domingo, 9 de marzo de 2014

A los elegidos



 Surtido el trámite electoral, consolidadas las cuentas y finalizada la verdadera encuesta, la que se efectuó en las urnas y no en las agencias de maquillado vaticinio, se vino encima el tiempo de cumplir.

 Al Cauca y a la región suroccidental colombiana sólo le queda la esperanza de un futuro que supere las dudosas bondades del glorioso pasado.

 Los oscuros acontecimientos del presente, el desplazamiento permanente de poblaciones rurales, el reclutamiento de menores para esclavizarlos en plantaciones y minas  ilegales, el infame sometimiento de niñas campesinas para prostituirlas en campamentos de grupos irregulares, el auge del terror en las cordilleras y en las tierras bajas de la Costa del Pacífico, el continuo fusilamiento de campesinos que  no se inclinan ante aviesos propósitos de comandantes guerrilleros, son realidades criminales que deben conmover las conciencias  y encontrar prelación en las gestiones públicas de quienes obtuvieron el favor del voto popular.

 Toda la zona del Pacífico colombiano vive críticos momentos de atropello y despojo. El control territorial que los facinerosos pretenden implantar en esas costas bravas, la demarcación de zonas exclusivas para el delito, el fortalecimiento del narcotráfico en el occidente caucano, demandan decididas acciones estatales, no sólo de control militar sino de urgente inversión social  que permita derrotar la miseria, acorralar la ignorancia, prevenir la enfermedad y evitar el olvido.

 Subsistir en territorios inhóspitos, sufrir las consecuencias del desempleo y de la guerra, experimentar la angustia de navegar entre manglares para buscar atención médica, o escuela para los hijos, o una nueva parcela para elementales cultivos de subsistencia, son vivencias que los elegidos desconocen porque todo lo tienen a pedir de boca.

 Las mieles del poder encuentran mejor significación si se destinan para servir a los humildes y no para acrecentar inequidades, profundizar injusticias y engordar fortunas personales.

 Las clases políticas tradicionales, que se suceden y relevan pero no se transforman, le deben mucho a Popayán y al Cauca. El puro tema de infraestructura vial es un pasivo político que molesta y desconcierta. Al Cauca le han escamoteado el derecho a intercambios comerciales terrestres con Huila, Caquetá y Putumayo, y con sus propios municipios costaneros, al Cauca le adeudan la ejecución de promisorios complejos hidroeléctricos mil veces mencionados y nunca concretados, la región necesita oportuna recuperación del corredor ferroviario que hasta los setenta estuvo bien servido por el Ferrocarril del Pacífico, nuestro departamento merece inclusión en los emprendimientos financieros que apunten hacia el desarrollo industrial, la explotación racional del potencial turístico y el intercambio comercial con el resto del país y con el resto del mundo.

 El actual deterioro físico de la capital del departamento, la usencia de obras civiles que dinamicen la inversión y fomenten el empleo formal, el marcado desinterés por la construcción de vías periféricas que agilicen el tráfico y propicien la modernización de la urbe, son deplorable producto de la modorra administrativa y del maligno clientelismo que todo lo reduce a rapiña de cargos burocráticos mas no al fortalecimiento de actividades productivas que nos incorporen al desarrollo económico del país. Hay tarea.

Miguel Antonio Velasco Cuevas

Popayán, 09.03.14