domingo, 17 de mayo de 2015

Paz postiza




 No se sabía que alias "Timochenko", el capo mayor de la más rica y sanguinaria bandola narcoterrorista, tuviera rango de negociador en la lavandería habanera, ni que en gracia de sus baladronadas transitara en olor de impunidad.

 Y como no sabemos con quiénes es que realmente se negocia, ni cómo se negocia, ni lo que en el fondo se negocia, pues nos pasa lo que al buenazo que presta su carro: sospecha que le van a dar, pero no quiere imaginarse si por delante o por detrás.

 Una vez le pongan firmas al leonino convenio, tendremos oportunidad de comprobar que,  al flamante Estado de Derecho, vulgarmente le están dando por detrás.

 Si el coloquio se hubiera concentrado en los puntos inicialmente definidos, francamente podríamos llevar meses disfrutando la paz, que era el virtuoso objetivo, pero mafiosamente deformaron tal propósito  hasta travestirlo de incierto posconflicto, confuso y soporífero estado que nada ni nadie explica, al que sin conocerlo le confieren plena vigencia, para poder engañar incautos y darse el gusto de  dilapidar a satisfacción los recursos nacionales.

 El pestífero connubio de Santos y Montealegre  da vertiginosas zancadas hacia el totalitarismo tropical, que se nutre del trasnochado absolutismo superviviente en Cuba, con el que ya se tiraniza a Venezuela, y orondo hace cama en Colombia y en otros países de la región.

 Porque no se trata de simple y elemental connivencia de Presidente y Fiscal con propuestas reformistas de los combos ilegales, tradicionalmente integrados por criminales  herederos de "Tirofijo" y del "Cura Pérez", sino manifiesto y explicito propósito de instalarlos en el mando de esta patria adormecida y complaciente, en la que nada parece pasar aunque la pasen por las armas.

 Nunca se conoció, ni siquiera en tiempos de dictadura, que la muy desprestigiada justicia colombiana asumiera actitud chantajista para reducir  la  moral de los empresarios nacionales y forzarlos a reverenciar el futuro Establecimiento Subversivo, que es el que nos ofrecen, en el que regordetes camaradas, sin construir naciones ni redimir pueblos, dictarán novedosas normas, montarán oprobiosas sentencias y ejecutarán confiscatorias condenas,  para vengarse de quienes a mano limpia defienden sus emprendimientos industriales, sus instalaciones agrícolas y sus entables ganaderos.

 A quienes nos acusan de guerreristas, no les reclamamos nada distinto a gestos de  sinceridad, dignidad, honradez y respeto a la Constitución y leyes de la República,  porque consideramos imposible que la concordia nazca del infame sometimiento ante una pandilla antisocial.

Si la reciedumbre de carácter, aprendida o heredada de nuestros mayores, vino a convertirse en repugnantes absoluciones para quienes reclutan y esclavizan niños; en melifluas providencias judiciales que disimulan y hasta justifican brutales masacres terroristas; en suspensión de órdenes de captura e investigaciones penales contra cabecillas de la delincuencia transnacional; en abandono de métodos efectivos para disminuir el avance de cultivos ilícitos; y en permanente concesión de groseras prebendas para aquellos que redujeron el mapa nacional a ilimitado cementerio; pues no queda ninguna autoridad que pueda calificarnos como extremistas enemigos de la paz.

Esto está como para comprar pasaje. Líbrenos Dios de la paz que se avecina.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 17.05.15