrictiva!

Ahora nos ha dado por ser laxos, indiferentes e irresponsables para no tener que afrontar la crítica menuda de los parientes "cultos", de los vecinos "exitosos" y de los consejeros "gratuitos" que, a no dudarlo, nos catalogarán anticuados, anacrónicos, desorientados y hasta retrógrados cuando intentemos mantener con nosotros, bajo nuestra mirada y nuestros cuidados a esos pequeños gigantes que son los chicos de ahora.

Pues mucho cuidado con esos pequeños gigantes. Les hemos permitido volar mas allá de la capacidad de sus alas, les hemos otorgado, teóricamente, una capacidad de vuelo que no tienen, los hemos lanzado a las tinieblas exteriores a que escruten, con sus ojos de niños, un mundo no apto para menores.

La capacidad humana para dañar es infinita. El derroche de maldad es incontenible. El afán de marcar zonas controladas por el crimen organizado y de ampliar permanentemente los territorios marcados, tanto en los campos como en las ciudades, es algo que desbordó la malicia de la gente buena y tiene arrinconada la propia  fuerza del Estado llamada a combatir la delincuencia.

Familias distinguidas, reconocidamente sanas, de  aquilatadas virtudes, de bondadosas costumbres, dignas del cariño y el respeto de sus conciudadanos, lloran amargamente los desmanes, las indelicadezas, las fechorías, los crímenes agotados por sus niños consentidos y hasta la propia muerte de esos menores que un día salieron a reunirse con  unos desconocidos para no regresar jamás.

A esos padres que eludieron el compromiso de educar, de formar, de vigilar, de aconsejar y de restringir, los sustituyeron los eternos emisarios del hampa, que nunca dejarán de reclutar adolecentes  para enseñarles a irrespetar, a delinquir, a robar, a traficar, a disparar y a matar.

Mientras sigamos desentendidos de los movimientos de nuestros hijos y mientras sigamos creyendo que el orden, el control y la disciplina traumatizan, estaremos sacrificando nuestros hijos en las hogueras del mal.


Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 05.02.11

jueves, 3 de febrero de 2011

El Cauca y Córdoba departamentos hermanos.

Es inexplicable el silencio de la representación política del Cauca, Senadores y Representantes, frente al palpable desmoronamiento de la seguridad que por varios años permitió regresar a los campos y disfrutar sus bondades.
Hace meses, no pocos, ha vuelto a sentirse la presión de los grupos delincuenciales contra toda forma de actividad lícita en las áreas rurales.
Quienes tenemos trato y diálogo con campesinos de siempre, con cafeteros tradicionales, con ganaderos, con transportadores, con abastecedores, tenderos, negociantes independientes y hasta con funcionarios públicos que atienden población campesina, miramos con sorpresa que nada se diga por los voceros del pueblo, en pro de soluciones oportunas y de acciones eficaces que impidan el empoderamiento del  crimen en municipios muy cercanos a  Popayán.
Las campañas electorales de todos los partidos  comienzan a despertar sus huestes, a engrasar el aparato estatal para que aparente presencia en donde las necesidades de siempre sólo se atienden en procura del voto; pero ningún partido, ningún directorio, ningún representante de las colectividades viejas y nuevas parece interpretar la calamidad que se cierne sobre el departamento.
Algunos alcaldes, festivos ellos, pretenden desvirtuar la zozobra que muestran sus gobernados diciendo que en sus municipios nada pasa, sin aclarar que ellos, los alcaldes, no permanecen, no viven con las comunidades que los eligieron y errantes andan, en reuniones de todo género, menos en las que interesan a la protección de la paz y la tranquilidad en sus territorios.
Si no lo hacen los obligados a  buscar respuestas ante el gobierno central, ante la fuerza pública, ante los organismos investigadores y  garantes de la estabilidad y la tranquilidad  social,  como la Defensoría del Pueblo y la Procuraduría General de la Nación,  ¿cuál entonces  es el camino que le queda al Cauca para impedir el avance del crimen organizado?
El repudiable asesinato de estudiantes en el departamento de Córdoba, que saca a flote otros episodios de violencia no publicitados antes, pero sí conocidos y lamentados por la sociedad cordobesa, es punto de giro para que la colectividad caucana, unida y abigarrada en torno a sus más preciados intereses, la vida, la paz, la propiedad, enarbole sus banderas solidarias y reclame con presteza la atención necesaria, para que el Estado colombiano ponga trinchera y fije políticas de combate permanente contra bandas armadas, que pretenden controlar territorios y demarcar espacios para el deliberado propósito de incrementar sus cultivos ilícitos y sumir la comarca en la pobreza y el dolor.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán 17 de enero de 2011
(Artículo publicado en "El Liberal" de Popayán -Página Editorial, Columnista Invitado- el 25.01.11)

miércoles, 2 de febrero de 2011

La actividad política es un compromiso en favor de la sociedad.

Con el vertiginoso avance del quehacer político a largo y ancho del territorio patrio   resulta oportuno reflexionar sobre tantas cosas buenas que pueden  hacerse desde los puestos de comando a que muchos aspiran.
Exigencias prioritarias que el conglomerado social debe hacer a líderes viejos y nuevos son buena imagen comunitaria y probada pulcritud en el manejo de recursos ajenos, públicos y privados.
Los tropezones hacen levantar los dedos. Imperdonable perdonar a quienes no lo merecen. Los manidos cuentos del error involuntario y la presunción de buena fe en el actor público que esquilma el tesoro oficial no pueden convertirse en puerta absolutoria para que nos sigan engañando.
Todas las comunidades deben reclamar, como principio fundamental de cualquier propuesta política, la manifestación expresa y pública de luchar contra la corrupción administrativa.
Es deber ciudadano pedir verídica transparencia en la contratación estatal, y que se privilegie el interés de la sociedad frente a particulares intereses económicos de los contratistas. Estos son reclamos inamovibles  que deben mantenerse durante el desarrollo de las campañas y  posteriormente a lo largo de la gestión pública.
La actividad política es un cruce de ideas, un intercambio de propuestas, un análisis conjunto de problemas y soluciones. En la arena pública estamos todos. El pensamiento político no es producto del discurso individual de unos pocos sino la concreción programática de comunidades pensantes que tienen en su mira el bien común y la excelencia individual de todos sus componentes.
La lucha permanente y decidida contra toda forma de criminalidad organizada es la bandera de toda sociedad civilizada.
Esa acción conjunta, ese proceder comunitario, ese pensamiento grupal necesita consolidarse a lo largo del debate abierto para  alcanzar unidad de propósitos entre los  candidatos a  las asambleas y a las gobernaciones, entre los candidatos a los concejos y a las alcaldías.
Y todo debe signarse bajo el compromiso de hacer una profunda depuración del engranaje administrativo a nivel nacional, departamental y municipal, para eliminar camarillas corruptas y garantizar el ideal  básico de llevar justicia social a todos los colombianos.
Todos estamos obligados a jugar limpio. La autoridad moral para reclamar equidad  nace de nuestro compromiso personal en defensa de toda la sociedad.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán 02.02.11