Audio guerrillero publicado por RCN, no
desmentido, deja claro que no fue Santos
quien autónomamente pospuso fecha límite fijada por él para firmar el documento
del laxo simposio habanero.
“Timochenko” y sus muchachos, mediante amenaza
de intensificar la acostumbrada pedagogía explosiva, fueron quienes resolvieron
no fotografiarse con Obama como testigo, y obligaron al cautivo Presidente de
los colombianos a olvidarse del 23 de marzo.
No le jalan a rubricar ningún documento porque
el proyecto político del grupo irregular no es entregar las armas, ni ubicarse
en mínimos espacios territoriales en donde queden expuestos a la vigilancia de las
tropas oficiales y de los verificadores del cumplimiento de lo pactado. Tampoco
creen que el reducido y unilateral plebiscito les facilite sus verdaderas aspiraciones.
Ellos van por el poder.
Lo dicen los guerrilleros: “…el documento nos
vuelve la discusión al primer día”. Así
se oye en el audio, transmitido a quienes en el monte acatan lineamientos y
reciben instrucciones para accionar los fierros cuando la mesa se reviente.
Patina la finalización del conflicto y queda gravemente
enfermo el orden público en todo el territorio nacional.
No es secreto que las huestes irregulares
mantienen sus confortables campamentos, sus incrementados cultivos ilícitos y sus modernos laboratorios coqueros, y que el
banderín con que ocasionalmente se identifican poco cuenta. Para la chusma que
cumple ordenes, mata soldados y policías, revienta artefactos no convencionales,
impide el libre tránsito de civiles y
ejerce controles armados sobre corredores estratégicos, da lo mismo ataviarse
con la boina del “Cura Pérez” que con la toalla de “Tirofijo”.
Al país le mienten todos los días, y le
mienten los mismos. Miente Santos porque anuncia como suya una supuesta determinación
de no precipitarse a firmar, cuando el aplazamiento obedece a la negativa de la
contraparte guerrillera, por la desconfianza que le genera el gobierno; mienten
los negociadores guerrilleros porque su interés radica en mantener zonas de
influencia armada en donde siempre la han tenido, y ganar espacios en donde no
han podido tenerla; miente y enreda Montealegre porque, apropiándose sospechosas funciones, ya
con la bota en el estribo, solicita a la Corte Constitucional declarar
inconstitucional lo que positivamente lo es, el plebiscito, pero no por interés
de preservar la vigencia de la Constitución, sino por hacerle la segunda al
grupo armado, que exige una Constituyente para volver a barajar y repartir de
nuevo.
Lo que indudablemente saben los guerrilleros es que el plebiscito no
transforma radicalmente el establecimiento, cuando lo que ellos buscan es sustituirlo, y que el triunfo del voto
afirmativo simplemente aprobaría unos acuerdos que pueden incumplirse por esta oligarquía que
“no aprende”, ¿los sucesores de Santos?
Vale
un pequeño ejemplo por si dudas quedan sobre el deportivo proceder de los delegados gubernamentales:
en el diario “El Tiempo” del pasado
domingo, “Timo” cuenta que el compromiso “de palabra” con el gobierno era no hacer
uso de cabeceras municipales, y que Conejo es un corregimiento. Al pobre
cautivo le tocó hablar de unos protocolos incumplidos, protocolos inexistentes,
porque sus pupilos nunca los habían concertado con la guerrilla.
Miguel
Antonio Velasco Cuevas
Popayán,
13.03.16