sábado, 29 de marzo de 2014

La importancia de llamarse Enrique

                                                                   

 Una consulta en la que participaron casi cuatro y medio millones de personas no es una consulta cualquiera. Se habla del volumen total de tarjetones depositados, incluidos nulos y no marcados, pero todos propios de la consulta.

 Al país electoral, al que se interesa en las decisiones democráticas, le preguntaron si quiere cambios notorios o si prefiere maquillajes superficiales, y ese país  participativo se pronunció por las refacciones profundas.

 De entrada puede afirmarse que muchos preferimos "licuar"  a  Santos y encontramos el velódromo ideal.

 Al partido verde se le puede criticar exactamente lo mismo que históricamente se le ha criticado a los partidos tradicionales, que no tienen frenos para mezclarse hasta con lo mefítico, porque en eso de las "alianzas", tanto en la base como en la cúspide, es costumbre disimular las fetideces.

 Ideológicamente hay poco que decir, o tal vez mucho, quizás lo mismo que se puede decir de los conservadores que chupan melaza en las medias de Santos, o de los liberales que se aliaron con los carteles de la droga y exhibieron su "elefante", o de los preclaros "U"ribistas que se matricularon en el "U"nionismo reeleccionista, y otras cosas  mucho más graves,  que se suelen soslayar para mermarle el tono a las inesperadas incontinencias de las elites.

 Realmente resultó ventajoso saber montar en bicicleta, y quienes lo duden pueden interrogar sobre este tema al inexperto Juan Manuel. Definitivamente, cuando se es buen jinete no hay ciclista que distraiga, pero cuando se es buen ciclista no hay maromero que perdure.

 En el total de cuentas los aplausos de la gradería, en este caso 2´056.847 votos, no los pusieron los dueños del aviso, los puso el que pedalea, y el astro del pedal se llama Enrique.

 No nos podrán decir que se impuso el verde, no, se impuso uno solo del elenco verde. Pero ese solo tiene toda la fuerza de arrastre que los otros no tienen, y cuenta con espontáneos respaldos que los otros nunca conseguirán.   

 Ni Clara, ni Marta, ni Oscar, ni Juan serán capaces de contener el vertiginoso embalaje de este solitario, ahora no tan solitario, que supo aguantar en el asfalto las arremetidas de supuestos coequiperos, y que pudo mantener el equilibrio  encaramado en un curioso monociclo que balancea afinidades con los buenos, con los de a pié, con los pobres, los desposeídos, los inconformes y los honestos, pero también con los dueños del metal, porque sabe que las estructuras consistentes se levantan con arena pero se sustentan con acero.

 En el afamado ciclismo colombiano hemos presenciado competencias buenas y malas, y hemos disfrutado emocionantes "licuadoras", pero a muy pocas personas se les pudo ocurrir que el mejor fondista, así cabe llamar a un velocista de estirpe, se fuera a descubrir en un chequeo de alegres turismeros.

 Matices tiene el verde y estéticamente no le viene mal a un país caracterizado por el eterno luto de sanguinarias confrontaciones. Además, la policromía de otras cintas partidistas logrará el preciso tono que la patria quiere para su nuevo vestido.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 29.03.14

jueves, 20 de marzo de 2014

A corregir el rumbo



 En la catastrófica Popayán corren vientos revocatorios.

 Indiscutiblemente al alcalde le quedó grande la investidura y a la ciudad le cayó la roya del desgobierno.

 Está claro que en los últimos quince años no se han hecho esfuerzos necesarios para salir del pueblerino caos en  que vivimos, y lamentablemente se presagia larga espera para recobrar mínimos niveles de movilidad que se atemperen al desordenado crecimiento de la capital caucana.

 A Francisco Fuentes se le reconoce buena voluntad para recuperar espacios públicos usurpados por comerciantes callejeros, que inequitativamente defienden sus derechos al trabajo, en manifiesto desconocimiento a los  derechos que el resto de ciudadanos reclaman para transitar con seguridad y rapidez por los corredores peatonales.

 Pero es ostensible la improvisación para ejecutar obras viales necesarias en el intento de darle a la ciudadanía un sistema de transportes ágil y decente.

 El meollo del asunto radica en dilucidar si la revocatoria del mandato es la tajante  solución que Popayán requiere, o si hay otros mecanismos, menos traumáticos y más inteligentes, que puedan ayudar a superar la crisis.

 La experiencia enseña que cuando el potro corcovea no se pueden perder los estribos ni se deben aligerar las riendas.

 La laxitud administrativa no es buena ni para el gobernante ni para los gobernados, y eso es lo que desluce a "Pacho" y lo que tristemente perjudica a la ciudad.

 El alcalde de Popayán no ha utilizado oportunamente los recursos legales que el régimen de contratación administrativa le otorga para exigir cumplimiento a los contratistas, tanto en los cronogramas de ejecución como en la calidad de las obras contratadas, y el alcalde no puede olvidar que los dineros que administra son dineros para construir el bienestar de la comunidad.

 Por razones de justicia, y de claridad conceptual, se debe advertir que no hay sospechas sobre la honestidad del mandatario, pero al hombre le falta agilidad para dinamizar la jurásica burocracia que lo circunda y que lo asfixia.

 Cabe entonces proponerle que corte por lo sano, que erradique las malas hierbas enquistadas en la estructura gubernamental, y que se ponga en línea con los anhelos e intereses de la sociedad payanesa, que ama a su ciudad y que quiere recuperarla para la industria, el comercio, el turismo, la academia, las artes y la historia.

 La Universidad del Cauca, el personal docente y administrativo de la Facultad de Ingeniería Civil, pueden ser la cantera para conformar un equipo respetable, no una comisión chimba, sino una brigada de rescate técnico que revise las obras y precise los correctivos para que la inversión no se pierda, y para que la red vial se modernice y disuelva el aparatoso trancón en que vamos a seguir si no se rediseña lo que ahora se construye, porque es cierto que culminados los indecentes remiendos asfálticos la ciudad continuará igualmente caótica.

 La Asociación Caucana de ingenieros, La Cámara de Comercio del Cauca, El Consejo gremial, y muchísimos payaneses idóneos pueden ser el bordón necesario para salvar dos años de trabajo que podrían malgastarse en aventuras revocatorias.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 20.03.14

lunes, 17 de marzo de 2014

Constitucionalismo aparente



 Reformar la Constitución Nacional es necesidad apremiante.

 Algunos se asustan. otros protestan, y muchos se oponen, pero no porque se vaya a reformar la Constitución, sino porque ven amenazado su parapeto de tropelías.

 Es una lástima que la democracia esté mercantilizada, torcida y enmermelada, pero esa es la realidad que necesitamos corregir.

 Lo otro es seguir en las mismas, violando la Constitución con frecuencia y remendándola a discreción, para mantener las apariencias del status constitucional democrático.

 Una democracia en donde el Presidente de la República saca de las arcas estatales, como si fuera de su bolsillo, los dineros necesarios para que la clientela lo reelija, no es una democracia constitucional.

 Ni es constitucional que los magistrados de las altas Cortes, que no tienen funciones legislativas, reformen la Constitución a golpes de jurisprudencia. Tampoco lo es que se resistan a elegir, como ya lo hicieron, al Fiscal General de la Nación, simplemente porque no les gustó la terna enviada por el Ejecutivo. Ni lo es, por supuesto, que el Fiscal nombrado en reemplazo de la Fiscal mal nombrada, asuma la condición de agitador político y se lance a las calles, bandera en mano, a promover el desacato del orden establecido.

 Mucho menos constitucional resulta que un alcalde, que le causa inmenso deterioro a la Capital de la República, se tome la libertad de llamar al alzamiento popular cuando se le aplica una norma constitucional plenamente vigente.

 De hecho no es nada constitucional que los jueces se tumben las sentencias entre sí, y que las Cortes les tumben las sentencias a las otras Cortes, cuando lo verdaderamente constitucional es que funcione e impere un sistema piramidal, en donde una sola Corte  sea instancia de cierre, y  tenga la competencia suficiente para acabar, de una vez por todas, con los mal llamados choques de trenes.

 No puede ser constitucional que ciertos gamonales resulten electos por circunscripciones especiales como representantes de grupos a los que no pertenecen, ni que algunas regiones, con bajos porcentajes del potencial electoral nacional, terminen apoderadas de altos porcentajes  de representación real en el Congreso de la República.

 Como estamos metidos en el cuento del Estado de Derecho, pues busquemos que  funcione  conforme a una normatividad legal que todos acatemos y respetemos por igual, y que a todos nos rija por parejo y sin distingos, porque el Estado que tenemos es selectivo y excluyente.

 En Colombia no podemos seguir bajo el esquema de hacer las leyes ante el apremio de las coyunturas, ni de interpretarlas y aplicarlas  conforme a conveniencias particulares.

 Los sectores de la justicia, la salud y la educación necesitan transformaciones  profundas  que nos pongan en el camino de la equidad y del respeto debido a los derechos fundamentales. Un país justo, pacífico y próspero sólo se logra dándole a cada quien lo que le corresponde, dentro de un marco constitucional serio, en el que ninguna faceta del interés público se negocie por debajo de la mesa, y en dónde el ciudadano de bien tenga la certeza de que lo gobiernan con rectitud.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 17.03.14

domingo, 9 de marzo de 2014

A los elegidos



 Surtido el trámite electoral, consolidadas las cuentas y finalizada la verdadera encuesta, la que se efectuó en las urnas y no en las agencias de maquillado vaticinio, se vino encima el tiempo de cumplir.

 Al Cauca y a la región suroccidental colombiana sólo le queda la esperanza de un futuro que supere las dudosas bondades del glorioso pasado.

 Los oscuros acontecimientos del presente, el desplazamiento permanente de poblaciones rurales, el reclutamiento de menores para esclavizarlos en plantaciones y minas  ilegales, el infame sometimiento de niñas campesinas para prostituirlas en campamentos de grupos irregulares, el auge del terror en las cordilleras y en las tierras bajas de la Costa del Pacífico, el continuo fusilamiento de campesinos que  no se inclinan ante aviesos propósitos de comandantes guerrilleros, son realidades criminales que deben conmover las conciencias  y encontrar prelación en las gestiones públicas de quienes obtuvieron el favor del voto popular.

 Toda la zona del Pacífico colombiano vive críticos momentos de atropello y despojo. El control territorial que los facinerosos pretenden implantar en esas costas bravas, la demarcación de zonas exclusivas para el delito, el fortalecimiento del narcotráfico en el occidente caucano, demandan decididas acciones estatales, no sólo de control militar sino de urgente inversión social  que permita derrotar la miseria, acorralar la ignorancia, prevenir la enfermedad y evitar el olvido.

 Subsistir en territorios inhóspitos, sufrir las consecuencias del desempleo y de la guerra, experimentar la angustia de navegar entre manglares para buscar atención médica, o escuela para los hijos, o una nueva parcela para elementales cultivos de subsistencia, son vivencias que los elegidos desconocen porque todo lo tienen a pedir de boca.

 Las mieles del poder encuentran mejor significación si se destinan para servir a los humildes y no para acrecentar inequidades, profundizar injusticias y engordar fortunas personales.

 Las clases políticas tradicionales, que se suceden y relevan pero no se transforman, le deben mucho a Popayán y al Cauca. El puro tema de infraestructura vial es un pasivo político que molesta y desconcierta. Al Cauca le han escamoteado el derecho a intercambios comerciales terrestres con Huila, Caquetá y Putumayo, y con sus propios municipios costaneros, al Cauca le adeudan la ejecución de promisorios complejos hidroeléctricos mil veces mencionados y nunca concretados, la región necesita oportuna recuperación del corredor ferroviario que hasta los setenta estuvo bien servido por el Ferrocarril del Pacífico, nuestro departamento merece inclusión en los emprendimientos financieros que apunten hacia el desarrollo industrial, la explotación racional del potencial turístico y el intercambio comercial con el resto del país y con el resto del mundo.

 El actual deterioro físico de la capital del departamento, la usencia de obras civiles que dinamicen la inversión y fomenten el empleo formal, el marcado desinterés por la construcción de vías periféricas que agilicen el tráfico y propicien la modernización de la urbe, son deplorable producto de la modorra administrativa y del maligno clientelismo que todo lo reduce a rapiña de cargos burocráticos mas no al fortalecimiento de actividades productivas que nos incorporen al desarrollo económico del país. Hay tarea.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 09.03.14