miércoles, 3 de agosto de 2011

Entrenado para la guerra.


En ocasiones nos cuestionamos sobre el desempeño y resultados de tropas encargadas de perseguir la delincuencia organizada en Colombia.

Frecuentemente recurrimos al tema porque el dolor generado por  siniestros atentados terroristas contra la población civil, específicamente en el Cauca, nos hace creer que el alto gobierno y la cúpula militar  como que desconocen ciertos movimientos evidentes, y ruidosos comentarios callejeros sobre actividades de armados ilegales que abiertamente socavan el orden constitucional.

Por eso resulta saludable dimensionar el reportaje concedido a Caracol y El Espectador,  por el Almirante Edgar Augusto Cely Núñez, Comandante General de las Fuerzas Militares, especialmente cuando hay rumores de fractura e inconformidad en la línea de mando, con supuesta desmoralización de oficiales, suboficiales y soldados que diariamente arriesgan sus vidas para cuidar las nuestras.

Satisface saber que las labores de inteligencia y el operativo militar contra alias Alfonso Cano continúan,  y que las tropas mantienen la disciplina, sin que al interior de las filas exista descontento.

Los colombianos queríamos conocer, de fuente oficial, si  el Almirante y sus Generales tienen la información que los colombianos del común recibimos en distintos lugares de afluencia pública, y cuál es la valoración que los militares hacen frente a permanentes expresiones de desorden público.

Nada desconoce el Almirante, todo lo sabe. En amplia referencia a la actividad delincuencial en las fronteras  afirma que el problema fundamental es el narcotráfico, a tal punto que alias Megateo, en el vecindario con Venezuela, tiene control total sobre las FARC, el ELN y el narcotráfico, y los viejos comandantes insurgentes, ahora gordos narcotraficantes, permanecen tan cómodos en sus guaridas fronterizas como los toreros en el burladero.

Al Cauca le da el calificativo de “área muy compleja”, en donde, desde los comienzos, se encuentra asentada la organización delincuencial  de alias Sargento Pascuas,  por lo que varias generaciones familiares conforman estructuras de apoyo a las FARC,  y mantienen corredores estratégicos para acceder a la Costa del Pacífico, sobre una extensa zona del sur occidente colombiano, que abarca los departamentos del Valle, Tolima, Huila y Cauca, con lamentable compromiso de organizaciones indígenas que se dejan manosear de la delincuencia y se prestan para obstaculizar las operaciones militares.

En todos esos territorios, los cabecillas del narcotráfico han logrado que indígenas y campesinos pasen de los cultivos tradicionales al cultivo de coca, mediante el asedio permanente de delincuentes como  (a.) Pachochino  y (a.) Mincho, que integran la estructura narcotraficante de las FARC y  manejan actividades terroristas en la inmensa zona que comunica la alta cordillera central, en donde están las guaridas de alias Alfonso Cano, con la región del Naya, a través de Buenosaires en el Cauca.

Con tanta claridad habla el Comandante de las Fuerzas Militares sobre inseguridad y desbordamiento criminal en nuestro departamento, que nos mueve a reclamar su continua supervisión del operativo estatal encaminado a derrotar el bandidaje.

Para ello nos amparamos en su magnífico conocimiento del caos, pero más en su impecable formación militar acumulada durante 41 años de entrenamiento para la guerra.

Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 02.08.11