viernes, 4 de diciembre de 2015

Al oído de la CRC




 Ubicase el departamento del Cauca en territorio privilegiado. Todos los pisos térmicos enriquecen y adornan un paisaje que, desde las altas cumbres del maltratado Macizo de Almaguer, ofrenda a Colombia los caudales del Magdalena, Cauca, Caquetá y Patía.

 Pero por esas realidades inexplicables que confirman sentencias de sabiduría popular, el propio departamento, sus autoridades ambientales, no tienen conciencia sobre la vital importancia de sus fuentes hídricas, sobre la invaluable riqueza ictiológica que en ellas pervive, ni sobre frágiles recursos de fauna y flora, que se despeñan y esparcen desde las plácidas cimas de las cordilleras hasta los acosados manglares de la costa del Pacífico, y hasta las tierras bajas de la Bota caucana que se inserta en la pendiente de selváticas extensiones amazónicas.

 "Lo que nada nos cuesta hagámoslo fiesta". Eso ha hecho el Cauca con las riquezas naturales que Dios le regaló. De los abundantes frailejones, "Speletia grandiflora" como enseñaban en la escuela,  que hace poco florecían en las crestas de la Cordillera Central y Parque Natural Puracé, muy pocos quedan. Infame deforestación para modernas nocivas plantaciones, y absurdas explotaciones mineras, algunas visibles al paso, contaminan, deterioran y menguan espacios necesarios para imperativa conservación de esa milenaria planta que es fuente de vida.

 Cedros, canelos y robles desaparecieron de la comarca sin que ninguna entidad oficial, mucho menos privada, hiciera esfuerzo alguno por preservar esas especies, o emprender campañas de explotación racional y sostenible.

 No hay un jardín botánico en que se haga investigación de ninguna naturaleza, ni esfuerzo institucional notable para intentar siquiera la recolección, almacenamiento científico, análisis, y plantío  experimental de semillas supervivientes entre múltiples  frutales, maderables y ornamentales que amenazan extinguirse.

 Caimitos, madroños, michinches y pomorrosos silvestres ya no quedan ni en la tradición oral, y  si  algo subsiste de ellos, será sólo el aromático recuerdo de quienes tuvimos la fortuna de encaramarnos a sus ramas y ahitarnos con sus frutos. Desaparecen tristemente sin que nadie eleve una oración por ellos.

 Ahora que la CRC será dirigida por el ingeniero Yesid González Duque, quien fuera alcalde de Morales, y conoce como pocos su topografía, es de esperar que urgentemente  se apliquen inaplazables correctivos de saneamiento, para cerrarle el paso a lamentable deterioro ambiental del poblado, concretamente de la cabecera municipal, sitiada hoy por varios desarrollos urbanísticos carentes de elemental planificación e infraestructura sanitaria.

 Por todos los puntos cardinales se observa movimiento de tierra y explanación de terrenos para construcción de viviendas, pero no hay mínima traza de alcantarillados eficientes, técnicamente diseñados,  que conduzcan las aguas negras hacia la periferia, lejos de áreas densamente habitadas. Gruesos y peligrosos arroyos de aguas servidas contaminan los riachuelos adyacentes, fatalmente cercanos a zonas residenciales, hospitalarias, educativas y comerciales, dentro de lo que puede identificarse como núcleo urbano tradicional.

 Es inocultable el descalabro con obsoletas plantas de tratamiento de aguas residuales, que no pueden seguir violando derechos humanos fundamentales de pobladores urbanos y rurales, rodeados de excrementos, fetideces, y focos infecciosos.

 También reclama sellamiento  el botadero de basuras incrustado en el perímetro urbano.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 04.12.15