lunes, 28 de diciembre de 2015

Misa de gallo




 Eran así los años, duros, azarosos, lentos y largos, pero con finales bulliciosos y  festivos.  Durante la celebración una colonia de pellares alborotaba la noche, al tiempo que los perros, sin causa conocida,  correteaban por los alrededores de la iglesia. Después, en vuelo raudo, nocturnas golondrinas surcaban el espacio al momento de la elevación.

 Franciscanos y capuchinos; diferenciados para mí tan sólo por las barbas; desde el púlpito aclaraban que la paz es una experiencia personal, una vivencia íntima, un luminoso instante de equilibrio espiritual, una pausa fugaz entre feroces contrincantes milenarios.

 Al primer descuido de mis padres, con las mangas del saco anudadas a la cintura,  me escapaba por entre la absorta feligresía. Afuera los músicos afinaban sus metálicos instrumentos, el  viejo polvorero amarraba las mechas inferiores del castillo, y en un rincón sesteaba la infaltable vacaloca que intimidaba a cualquiera con romas astas empapadas en petróleo, y sus profundas cuencas aterradoramente oscuras. Sobre el áspero lomo tapizado con papel de sacos de cemento se encarrilaban diversos artefactos pirotécnicos,  explosivos unos, luminosos otros, que después alegraban la fiesta y ensordecían al portador.

 Adultos y mozalbetes se turnaban para simular la tienta y embestir con el embeleco a quienes procuraban arrancarle la cola llameante. Dos, tres estallidos pavorosos, una catarata chispeante, silbatos, triquitraques y sacaniguas, el ¡ole! de la  multitud, vaca, portador y tentadores en el polvero, jolgorio general. Cambio de tercio.

 La banda de vientos atronaba en el atrio con los acordes del "Barrilito cervecero". Ráfagas sucesivas, disparadas desde el castillo,  destellaban en la bóveda celeste con instantáneas profusiones  de color,  maravillados los asistentes gritaban y aplaudían.

 En los andenes, bajo estrechos aleros se apretujaban las gentes,  mientras tanto el aguardiente aclaraba gargantas y disipaba tristezas. Extinguidos los fuegos comenzaba el regreso a casa. Con las luces del alba los músicos recorrían la calle central y era seguro que alguna pareja ebria bailara al contagioso son del "Dos negro", "Burundanga" o "El negrito del batey".  Por los pendientes canjilones aledaños  se desbarrancaban los borrachos, y en los umbrales  pueblerinos amanecía el reguero de botellas escurridas.

 A la misa de gallo nadie faltaba. El pueblo entero estaba allí para celebrar la paz de la  navidad, para compartir entre amigos, para desearse las felices pascuas en alegre barullo de contertulios extraños y conocidos.

 Al vaivén incontenible de certeros abrazos y de besos furtivos, entre dulces libaciones  de oportos y moscateles, con candelazos de ron y riflazos de anís, germinaban amoríos, florecían duraderos compromisos, y se sellaban armonías entre fatales contendientes.

 Después aparecieron nuevos ritos y prosperaron otros usos. Fundadores de pueblos, hostigados, asediados y compelidos por hordas ilegalmente armadas,  empacaron sus bártulos y los echaron a rodar en trenes que se fueron por trochas sin regreso.

 Hoy quedan impostores que se arropan con las prendas de la paz, y pretenden festejos cuyas claves desconocen, ignoran que la paz es la perfecta serenidad del alma, y que se lleva impresa en los ocultos recintos del corazón.

 Año feliz para quienes descubran la paz de la conciencia.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 27.12.15

domingo, 20 de diciembre de 2015

Francachela jurisdiccional




 Farragosa la carta de intenciones que las familias de  Santos y "Tirofijo" dieron a luz en Cuba.

 Documento profuso que, en aras de sana convivencia política y necesaria corrección idiomática,  debió tamizarse y hacerse menos prolijo.

 Como mensaje jurídico informativo  al pueblo raso, que con esa finalidad debió difundirse, pudo limpiarse de demagogia, para facilitar su comprensión  a comunidades que escasamente saben leer,  y difícilmente desbrozarán la carga de profundidad que lo satura, máxime cuando será sometido a plebiscito.

 Las circunstancias que rodean tal certamen electoral, su proximidad y la densa sustitución constitucional que conlleva, harán que los colombianos voten por algo desconocido en su letra y alcances.

 Repetitivo el texto, contiene largos recordatorios del universo ciudadano que experimentará y sufrirá espurios desplazamientos de Normas Fundamentales y competencias procesales. Fatiga con esa cantaleta incluyente que feminiza la terminología convencionalmente masculina, e impone una semántica poco legal.

 Pero el engaño no está en la cáscara sino en la almendra. De nada sirven propósitos de enmienda, cuando la tendencia guerrillera marcha en contravía.

 Hablan de una justicia que no propician y de antemano eluden. No hay en el horizonte penas privativas de la libertad para la chusma, y aunque ese sapo es digerible, no lo es tanto cuando se intuye que la comandancia tampoco irá a prisión. La ausencia física de cabecillas en diversos escenarios criminales, muchos extraordinariamente inhumanos, los libera de responsabilidad penal.

 Pulula un sonsonete formal de reparación que no encuentra respaldo en declaraciones públicas de negociadores guerrilleros. De dientes para afuera dicen que repararán víctimas, pero frecuentemente  anuncian que su organización ilegal no tiene dinero. Así navegamos en un mar de promesas para  encallar en los arrecifes del conejo.


 Mientras el Estado, por intermedio de organismos competentes, no se aplique a ocupar bienes y congelar fondos controlados por testaferros de los terroristas, las víctimas quedarán en mera ilusión de recaudar reparaciones efectivas.

 Peor aún, y supremamente peligroso, es que la promesa de dejar las armas no comprende limpia voluntad de entregarlas.

 Mucha diferencia existe entre dejación, que ellos equiparan a  encaletamiento en lugares de su confianza, y la necesaria entrega incondicional de material bélico, si es que de buena fe estuvieran en este enredado proceso de paz.

 Imposible que florezca la paz cuando los armados ilegales, desalmados gestores del desangre, montan tribunales a su gusto y medida, mutan penas por leves sanciones, trazan procedimientos dirigidos a la absolución y la impunidad, ingenian restricción de libertades  en amplios territorios de puertas abiertas para ellos pero cerradas para las instituciones, instituyen reparaciones inanes, y se reservan la potestad de reactivar sus arsenales.

 Y para colmo de males arriesgamos caer en la enredadera de Baltazar Garzón, convicto por corrupción, y en la de su jauría internacional de burocrática pelambre. En el Tribunal para la paz, que estará por encima del sistema judicial ordinario, y sentará jurisprudencia,  si es que en el plebiscito  no imponemos el NO, obligatoriamente van a devengar cuatro magistrados extranjeros, y las comisiones que sea necesario integrar incluirán jueces extranjeros. ¡Vade retro! juristas colombianos.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 20.12.15

sábado, 12 de diciembre de 2015

Alcoholario



 Ocurren cosas que hacen recordar deudas insolutas contraídas con el Creador, sin que tan Supremo Señor me haya llamado a juicio. Gracias Dios.

 El inigualable maestro Jesús Vallejo Mejía, en su blog "Pianoforte", hizo públicos  profundos conocimientos sobre Tango, texto sorprendente y magistral que me devolvió  a los tiempos en que canté tangos.

 Gustavo Adolfo Muñoz también hizo alusión musical,  en facebook, sobre lo chévere que fue La Sultana del Valle;  épocas esas  en que no la etiquetaban  "negrópolis", como después logró signarla  el ácido y genial humor de Juan José Saavedra Velasco.

 Este sábado don Julio Sánchez Cristo rebosó la copa del recuerdo,  ... ¡salud! ..., con la centenaria historia de Frank Sinatra.

 Era yo niño y pasaba por "El Recreo" y "La Rochela", con ilusión de que mis primos Saa Cuevas  me deslizaran una Costeñita, mientras el serísimo Rodolfo Irurita los recriminaba por suministrarme alcohol, pero al ritmo de su discusión yo me la aplicaba, y me iba a dormir con infantil sensación de haber vivido una noche rumbera.

 A pocos años llegaron todas las rumbas que el cuerpo aguanta. Bajo inteligente protección de mi guía noctámbulo Oscar Vivas Rodríguez, también primo mío, quien  dolorosamente hoy se resigna a los cobardes asaltos de la amnesia, recorrí lo que Cali tenía para comer y beber. Gratas noches de bohemia deliciosa y culta, en cuyas madrugadas cantábamos mejor que el sublime Jorge Negrete, y alternábamos disertaciones políticas y literarias con arquitectónicas divagaciones que lideraba Paco Vejarano, hasta cuando el Chino Guido Hung llegaba con sus discos bajo el brazo; Andy Russel, Paul Anka, Sinatra por supuesto,  y el tema nacional de sus preferencias que sonaba hasta el medio día: La custodia de Badillo. El ciego Micolta, Julio Duque y el flaco De la Pava también bebieron de esa botella.

 Antes de la ampliación de la calle quinta la cita era en "El Trópico", y por allí se acercaban mis otros primos, Cuevas Gómez, Ramos Cuevas, Tascón Cuevas, Salinas Cuevas, Ocampo Cubillos, Velasco Cuellar, Vivas Gamboa,  y nos tomábamos la esquina por asalto. Digo que "Baco" fue posterior, después de la ampliación, en donde también nos soportaron los inolvidables Alberto, Alirio y Quike Sánchez. El que no oyó  "Prisma de ilusión"  en la voz inmortal de Pepito López no estuvo allí.

 Después visitábamos amanecederos como el de "Calandria", en dónde él con su guitarra, a veces acompañado de violín, y los sonoros conciertos de   Miguelito, Pacho, Grijalba excelente cantante payanés, y Rafaél virtuoso de la cítara, hacían las noches más cortas.

 Pero llegó Harold, mi hermano mayor, y envidioso de mis parrandas, como él andaba por Bogotá estudiando y viviendo de lo que se ganaba, le vendió a mi papá la truculenta historia de que yo me estaba ahogando en el alcohol, y me hizo deportar a la capital en donde acabé titulado de doctor.

 Ahora último vinieron los dolorosos. Entrañables compañeros de andanzas, Jairo Restrepo en Roldanillo, Diego Muñoz y "Chalo" Paredes en Popayán, resolvieron trasladar su música a otra parte.  Entre tanto, aquí permanezco aguardando el acarreo.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 12.12.15

viernes, 4 de diciembre de 2015

Al oído de la CRC




 Ubicase el departamento del Cauca en territorio privilegiado. Todos los pisos térmicos enriquecen y adornan un paisaje que, desde las altas cumbres del maltratado Macizo de Almaguer, ofrenda a Colombia los caudales del Magdalena, Cauca, Caquetá y Patía.

 Pero por esas realidades inexplicables que confirman sentencias de sabiduría popular, el propio departamento, sus autoridades ambientales, no tienen conciencia sobre la vital importancia de sus fuentes hídricas, sobre la invaluable riqueza ictiológica que en ellas pervive, ni sobre frágiles recursos de fauna y flora, que se despeñan y esparcen desde las plácidas cimas de las cordilleras hasta los acosados manglares de la costa del Pacífico, y hasta las tierras bajas de la Bota caucana que se inserta en la pendiente de selváticas extensiones amazónicas.

 "Lo que nada nos cuesta hagámoslo fiesta". Eso ha hecho el Cauca con las riquezas naturales que Dios le regaló. De los abundantes frailejones, "Speletia grandiflora" como enseñaban en la escuela,  que hace poco florecían en las crestas de la Cordillera Central y Parque Natural Puracé, muy pocos quedan. Infame deforestación para modernas nocivas plantaciones, y absurdas explotaciones mineras, algunas visibles al paso, contaminan, deterioran y menguan espacios necesarios para imperativa conservación de esa milenaria planta que es fuente de vida.

 Cedros, canelos y robles desaparecieron de la comarca sin que ninguna entidad oficial, mucho menos privada, hiciera esfuerzo alguno por preservar esas especies, o emprender campañas de explotación racional y sostenible.

 No hay un jardín botánico en que se haga investigación de ninguna naturaleza, ni esfuerzo institucional notable para intentar siquiera la recolección, almacenamiento científico, análisis, y plantío  experimental de semillas supervivientes entre múltiples  frutales, maderables y ornamentales que amenazan extinguirse.

 Caimitos, madroños, michinches y pomorrosos silvestres ya no quedan ni en la tradición oral, y  si  algo subsiste de ellos, será sólo el aromático recuerdo de quienes tuvimos la fortuna de encaramarnos a sus ramas y ahitarnos con sus frutos. Desaparecen tristemente sin que nadie eleve una oración por ellos.

 Ahora que la CRC será dirigida por el ingeniero Yesid González Duque, quien fuera alcalde de Morales, y conoce como pocos su topografía, es de esperar que urgentemente  se apliquen inaplazables correctivos de saneamiento, para cerrarle el paso a lamentable deterioro ambiental del poblado, concretamente de la cabecera municipal, sitiada hoy por varios desarrollos urbanísticos carentes de elemental planificación e infraestructura sanitaria.

 Por todos los puntos cardinales se observa movimiento de tierra y explanación de terrenos para construcción de viviendas, pero no hay mínima traza de alcantarillados eficientes, técnicamente diseñados,  que conduzcan las aguas negras hacia la periferia, lejos de áreas densamente habitadas. Gruesos y peligrosos arroyos de aguas servidas contaminan los riachuelos adyacentes, fatalmente cercanos a zonas residenciales, hospitalarias, educativas y comerciales, dentro de lo que puede identificarse como núcleo urbano tradicional.

 Es inocultable el descalabro con obsoletas plantas de tratamiento de aguas residuales, que no pueden seguir violando derechos humanos fundamentales de pobladores urbanos y rurales, rodeados de excrementos, fetideces, y focos infecciosos.

 También reclama sellamiento  el botadero de basuras incrustado en el perímetro urbano.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 04.12.15