Ubicase el departamento del Cauca en
territorio privilegiado. Todos los pisos térmicos enriquecen y adornan un paisaje
que, desde las altas cumbres del maltratado Macizo de Almaguer, ofrenda a
Colombia los caudales del Magdalena, Cauca, Caquetá y Patía.
Pero por esas realidades inexplicables que
confirman sentencias de sabiduría popular, el propio departamento, sus
autoridades ambientales, no tienen conciencia sobre la vital importancia de sus
fuentes hídricas, sobre la invaluable riqueza ictiológica que en ellas pervive,
ni sobre frágiles recursos de fauna y flora, que se despeñan y esparcen desde
las plácidas cimas de las cordilleras hasta los acosados manglares de la costa
del Pacífico, y hasta las tierras bajas de la Bota caucana que se inserta en la
pendiente de selváticas extensiones amazónicas.
"Lo que nada nos cuesta hagámoslo
fiesta". Eso ha hecho el Cauca con las riquezas naturales que Dios le regaló.
De los abundantes frailejones, "Speletia grandiflora" como enseñaban en
la escuela, que hace poco florecían en
las crestas de la Cordillera Central y Parque Natural Puracé, muy pocos quedan.
Infame deforestación para modernas nocivas plantaciones, y absurdas explotaciones
mineras, algunas visibles al paso, contaminan, deterioran y menguan espacios necesarios
para imperativa conservación de esa milenaria planta que es fuente de vida.
Cedros, canelos y robles desaparecieron de la
comarca sin que ninguna entidad oficial, mucho menos privada, hiciera esfuerzo
alguno por preservar esas especies, o emprender campañas de explotación
racional y sostenible.
No hay un jardín botánico en que se haga
investigación de ninguna naturaleza, ni esfuerzo institucional notable para
intentar siquiera la recolección, almacenamiento científico, análisis, y
plantío experimental de semillas
supervivientes entre múltiples frutales,
maderables y ornamentales que amenazan extinguirse.
Caimitos, madroños, michinches y pomorrosos
silvestres ya no quedan ni en la tradición oral, y si algo
subsiste de ellos, será sólo el aromático recuerdo de quienes tuvimos la
fortuna de encaramarnos a sus ramas y ahitarnos con sus frutos. Desaparecen
tristemente sin que nadie eleve una oración por ellos.
Ahora que la CRC será dirigida por el
ingeniero Yesid González Duque, quien fuera alcalde de Morales, y conoce como
pocos su topografía, es de esperar que urgentemente se apliquen inaplazables correctivos de
saneamiento, para cerrarle el paso a lamentable deterioro ambiental del poblado,
concretamente de la cabecera municipal, sitiada hoy por varios desarrollos urbanísticos
carentes de elemental planificación e infraestructura sanitaria.
Por todos los puntos cardinales se observa
movimiento de tierra y explanación de terrenos para construcción de viviendas,
pero no hay mínima traza de alcantarillados eficientes, técnicamente diseñados,
que conduzcan las aguas negras hacia la
periferia, lejos de áreas densamente habitadas. Gruesos y peligrosos arroyos de
aguas servidas contaminan los riachuelos adyacentes, fatalmente cercanos a zonas
residenciales, hospitalarias, educativas y comerciales, dentro de lo que puede
identificarse como núcleo urbano tradicional.
Es inocultable el descalabro con obsoletas plantas
de tratamiento de aguas residuales, que no pueden seguir violando derechos
humanos fundamentales de pobladores urbanos y rurales, rodeados de excrementos,
fetideces, y focos infecciosos.
También reclama sellamiento el botadero de basuras incrustado en el
perímetro urbano.
Miguel Antonio Velasco
Cuevas
Popayán, 04.12.15