Una consulta en la que participaron casi cuatro
y medio millones de personas no es una consulta cualquiera. Se habla del
volumen total de tarjetones depositados, incluidos nulos y no marcados, pero
todos propios de la consulta.
Al país electoral, al que se interesa en las
decisiones democráticas, le preguntaron si quiere cambios notorios o si
prefiere maquillajes superficiales, y ese país
participativo se pronunció por las refacciones profundas.
De entrada puede afirmarse que muchos preferimos
"licuar" a Santos y encontramos el velódromo ideal.
Al partido verde se le puede criticar
exactamente lo mismo que históricamente se le ha criticado a los partidos
tradicionales, que no tienen frenos para mezclarse hasta con lo mefítico,
porque en eso de las "alianzas", tanto en la base como en la cúspide,
es costumbre disimular las fetideces.
Ideológicamente hay poco que decir, o tal vez
mucho, quizás lo mismo que se puede decir de los conservadores que chupan
melaza en las medias de Santos, o de los liberales que se aliaron con los
carteles de la droga y exhibieron su "elefante", o de los preclaros
"U"ribistas que se matricularon en el "U"nionismo
reeleccionista, y otras cosas mucho más
graves, que se suelen soslayar para
mermarle el tono a las inesperadas incontinencias de las elites.
Realmente resultó ventajoso saber montar en
bicicleta, y quienes lo duden pueden interrogar sobre este tema al inexperto
Juan Manuel. Definitivamente, cuando se es buen jinete no hay ciclista que
distraiga, pero cuando se es buen ciclista no hay maromero que perdure.
En el total de cuentas los aplausos de la
gradería, en este caso 2´056.847 votos, no los pusieron los dueños del aviso, los
puso el que pedalea, y el astro del pedal se llama Enrique.
No nos podrán decir que se impuso el verde,
no, se impuso uno solo del elenco verde. Pero ese solo tiene toda la fuerza de
arrastre que los otros no tienen, y cuenta con espontáneos respaldos que los
otros nunca conseguirán.
Ni Clara, ni Marta, ni Oscar, ni Juan serán
capaces de contener el vertiginoso embalaje de este solitario, ahora no tan
solitario, que supo aguantar en el asfalto las arremetidas de supuestos
coequiperos, y que pudo mantener el equilibrio
encaramado en un curioso monociclo que balancea afinidades con los
buenos, con los de a pié, con los pobres, los desposeídos, los inconformes y
los honestos, pero también con los dueños del metal, porque sabe que las
estructuras consistentes se levantan con arena pero se sustentan con acero.
En el afamado ciclismo colombiano hemos
presenciado competencias buenas y malas, y hemos disfrutado emocionantes "licuadoras",
pero a muy pocas personas se les pudo ocurrir que el mejor fondista, así cabe llamar
a un velocista de estirpe, se fuera a descubrir en un chequeo de alegres turismeros.
Matices tiene el verde y estéticamente no le
viene mal a un país caracterizado por el eterno luto de sanguinarias confrontaciones.
Además, la policromía de otras cintas partidistas logrará el preciso tono que
la patria quiere para su nuevo vestido.
Miguel Antonio Velasco Cuevas
Popayán, 29.03.14