sábado, 21 de febrero de 2015

Ellos son así





 Hay unos seres humanos que, para los otros, desean sólo lo que a ellos les gusta y les satisface. Quieren que los otros sean y hagan como a ellos les parece que deben ser y hacer. Pero, cuidado, ellos no son arbitrarios, ni intolerantes, ni cuadriculados, ni fundamentalistas, ni excluyentes, nada de eso, simplemente son liberales, despercudidos, modernizantes y progres.

 Observa uno que a ellos les molesta lo que los demás piensan o dicen, se incomodan por lo que ocurre sin su consentimiento, detestan otras formas de apreciar y valorar el universo y sus componentes, y hasta descalifican a quienes piensan o creen que un Ser Superior es dueño, amo y Señor de la existencia.

 Se lee en los diarios que consideran intrascendentes las aspiraciones espirituales de los otros, el sentido del deber lo asimilan a camisa de fuerza adoptada por los amigos del militarismo o de los radicalismos culturales y religiosos, y se desgañitan proclamando que lo bien visto es fumar marihuana, consumir coca, libar fermentos en cantidades industriales, copular sin freno ni medida, matricularse en amorfos movimientos del intelecto y desprestigiar cualquier regla que provenga, se parezca o se aproxime a los mandamientos que la Iglesia Católica predica y defiende.

 A ellos, a los que no les parece adecuado adoptar elementales reglas de disciplina espiritual, se les complica la vida cuando sus conciudadanos defienden universales principios de contenido moral o de inofensiva buena conducta social, se les altera el pulso y se les sube la presión arterial cuando a otros se les ocurre repudiar el aborto delictuoso, u oponerse a la adopción por parejas homosexuales.

 Trinan de la ira, a la vieja usanza de trinar, cuando sus amigos o conocidos se oponen a la disolución del Estado de derecho y al fraccionamiento del territorio patrio, y llegan al extremo, ellos que no son extremistas, de catalogar como retardatarios a quienes no comulgan con la idea de convertir el mundo en una feria de conciencias, o a quienes reprochan el concierto de franquicias criminales en que se quiere transformar a la Patria en que nacimos.

 Sienten que la plenitud de la existencia se centra en el desbordamiento de todo marco, el desacato de toda norma y el atropello de todo límite; piensan y dicen que quienes no comparten sus gustos seguramente rechazan los deleites y posibilidades placenteras que van implícitas en la terrena humanidad, y que tampoco disfrutan los múltiples goces con que Dios premió al hombre y a los organismos vivos de la creación.

 Sueñan que los lanzados mensajes del reggaetón son más edificantes que los salmos del majestuoso gregoriano, y gritan que la impecable presentación personal o los actos de reverencia frente a Dios son grosera exteriorización de hipocresía, de esa hipocresía que ellos no padecen porque ellos sólo reverencian lo que consideran socialmente civilizado y liberador, así arrastren consigo las irremediables desgracias en que se constituyen el temprano comportamiento criminal de la juventud, el  creciente descuartizamiento de la familia tradicional, y la intonsa dilución del ser en los oscuros laberintos del vicio.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 21.02.15